domingo, 25 de octubre de 2015

MADRE CON TESÓN Y TEMPLE



LA GALLINA CLUECA
1941. Dir. Fernando de Fuentes.

Para Fernando Gaona,
a quien agradezco
la copia nítida de esta película.





         En 1930, la viuda Teresa de Treviño (Sara García) viaja desde Santiago, cerca de Monterrey, hacia la capital, por carretera, junto con sus cuatro hijos: la mayor Lucía (Josefina Romagnoli) y los pequeños José, Laura y Lupita. En el camino se le ha descompuesto su Ford descapotable y luego de batallar, pasa el buen comerciante Ángel (Domingo Soler) quien le ayuda para llegar a su destino. Se detienen en un mercado donde intenta vender su mercancía, a la cual se niega el posible comprador, pero Teresa interviene, demostrando sus buenas artes negociadoras. Ángel le ofrece juntar su capital y su talento como socia para crear una tienda que irá creciendo en el tiempo. Teresa logra hacerse de una casa que va construyendo poco a poco. Sus hijos comparten escuela y tiempo libre con los hijos de una vecina, Consuelo (Eugenia Galindo), cuyo esposo es borracho violento: Eduardo (Pepe del Río), Cacho (Narciso Busquets) y Esther. Llega un hombre a platicar con Teresa a quien le pide que regrese a su casa regiomontana con su marido. De esta manera se descubre que vive y que ella lo abandonó por infiel y golpeador. Se niega a volver. Teresa impide el noviazgo de Lucía con un tal Roberto (Ernesto Alonso) a quien considera pusilánime. Pasan nueve años. Los niños ahora son jóvenes: José (David Silva), estudiante de medicina; Laura (Gloria Marín), novia de un compañero yucateco de José llamado Goyo (Miguel Montemayor); y Lupita (Carmen Molina), novia del ahora cadete Cacho (Alfredo Varela Jr.). Lucía finalmente se casó con Roberto y se fue a vivir lejos de la ciudad. La joven Esther (Virginia Manzano) invita a Laura para que la acompañe a pasear con unos amigos. Laura se niega para beneplácito de Teresa. Una ridícula doble viuda Rosario (Emma Roldán) coquetea abiertamente con el solterón Ángel que se ha ido a vivir a la casa de Teresa a la cual propone matrimonio. Teresa le revela que no es viuda y le pide que guarde el secreto. José y Cacho consiguen empleo como practicantes de hospital. Luego Lupita se casa con Cacho y tienen mellizos. Laura, por su parte, va a casarse con Goyo y llegan sus padres el mismo día en que Teresa se entera que su esposo ha muerto por lo que da ciertas esperanzas a Ángel. La prostituida Esther llega a pedirle a Teresa que le ayude a regresar a su casa, a lo que ésta se alegra y le ofrece ayuda a cambio de que deje su mala vida: Esther se niega y Teresa la rechaza aunque le ofrece que si queda pobre, será bienvenida. José acepta un empleo en Oaxaca y regresa Lucía con sus cuatro hijos al ser abandonada por su marido. Al quedar vacío el hogar, Teresa ahora lo ha repuesto con la presencia de sus nietos.



Teresa (Sara García) con sus hijos en la carretera
nacional, de Santiago N.L. al D.F. (1930)

         El realizador De Fuentes adaptó, junto con Carlos Orellana, una de las tantas obras teatrales escritas por los argentinos Nicolás de las Llanderas (1888 – 1938) y Arnaldo Malfatti (1893 – 1968) de quienes el cine mexicano también les produciría Miente y serás feliz (1939, Raphael J. Sevilla), Caminito alegre (1944, primera película de Miguel Morayta), Los hijos de don Venancio (1944, Joaquín Pardavé), Azahares para tu boda (1951, Julián Soler), El gran premio (1957, Carlos Orellana).


Teresa, orgullosa de su hijo José (David Silva)
cuando le ha dado su primer sueldo.

         En realidad no pasan grandes cosas, ni tampoco se inscribe la cinta en el melodrama. Tal parece que al maestro De Fuentes le interesó construir el retrato de una mujer de tesón y temple, siempre regida por los grandes valores humanos y su labor entre los hijos, única razón de sus esfuerzos: metas que jamás serán imposibles y estarán siempre por encima del cansancio o el sacrificio. Al ser una época donde las principales carreras de vida para la mujer eran el magisterio o el cuidado del hogar y la seguridad de la niñez, aparte de las actividades comerciales (a fines del siglo XIX se habían graduado las primeras médicas y abogadas, pero su número en la universidad era bajo), De Fuentes no se equivocó al mostrar a una mujer que mezclaba el trabajo de dependienta en tienda de abarrotes con el rol de madre. De hecho, las hijas al crecer se dedicaban al hogar y la espera de casarse para formar una familia y continuar con las tradiciones: buenas para la cocina, la limpieza y las manualidades. En la cinta, Lupita baila un número folclórico en una kermesse, y junto con Laura se dedican a mantener el hogar mientras Teresa trabaja, aunque sin retomar su rol de madre al retornar del trabajo al hogar por lo que vive cansada.


