EL CINE EN MÉXICO:
1977
HACE CUARENTA AÑOS
En el primer año del sexenio
lopezportillista, se nombró a la inepta Margarita López Portillo (soberbia,
ignorante, ególatra) como directora de Radio, Televisión y Cinematografía,
dependiente de la Secretaría de Gobernación, pero siendo hermana del
Presidente, no tenía limitaciones ni tapujos. Al menos, ese primer año tuvo que
aguantarse y sus acciones estúpidas las llevaría a cabo en tiempos posteriores.
En 1977 se filmaron 94 películas entre
privadas, estatales, independientes o “piratas” (así llamadas porque eran
filmadas en las fronteras de México sin que se consideraran a sindicatos). Es
un año de veras memorable por muchos títulos interesantes que se indican a
continuación.
EL CINE ESTATAL
La perversa Angélica Chaín seduce
a la virginal Alma Muriel
Cuando tejen las arañas – Roberto Gavaldón
Cinta póstuma en la carrera del maestro
Gavaldón que la heredó cuando el realizador y guionista original Francisco del
Villar fuera nombrado funcionario estatal. La película es un melodrama crítico
de la burguesía acomodada, falta de escrúpulos morales e hipócrita ante su
manera de ser, pensar y actuar. La protagonista es Laura (Alma Muriel) quien
sentía adoración por su padre ya muerto, y rechaza a su madre, quien fuera
infiel. Laura cae en las redes de personajes que se mueven para conseguir sus
propios fines perversos y ser absorbida para perpetuar su especie. Al no tener
ya el control absoluto, ni el tiempo, ni la infraestructura del pasado, el
maestro Gavaldón también cayó en las redes del sistema. No fue un gran final
para su carrera eminente, pero no deja de ser gran melodrama.
Los amantes fríos
– Julio Bracho, Miguel Morayta y Julián Soler.
Este compendio de tres guiones de Hugo
Argüelles, con su especial sentido del humor, sirvió para dar trabajo a viejas
glorias del cine nacional. También serían las últimas intervenciones fílmicas
de los tres: Julián Soler moriría tres meses luego del rodaje; Bracho, el mismo
mes en que sería estrenada la película un año más tarde. Morayta, quien entró a
este proyecto sustituyendo a Rafael Baledón, viviría hasta los 105 años pero se
retiraría luego de esta cinta. Soler nos cuenta cómo un artesano logra sus
mejores obras cuando su esposa se asusta, grita y sufre un accidente. Bracho
narra una infidelidad postmortem
cuando la viuda se acuesta con su compadre luego de prepararlo para el
velatorio. Morayta trata sobre la confirmación de un adulterio más allá de la
tumba. La cinta mantiene vicios del peor cine realizado por estos realizadores
pero nadie puede negarle su importancia al haber sido una obra de senectud y
despedida.
Las apariencias engañan – Jaime Humberto Hermosillo
Una producción independiente filmada en
Aguascalientes acerca de Rogelio (Gonzalo Vega) un actor que es contratado para
hacerse pasar como el hijo largamente ausente de un viejo millonario. De esta
manera permitirá casarse a su sobrina Adriana (Isela Vega), a la cual no ha
dejado irse de su lado por no quedar solo. Rogelio se enamora de la mujer sin
imaginar que en realidad se trata del hijo, ahora transgénero, del millonario,
con la cual se casa para vivir felices. Tardó cinco años en estrenarse y es una
de las cintas con las imágenes más insólitas del cine nacional. Aguascalientes
con un puerto o Isela Vega con un falo enorme sometiendo a Gonzalo Vega
sexualmente, por ejemplo. Ese mismo año Hermosillo filmaría otra de sus cintas
cumbre Naufragio, donde habla del
dolor de la ausencia.
Roberto Cobo en una de sus más
grandes actuaciones
El lugar sin límites – Arturo Ripstein
Indudablemente la mejor película de
Ripstein basada en una novela de José Donoso y guion por Manuel Puig. Es una
historia de decadencia social y moral: La Manuela (Roberto Cobo, estupendo) es
el homosexual del burdel pueblerino de La Japonesa (Lucha Villa). Por una
apuesta con el rico del pueblo, don Alejo (Fernando Soler) seduce a Manuela y
queda embarazada. La acción inicia en el presente, cuando La Japonesita (Ana
Martin) es ya una joven veinteañera, se encarga del burdel venido a menos junto
con su padre. Cuando Pancho (Gonzalo Vega) quiere poseer a La Japonesita, La
Manuela interviene para seducirlo, alejarlo y hacer que lo bese. Al ponerlo en
evidencia, Pancho explota furioso y persigue a Manuela para matarla. Denuncia
de la homosexualidad latente, aparte del paso implacable del tiempo que todo
deteriora y termina. Ripstein también filmaría La viuda negra para hablar acerca de la doble moral y la hipocresía
religiosa de los habitantes de un pueblo.
