UNA MUJER SIN AMOR
1951. Dir. Luis Buñuel.
La lectura
de un artículo del brillante crítico Jonathan Rosenbaum en la
revista canadiense de cine Cinema Scope (edición digital, invierno 2019), donde revisa diversos DVD y
Blu-ray que aparecen en el mundo, llamó mi atención porque se refería a Una
mujer sin amor (Luis Buñuel, 1951) editada por la compañía
norteamericana Facets y de la cual tenía un ejemplar que, por
diversas circunstancias, se encontraba nítido y virgen en
mi videoteca, en espera de mi atención.
Es común
que películas que ya conocemos pero que adquirimos por el afán de
coleccionismo (así como la obsesiva e imperiosa necesidad de
poseerlas mientras estemos vivos) permanezcan haciendo fila
para ser revisadas o descubiertas, a veces por años, entre
nuestros tesoros personales. De repente, algún factor externo: un
artículo o comentario de alguien que admiramos, la muerte de
algún director desaparecido o el aniversario de nacimiento o
fallecimiento de una estrella, nos alertan sobre esa película en
particular. Eso me sucedió con la menospreciada película de Buñuel.
Afirma
Rosenbaum (traduzco sin rigor, de manera general): “Una mujer sin amor” me
permitió ponerme al día con la producción mexicana que la mayoría de
los comentaristas, incluyendo a Buñuel, parecen considerar su peor película. Lo
que esto significa, al menos desde el punto de vista de la teoría de autor, que
resulta ser la menos “buñueliana” de Buñuel. Sin embargo, en cuanto
a que sea un brillante y abundante melodrama, (lo que puede calificar
como Buñuel en su fase más mexicana) resulta suficientemente funcional
y práctico, por lo que mantuvo mi interés… Luego continua
con la eterna discusión de que si fue una adaptación de Pierre y Jean de Guy de Mauppasant, o acaso una copia, plano por plano, de
la producción dirigida en Francia por André Cayatte en 1943, acorde con diversas
declaraciones del propio Buñuel.
Esta edición de Taurus, 2018, trae un prólogo
corto pero interesante de David Trueba
y es la única conseguible por el momento.
(Hay otra en De bolsillo, me parece).
Por lo
tanto, al revisar Mi último suspiro*,
las memorias que Buñuel escribió junto con su colaborador frecuente en su
última etapa de vida, el guionista Jean Claude Carriére, el
cineasta comenta: “Una mujer sin
amor”, sin duda mi peor película. Se me pidió que hiciera un “remake” de
una buena película que André Cayatte había
realizado en Francia sobre “Pierre y Jean” de Mauppasant.
Se trataba de instalarme una moviola en el plató para que yo
copiase a Cayatte plano
por plano. Naturalmente, me negué y decidí rodar a mi manera. Resultado:
mediocre.
Sin
embargo, en Luis Buñuel. Prohibido
asomarse al interior**, libro de entrevistas que le hicieran los críticos
Tomás Pérez Turrent y José de la Colina al ya veterano realizador, donde éste
habló de su producción fílmica total, confirma, pero
también confiesa y se contradice (porque no es una versión apegada a
la cinta francesa como había expresado en el otro libro mencionado): Es la peor de las que he hecho. Se basaba en
“Pierre y Jean” de Mauppasant que Cayatte ya
había filmado muy bien. Yo tuve que filmarla en veinte días y con menos
medios […] En realidad seguimos
casi plano por plano la película de Cayatte,
que era una guía mínima para trabajar en el estudio. había que filmar rápido,
así que evité los cortes lo más que pude y esto me facilitó el montaje…
No hay la
menor duda de que fue un proyecto alimenticio, como otros que realizaría
durante su estancia mexicana, a pesar de premios, reconocimientos o logros
pasados. En una carta que le envía a su amigo José Rubia Barcia, el 23 de
abril de 1951, recopilada en Luis Buñuel:
Correspondencia escogida***, le
comenta que Los olvidados ha ganado
el premio de dirección en Cannes, pero que … aparte de eso, sigo haciendo tonterías cinematográficas, como la
que comienzo dentro de un par de horas, basada en una novela de Guy
de Mauppasant. Pero lo principal es
que no falta trabajo… y va uno tirando y empleando el trabajo como un
anestésico para olvidar el mundo repugnante en que vivimos…
Don Carlos (Julio Villarreal) y Carlitos (Jaime Calpe)
Como
expresa Rosenbaum, es un brillante y abundante melodrama porque está muy
bien hecho, además de seguir las convenciones del género nacional por
excelencia, sobre todo en uno de los años de mayor apogeo para Buñuel (en 1951 filmó además
de esta película, La hija del engaño y
Subida al cielo). Y es que Una mujer sin amor narra las
consecuencias de un matrimonio que se lleva a cabo por presiones
familiares donde no existe aprecio ni afecto por parte de la mujer hacia
el marido. Cuando aparece un hombre que se los brinda, cae en sus redes y deberá,
por lo tanto, sufrir las consecuencias de una separación y vivir con el engaño.