El buen Ángel (Domingo Soler), solterón que ama
a Teresa, siendo acosado por la viuda Rosario (Emma Roldán)

         Teresa ha escapado del yugo masculino. El esposo era desobligado, borracho e infiel. La madre, entonces, se convierte en salvaguarda y todo lo hace por sus hijos a los cuales vigila incesantemente. Las primeras imágenes la muestran en su automóvil descompuesto por la primitiva y peligrosa carretera: la acompañaba un chofer que la ha abandonado. De hecho el título de “gallina clueca” viene al caso por las aves que han dejado de poner huevos y se dedican a empollarlos para que luego de nacer, se les proteja. De hecho, cada vez que Ángel categoriza a Teresa como esta ave, le dice “ya salió la gallina clueca: cló, cló, cló”.

Laura (Gloria Marín) le cierra la boca a Cacho (Alfredo Varela, Jr.)
mientras mira embelesado a su novia. A la izquierda está Goyo (Miguel Montemayor)

En la película también se muestra su calidad moral: al tener el caso de su vecina Consuelo que sufre también la violencia familiar por un hombre que golpea a los hijos cuando no le consiguen dinero para su vicio, le aconseja que se vaya y los cuide, que cualquier cosa será mejor a esa vida, aunque “es muy fácil decirlo, mi marido, que en gloria esté, no me pegaba nunca, una piensa así porque no lo ha vivido”. Inmediatamente después, aparece un viejo amigo de su familia que le pide que regrese a casa porque su marido está peor. De esta manera, uno se da cuenta que ella ha seguido el consejo que acaba de dar: “si trata de quitármelos, con tal de defenderlos no sé de lo que sería capaz”.


La ambiciosa Esther (Virginia Manzano) busca la ayuda
de Teresa para alcanzar el perdón de su madre
al haberse deshonrado para conseguir lujos.

         La gallina protectora de sus hijos está siempre al lado. Reclama al “vago sin oficio ni beneficio” que pretende a la mayor Lucía. No obstante, sin mostrarlo, nos enteramos con el paso del tiempo de la trama (que se muestra con la sucesión de los números 1930, 1931… hasta 1939, donde también se nota la mejora de la casa con barda, nueva puerta, techo de tejas), que la joven se ha casado e ido a vivir a Veracruz. A Lupita, que se ha hecho novia de Cacho, la va a buscar cuando en la kermesse se “pierden” en otro lugar a tomar refrescos y abrazarse. A Laura le agradece que no haya aceptado la invitación de la ahora joven y desorientada Esther para que la acompañe a pasear con unos hombres.


No en balde fue uno de los importantes galanes del cine nacional
aunque el tiempo sería muy cruel con David Silva.

         Sin embargo, es curioso que el hijo varón tenga mayor libertad. De hecho, cuando el joven bastante correcto le entrega su primer sueldo, algo que emociona sobremanera a la mujer, le da más dinero para que vaya a celebrarlo. Quizás sea por la condición masculina y esa respuesta noble, que Teresa no tiene que aconsejarle: es el hombre de la casa. El otro personaje varón de importancia es el buen Ángel que siempre ha vivido deseando el matrimonio con Teresa y es acosado por una doble viuda que lo cita a su casa a comer con la intención de seducirlo sin lograrlo. Los hombres desobligados jamás se muestran en pantalla. El caso de Roberto, quien será esposo de Lucía, es la excepción aunque su paso por pantalla es mínimo y su canallada ocurre por mera referencia.


Laura lee la carta que su hermana Lucía ha enviado
a su madre para pedirle que la reciba en casa
al haberle abandonado su esposo.

         Por otro lado está el contraste con la familia disfuncional, sometida por el marido violento, que representa Consuelo, su vecina. Eduardo, el mayor, al cual se presenta cuando era jovencito, abandona la casa. Esther, la hija, se vuelve ambiciosa y no le importa llegar a la deshonra con tal de alcanzar dinero y vida lujosa. Cacho, por la influencia de la familia de Teresa ha entrado al colegio militar y es novio de Lupita. Esther es rechazada por Teresa cuando aquella le pide que la ayude a regresar a casa aunque sin dejar de lado sus lujos. Viene a ser la imagen contraria a lo que siempre ha cuidado en sus hijas: la virtud y los valores.