El inútil Rosendo acostumbrado
a la buena vida ahora sufre la decadencia
de su familia venida a menos
Los indolentes – José Estrada
También es la mejor película del
malogrado Estrada (1938 – 1986) donde narra la decadencia de una
familia como metáfora social. Los Alday (abuela, madre e hijo) sufren las
consecuencias de la reforma agraria. Su hacienda ha sido disminuida por el
reparto de tierras y sus ingresos ya son mínimos. El joven Rosendo (Miguel
Ángel Ferriz en el que sería su mejor papel) es un inútil que no quiere
trabajar y pide a su madre (Rita Macedo) que vendan lo que queda de la hacienda
a lo que se niega la abuela (Isabela Corona). La cinta mostrará el derrumbe
final de seres que pertenecen a una clase social acostumbrada a la indolencia,
al ocio, a ser servidos. En la tradición de la mejor narrativa al estilo
Visconti, con imágenes tristes y sórdidas.
Los pequeños privilegios – Julián Pastor
Otra apasionante visión de las
diferencias sociales. Dos parejas acomodadas viajan a Michoacán y en un pueblo,
una de ellas ofrece trabajo como sirvienta a una joven que atiende (Yara
Patricia) dejándole una tarjeta. La chica acepta y va hasta el Distrito Federal
donde inicia como sirvienta. Está embarazada. Al mismo tiempo su patrona
descubre que espera un hijo. Mientras la sirvienta desea abortar, la otra
recibe toda clase de mimos. Finalmente, la joven se practica un aborto que la
deja estéril. La película muestra, sin exageraciones ni lugares comunes, una
situación usual entre la clase acomodada contrastándola con su personal de
servicio. Estrujante, contenida y sardónica. Pastor también filmó El vuelo de
la cigüeña, una comedia audaz, con cierto interés.
Celso platica con Rutilo (Enrique Lucero)
sobre sus inquietudes ante la guerra
que no comprende
La guerra santa – Carlos Enrique Taboada
Más identificado por sus ejercicios del
género de terror, en este caso el interesante Taboada ofrece otra variante:
basándose en la historia de la guerra cristera, muestra a los sacerdotes como
villanos que envían a la muerte a sus fieles bajo el símbolo de Cristo Rey. Los
grandes absurdos y la terrible crueldad que vive a su alrededor el personaje
principal Celso (José Carlos Ruiz), humilde alfarero que entra a una batalla
que no entiende, teme por su vida, pone en duda sus creencias, es lo que hace
cruda y terrible a esta visión contradictoria del fanatismo: matar en nombre de
Dios para salvar la fe faltando a uno de los mandamientos básicos (entre
otros).
Marcela como alter ego de Meche Carreño,
que busca la perfección, o sea, la libertad
La mujer perfecta – Juan Manuel Torres
Uno de los mejores realizadores de los
años setenta filmó su última cinta (moriría tres años más tarde en un accidente
automovilístico) para dejar claro su amor hacia Meche Carreño, su estrella y
pareja en la vida real. Marcela es una vedette de origen humilde que se casó
con un hombre rico, Alfonso (Ricardo Blume). A pesar de que sabía sobre su
profesión, el hombre le reprocha ser motivo de vergüenza para su hijo pequeño.
Ella se sacrifica abandonando su carrera, pero sufre por la imagen que se ha
creado. De esta manera, Torres quiso explicar que Marcela/Meche era una mujer
libre en su interior, reprimida por factores externos a ella. Es la menor de su
cuadrilogía con Carreño, pero no deja de tener su gran interés.
Otros títulos de interés del cine
estatal fueron Bloody Marlene (Alberto
Mariscal), A fuego lento y Divinas palabras (ambas de Juan Ibáñez),
El complot mongol (Antonio Eceiza), Crónica roja (Fernando Vallejo), Deseos (Rafael Corkidi), Flores de papel (Retes), Los japoneses no esperan (Rogelio A.
González), El recurso del método (Miguel
Littín), Las mariposas disecadas (Sergio
Véjar).
EL OTRO CINE
Muerte a sangre fría – Gilberto Gazcón
Utilizando el recurso de la narración
en retroceso que tanto utilizó en su debut (El boxeador) Gazcón nos cuenta la
persecución de Primitivo (Valentín Trujillo) tanto por el padre (David Reynoso)
del joven al cual mató, quien busca venganza, como por los federales que lo
tienen como asesino. Es la razón por la cual busca la manera de redimirse y
explicar el motivo por el cual tuvo que balear a su amigo. La cinta tiene su
interés formal por un realizador que siempre buscaba la novedad y tenía cuidado
en su técnica.
Triángulo diabólico de las Bermudas - René Cardona Jr.