Rosario (Rosario Granados) y Julio (Tito Junco)
mantienen un amor prohibido
Rosario
(Rosario Granados) se ha casado con el anticuario Carlos (Julio
Villarreal), mucho mayor que ella, con el cual ha procreado a Carlitos (Jaime
Calpe). Debido a la severidad del padre, Carlitos huye de casa y llega al
campo donde lo encuentra, protege y devuelve a sus padres, el ingeniero
Julio (Tito Junco). Rosario y Julio se vuelven amantes. Julio le propone
que escapen a Brasil pero Rosario, por el bien de Carlitos,
lo rechaza. Julio se va y pasa el tiempo. Ahora Carlitos (Joaquín Cordero)
ha crecido junto con su hermano Miguel (Xavier Loya) que en realidad es fruto
del amorío de Rosario con Julio, pero al cual ha hecho pasar como hijo de
Carlos. Ambos son médicos y comparten su amor por Luisa (Elda Peralta), una de
sus compañeras, pero ella prefiere a Miguel. Cuando Julio muere, deja toda
su fortuna a Miguel, lo que levanta sospechas en Carlos. Empieza a cuestionar y
a presionar a su madre, sobre todo cuando muere su padre. Rosario
confiesa todo. Carlos al final le otorga su perdón pero decide irse fuera
de México.
La familia feliz con Carlos (Joaquín Cordero) y Miguel (Xavier Loyá),
ambos enamorados de la misma joven (Elda Peralta)
La novela
de Mauppasant no sigue exactamente la narrativa de la
película, por lo que será correcto indicar que es una película inspirada en una
novela donde el padre no ha muerto y los hijos ya son mayores, como algunas
diferencias. La envidia de Pedro (Carlos en la película) hacia Juan (Miguel)
será la base de la trama y los intentos del primero por descubrir la verdad del
otro. Con todo, la novela tiene todos los elementos que alimentarán al
melodrama, añadiendo un prólogo para ilustrar el acercamiento que Rosario tiene
con Julio en el cual desborda la pasión jamás sentida (y es de imaginarse nunca
correspondida) por parte de su marido.
La lectura del inesperado testamento
Miguel reacciona ante su herencia
Una enfermera (Eva Calvo) siembra la duda
en Carlos a quien ama sin ser correspondida
Se cumplen los
elementos del melodrama: la mentira sirve como base para que permanezca la
relación humana y la ignorancia de uno de los cónyuges permitirá la continuidad
de la estabilidad familiar. Luego, deberá cumplirse el destino implacable que
servirá para el descubrimiento de la verdad, además de la muerte del padre para
incrementar el sentimiento de culpa. Lo que era naturalismo en la novela, se
convierte en vergüenza y soledad en la película. El personaje de la madre que
Buñuel había transformado en Los
olvidados (mujer que tenía hijos porque se metía con diversos hombres sin
remordimiento) ahora debe pagar su momento de debilidad como, por dar un único
ejemplo entre otros existentes, la madre de Elena en Aventurera (Gout, 1949).
El reproche de Carlos
La muerte del padre durante
la boda de Miguel
Hay que
destacar que la adaptación fílmica fue de Jaime Salvador, quien destacaría por
ser uno de los peores directores en la historia del cine nacional, además de guionista
en varias películas de Cantinflas, pero cuenta con diálogos adicionales por
Rodolfo Usigli del cual luego, Buñuel filmaría una lectura personal de su única
novela Ensayo de un crimen. Sin
embargo, contra trama convencional existe una buena factura. La película tiene
cuidadosa recreación de época gracias a la escenografía de Gunther Gerszo,
además que el fotógrafo Raúl Martínez Solares pertenece al conjunto de
cinematografistas distinguidos de esos tiempos. Y el elenco cumple
decorosamente. Todos los nombres mencionados en la sinopsis fueron actores solventes.
Julio Villarreal, pionero del cine nacional, es uno de los grandes actores en
nuestra historia cuya cumbre sería el padre avaro en Eugenia Grandet (Emilio Gómez Muriel, 1952).
El perdón a la madre
El perdón entre hermanos
No hay
Buñuel malo por más que se empecinara el cineasta en expresarlo. En todo caso Una mujer sin amor será un Buñuel menor
porque, si se compara con otros títulos, no quedaría en el último lugar. Menos
cuidada y más pobre en producción es La hija del engaño, y mucho más
melodramática y excesiva es El río y la muerte. Si
no fuera por su elenco seductor Los
ambiciosos resultaría mucho menor y soportable que La muerte en este jardín. El propio Buñuel dijo que hizo malas
películas pero ninguna moralmente incorrecta. Hay que sumergirse en Una mujer sin amor para darle su justo
lugar como melodrama correcto y brillante dentro de la historia del cine mexicano. En eso estamos de acuerdo con el crítico Rosenbaum (otro de los últimos grandes de la crítica de cine culta e informada de los tiempos dorados en Estados Unidos).
Rosario mira la fotografía de Julio,
su gran amor...
*Buñuel, Luis y Jean
Claude Carriére, MI ÚLTIMO SUSPIRO, Plaza y Janés, 1982, 1ª. edición.
**De la Colina y
Tomás Pérez Turrent, LUIS BUÑUEL, PROHIBIDO ASOMARSE AL INTERIOR, Joaquín Mortiz,
1986, 1ª. edición.
***Evans, Jo y
Breixo Viejo (eds.) LUIS BUÑUEL, CORRESPONDENCIA ESCOGIDA, Cátedra, 2018, 1ª.
edición.