 Teresa rechaza las intenciones del vago Roberto
(Ernesto Alonso) hacia su hija Lucía (Josefina Romagnoli)

         Hay otros momentos complementarios a la vida cotidiana de Teresa y sus hijos. Lupita interpreta un gracioso baile regional con dos compañeros incógnitos (para aprovechar las cualidades de Carmen Molina). Las secuencias entre la viuda Rosario y el buenazo de Ángel son muy divertidas y dan una perspectiva complementaria del carácter del hombre que, desde el inicio de la cinta, hizo honor a su nombre como guardián de la mujer y su familia. Cuando llegan los padres de Goyo desde Yucatán, se les lleva a ver el Monumento a la Revolución recién inaugurado tres años atrás luego de los cambios realizados para su construcción que, originalmente, iba a ser el suntuoso palacio legislativo.


El Monumento a la Revolución fue inaugurado en 1938
pero ya era un simple cascarón de otra obra frustrada

         El elenco es perfecto: Sara García interpreta su papel sin gran melodramatismo y bastante contenida. Es equilibrada en sus muestras de afecto e intolerante ante las personas que rechaza. Domingo Soler aparece como el hombre de buen corazón. David Silva, apenas en su octava película, a los 23 años, es el galán joven, estudioso, buen hijo, en la plenitud de su atractivo físico y antes de sus grandes roles que lo tornarían emblemático. Carmen Molina, Gloria Marín, Virginia Manzano y Josefina Romagnoli, eran jóvenes actrices que habían iniciado sus carreras en teatro o cine a finales de la década anterior. Los créditos son escasos y no se menciona a Eugenia Galindo ni Lupe del Castillo o Humberto Rodríguez, por ejemplo.

El padre del cine mexicano sonoro: Fernando de Fuentes.

         A punto de cumplir su 75 aniversario, es otro de los títulos poco exhibidos de su realizador De Fuentes que no deja de tener su interés y una coherencia propia en su carrera. De Fuentes ya había mostrado otra imagen de la familia urbana (La familia Dressel, 1935) y de la mujer emancipada (Las mujeres mandan, 1937) que vinieron a ser antecedentes e ideas previas para subrayar en esta divertida comedia humana que tiene diálogos perfectos y una narrativa ejemplar. No queda cabo suelto y todo se va mostrando en su momento para información del espectador. La cinta rebasa las dos horas (en la copia que hay en You Tube se le han cortado casi 40 minutos; en la que me han regalado le faltan unos minutos por cortes naturales de la copia en celuloide original) y el ritmo es tan amable que no se siente el paso del tiempo.




Agustín J. Fink, productor extraordinario que trajo
a Dolores del Río a México e impulsó la carrera del Indio Fernández

         La película tiene fotografía de Gabriel Figueroa y edición de Emilio Gómez Muriel, bajo la producción de Films Mundiales que sería responsable de los debuts de Emilio Fernández y Julio Bracho (en este mismo año de 1941) y de la incorporación de Dolores del Río al cine mexicano en sus cintas con Fernández. El productor ejecutivo era Agustín J. Fink, hombre de buen gusto e inteligencia nacido en 1901, que fallecería prematuramente en 1944. La gallina clueca es otra de las cintas olvidadas, importantes documentos visuales, sobre México, sus mujeres y su tiempo.

sábado, 17 de octubre de 2015

UN BELLO OCTOGENARIO


A PLENO SOL
(Plein soleil)
1960. Dir. René Clément.

 


         Tom Ripley (Alain Delon) ha sido comisionado por el padre de Philippe Greenleaf (Maurice Ronet) para hacerlo retornar a San Francisco. A cambio de ello, recibirá 5000 dólares. Philippe vive humillando a Tom y negándose a volver. Tiene una relación con la escritora Marge (Marie Laforêt). En un viaje que realizan los tres en el barco de Philippe, éste le juega una broma pesada, dejándolo en un bote atado al barco. No obstante, la cuerda se rompe y Tom queda a la deriva. Lo rescatan y Tom cobra su venganza colocando unos aretes de mujer en el bolsillo de Philippe. Marge los encuentra, le reclama, y Philippe, enojado, lanza al mar el manuscrito en el cual trabajaba Marge. Furiosa, pide ser devuelta a tierra. Quedan solos los hombres y Philippe enfrenta a Tom diciéndole que desearía suplantarlo y hasta quizás matarlo. Tom le clava un cuchillo en el corazón y luego tira el cuerpo al mar con un ancla encima. Al volver a tierra, Tom inicia todo un calculado plan para tomar el rol de Philippe, obtener dinero, hacerlo pasar por criminal de un amigo que lo descubre, escribir una carta suicida, dejar el dinero como testamento a Marge y luego seducirla. No obstante, al venderse el barco y sacarlo del mar, se encuentra el cuerpo de Philippe cuya cuerda se había enredado en los motores de la nave. Tom queda en evidencia.