En esos años se puso de moda el hecho
de que en cierta área geográfica del Caribe habían ocurrido misteriosos sucesos
y desapariciones de aviones. En este caso, Cardona Jr. decidió darle un tono
macabro a través de una muñeca diabólica que viene a ser la causante de la
desaparición de un yate alquilado por un magnate aficionado a la fotografía
submarina para pasear con su familia. Lo más destacable de esta cinta reside en
la presencia de John Huston, Marina Vlady, Claudine Auger, Gloria Guida,
estrellas internacionales que permitieron coproducción y, por ende, buen
taquillazo foráneo. Más adelante el mismo realizador filmaría Ciclón, menos popular, pero con otro
reparto extranjero: Carroll Baker, Arthur Kennedy y Lionel Stander.
La hora del jaguar – Alfredo B. Crevenna
Una trama cercana al género del cine
negro en cuanto hay un personaje discutible moralmente y mucha perversión
oculta. Héctor (Jorge Luke) es agente policiaco al cual despiden luego de
cometer varios errores en diversas misiones: una de sus víctimas lo demanda. Le
llama un oscuro abogado (Wally Barrón) que le ofrece darle dinero a cambio de
que realice algunas investigaciones que, en realidad, son asesinatos de
personas indeseables. Todo va hacia un final sorpresivo que no traiciona el
espíritu de la cinta. Crevenna ya filmaba sin ton ni son, pero de pronto surgía
alguna de sus cualidades tan bien expresadas en las décadas previas.
Que te vaya bonito – Alejandro Galindo
Biografía velada de José Alfredo
Jiménez en la historia de Miguel Fernández (David Reynoso), compositor afamado,
quien va al hospital por su dipsomanía en la víspera del homenaje por sus 25
años de carrera. Dos amigos que lo buscan: su amante Lupe (la extraordinaria
Rosenda Bernal) y su amigo Rosendo, recuerdan el pasado desde que Miguel
(entonces Felipe) niño escapó de su casa para irse al Distrito Federal buscando
su destino. Su posterior casamiento, sus infidelidades, su grandioso éxito. El
ciclo se cierra al estilo de El último
cuplé donde hay que cantar y redimirse antes de morir.
Noches de cabaret – Rafael Portillo
En la línea de sus anteriores y
exitosos taquillazos (Bellas de noche,
Las ficheras), Cinematográfica Calderón filmó otra de sus comedias burdas y
grotescas que, no obstante, se han convertido en testimonios fílmicos de lo que
fuera la noche cabaretil extrema (en el D.F. sobre todo). El cine mexicano ya
permitía los desnudos integrales y así puede verse a muchas vedettes. La trama
ya era muy vieja en el cine mexicano: la mujer (Sasha Montenegro) que se viste
como hombre y pone en duda la sexualidad del macho imponente (Jorge Rivero)
quien llega al grado de quererse matar por ser homosexual. Cómicos y vedettes:
albures y desnudos. Inicio de Francis en el cine. Aparición incidental de Irma
Serrano. ¿Cómo no iba a ser taquillazo?
Ratas del Asfalto – Rafael Villaseñor Kuri
Denuncia, al estilo setentas, de la
problemática juvenil debida a la indiferencia paterna (uno recuerda las cintas
con “denuncias” morales y regaños idealizados del cine de Díaz Morales o
Alejandro Galindo en los años cincuenta). Unos juniors que juegan carreras y provocan la muerte de espectadores, o
entre ellos mismos, por lo que deberá vengarse el deceso del amigo, viven sus
vacíos existenciales por medio de sensaciones y caprichos, rebeldías y
audacias, solamente por llenar el tiempo. Se muestra a los padres indolentes y
se habla de la gran liberación sexual.
El amor de mi vida – Joselito Rodríguez
Por haber sido la última película de su
realizador, pionero de nuestro cine sonoro, es necesario destacar a este
melodrama que mezclaba al cine de ilegales fronterizos con los romances
obstaculizados por el destino. Así, el ilegal Eulalio (Toño Zamora) sufrirá el
rompimiento de su relación con la joven Lupita (Mayra Vanessa) quien resulta
embarazada luego de una violación, hecho que le oculta. Una mujer que no desea
tener hijos le “compra” a su bebé y lo hace pasar como suyo ante su esposo, un
ingeniero que se fue por meses al Brasil. Lupita queda como sirvienta que
cuida, amorosamente, al bebé, por razones obvias. Todo un melodrama a la vieja
escuela con malos actores y atmósfera forzada pero el final de lo que fue una
carrera, en muchos casos, admirable.
Otros títulos que merecen destacarse
son La banda del polvo maldito (Gilberto
Martínez Solares), Los dos amigos (Rubén
Galindo), La muerte de un gallero
(Mario Hernández) o Rarotonga (Raúl
Ramírez) si acaso por el debut de la verdaderamente escultural Gloriella.
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