 
 


         Basada en la primera de cinco novelas que Patricia Highsmith escribiera con el personaje de Tom Ripley, criminal amoral y sin escrúpulos, todo un sociópata sin emociones, pero mucha ambición. En este caso, la película está inteligentemente adaptada para mostrar a Ripley pero sin dejar de lado el castigo ya que por esos tiempos los códigos morales fílmicos eran otros. Hay una escena donde Tom mata al amigo de Philippe que ha descubierto su farsa. Tom toma las llaves del auto y lo acerca al edificio donde vive para usarlo por la noche y deshacerse del cuerpo. Vuelve a su departamento y pasa a su cocina para comer el pollo que se estaba cocinando, sin importar que se encuentra un muerto tirado en el cuarto contiguo.

 

 
 
         La relación entre Philippe y Tom es ambigua. Al inicio de la cinta ambos conviven en Roma y se deja claro que el joven sabe que Tom desea su retorno a Estados Unidos para cobrar su dinero. Siempre insiste en que no lo hará y humilla a Tom de diversas maneras: criticando su forma de vestir, ordenándole que le compre cosas, o la broma que le juega en el barco dejándolo en el bote con el miedo que Tom le tiene al agua. Tom toma la ropa de Philippe, se la pone, va al espejo donde habla como el amigo y le da un beso a su imagen reflejada: Philippe lo descubre y le exige que se quite su vestimenta. Igual que en la novela hay un tono homoerótico que no queda expresado, simplemente sugerido. Tom observa al amigo mientras hace el amor y la traición del arete para provocar los celos de la novia es una forma indirecta para demostrar su pasión.

 
 


         Los cuerpos: no hay que olvidar que es 1960 y las temáticas estaban limitadas (aunque el cine francés fuera más permisivo). Aquí es verano, a pleno sol. De pronto vemos las gotas de sudor real sobre la frente o el pecho de los personajes. Es el mar. Están latentes las promesas de placeres inexpugnables. Hay una insolación que deja la espalda roja, luego pellejos de piel, en el amoral Tom. Los cuerpos: los trajes de baño, líneas, volúmenes.

 
 


         Patricia Highsmith también había escrito Extraños en un tren que Hitchcock transformó en película en 1951. Igual que en esa cinta está la atracción de un hombre, el psicópata, el criminal, hacia el otro que mantiene relación con una mujer. De la misma manera, está el deseo de suplantación para la realización de un crimen. La transferencia de la culpa, tema hitchcockiano por excelencia, se hace presente. Aunque en este caso, Ripley no la siente, la dirige hacia un ser inocente como el ya asesinado Philippe.

 


         René Clément (1913 – 1996) apenas filmó 18 largometrajes en tres décadas. No obstante, se hizo muy famoso con el primero La batalla del riel (1946) donde se narraba una historia de ferrocarrileros en la resistencia durante la segunda guerra mundial. Seis años más tarde filmó Juegos prohibidos (1952) acerca de la fascinación morbosa por dos niños hacia la muerte. Otros títulos previos a A pleno sol le dieron mayor prestigio y nominaciones a premios diversos. En los años sesenta filmaría cine de altos vuelos que, no obstante, ya no alcanzaron las cumbres de las cintas previas (La jaula del amor, ¿Arde París? o El pasajero de la lluvia).

 
 


         Marie Laforêt (1939) estaba en su segunda película y luego seguiría una carrera constante y discreta como actriz y otra como popular cantante en los años sesenta (Y volvamos al amor). Maurice Ronet (1927 – 1983) hizo más de cien cintas a pesar de morir prematuramente (a los 55 años) y fue dirigido por Louis Malle (Ascensor para el cadalso, Fuego fatuo), Jules Dassin (El que debe morir), Claude Chabrol (La mujer infiel) o Michel Deville (Rafael, el libertino), además de ser galán de Sara Montiel en tres de sus películas (Carmen, la de Ronda, Mi último tango y Bésame).

 
 
 


         Alain Delon cumplirá 80 años este 8 de noviembre de 2015. Inició su carrera a los 22 años y se tornaría en gran estrella del cine francés; en esta cinta tenía apenas 25 años y luego filmaría Rocco y sus hermanos que ya les he comentado en otra sección de este mismo blog. Aparte de hacer filmes en Hollywood, Delon fue productor, director y guionista. Uno de los rostros más bellos y perfectos del cine mundial (que supo envejecer notablemente), lo que le permitía cierta frialidad aunada a la sensualidad. Vaya esta reseña de A pleno sol como un homenaje al bello octogenario.