domingo, 30 de diciembre de 2018

ANIVERSARIIOS MEXICANOS (5)





1969: un año de erotismo y picardía…



En 1969 la producción del cine mexicano llegó a 88 títulos y se distingue por los temas eróticos que se tocaron gracias a que la censura se había relajado en cuanto a desnudos y ciertas palabrotas. Tanto en melodramas como comedias, cine de acción y aventuras, se recurrió a la audacia. En general, se dio lugar a que se filmaran algunas películas con mayores intenciones expresivas, permitiéndose además el debut de algunos nuevos realizadores.
Ofelia Medina, Francisco del Villar e Isela Vega

         Hace cincuenta años Isela Vega se convirtió en el objeto sexual por excelencia gracias a Las pirañas aman en cuaresma de Francisco del Villar, donde era madre de una joven Ofelia Medina que caían en los brazos del mismo hombre, un sinvergüenza Julio Alemán, que las disfrutaba sin imaginar que eran la versión humana de viudas negras… o las pirañas del título. Distribuida por Columbia Pictures, la cinta mereció estreno en el exquisito, entonces, Cinema Río 70, haciendo que los jóvenes nos volcáramos a ver los desnudos de la terrenal Isela, como sucedió con La hora desnuda (José Díaz Morales), La buscona (Emilio Gómez Muriel) y El sabor de la venganza (Alberto Mariscal)
Jorge Rivero y Ofelia Medina, amantes imposibles

         Por su lado, Ofelia Medina pasó de ser la joven y mimada Patsy mi amor (Michel 1968) a prostituta, también desnuda, tanto en Las figuras de arena (Gavaldón), donde afirmaba la masculinidad de Valentín Trujillo, como en Paraíso (Alcoriza), donde la redención posible con el fortachón Jorge Rivero se cancelaba por la muerte inesperada de éste. Este tipo de melodrama audaz hizo que el incesto fuera una posibilidad en Los años vacíos (Sergio Véjar), con Elsa Aguirre que no desea saber si su amante Joaquín Cordero era también su hermano, así como el lesbianismo en Las bestias jóvenes (José Ma. Fernández Unsaín) donde la reprimida Jacqueline Andere besaba a su amada Alma Delia Fuentes antes de suicidarse y La amante perfecta (Abel Salazar).
Mauricio Garcés se hace pasar como homosexual
para acostarse con sus clientas como Zulma Faiad.

         La comedia picaresca tenía a Mauricio Garcés como su estrella principal y apareció en cuatro títulos dirigidos por su realizador de cabecera René Cardona Jr.: Modisto de señoras (su grandísimo taquillazo que aquí se exhibió hasta en el refinado Cinema del Valle sin quejas de la casta divina), Departamento de soltero, Fray don Juan y Espérame en Siberia, vida mía. Todavía alcanzó a filmar una quinta película, Tápame contigo, pero bajo las órdenes del guatemalteco productor e improvisado director Manuel Zeceña Diéguez.

Una pareja atractiva y sensual:
Manuel López Ochoa y Lucha Villa

La mejor película mexicana de 1969

Sin embargo, la gran comedia picaresca del año fue El quelite que permitió el debut en el largometraje al director Jorge Fons quien se volvería importantísimo nombre en el futuro. Basada en un vodevil teatral, la versión cinematográfica adquirió gran dignidad con el simpático Manuel López Ochoa como el macho que se vuelve impotente al escuchar la canción del título: eso lo aprovecha Tin Tan quien es su rival por el amor de Lucha Villa para cantársela antes de la consumación carnal. Una cinta deliciosa.


         El melodrama por antonomasia se vio ilustrado por las versiones de radionovelas o telenovelas exitosas: Cruz de amor (Federico Curiel), La mentira (Emilio Gómez Muriel), Rubí (Carlos Enrique Taboada), Fallaste corazón (José María Fernández Unsaín), Anita de Montemar (Manuel Zeceña Diéguez). 


         Los directores o estrellas de antaño filmaron producciones que alcanzaron buena respuesta del público. Roberto Gavaldón filmó una nueva versión de La vida inútil de Pito Pérez con López Tarso en el rol principal quien no logró opacar la actuación genial de Tin Tan en la versión dirigida por Bustillo Oro en los años cincuenta. Cantinflas hizo su cinta anual: Un quijote sin mancha (Miguel M. Delgado). Libertad Lamarque, tan vigente como nunca a sus 60 años, participó en un controvertido melodrama: Rosas blancas para mi hermana negra (Abel Salazar) que aprovechó el tema muy actual por esos tiempos de los transplantes de corazón en una trama donde una chica blanca se salvaba por la muerte de una joven negra. Rogelio A. González filmó La sangre enemiga, sobre una sabrosa novela tremendista de Luis Spota, con Meche Carreño como voluptuosa esposa de un jorobado David Reynoso, padre del fortachón retrasado mental Juan Miranda con el cual ella se acostaba luego de verlo bañándose desnudo y, por tal motivo,  el marido la mataba quemándola. Ismael Rodríguez realizó un melodrama populachero Faltas a la moral donde quiso sustituir fallidamente a Pedro Infante por ¡Alberto Vázquez!


         El cine del oeste a la mexicana tuvo como logrados ejemplos a El tunco Maclovio (Alberto Mariscal), Juan el desalmado (Miguel Morayta) o Su precio… unos dólares (Raúl de Anda Jr.), pero la obra de culto, como variante filosófica y pretenciosa (para nuestros ojos actuales) fue El topo (Alejandro Jodorowsky).


         Otras variedades que deben mencionarse son la cinta en episodios Siempre hay una primera vez (Estrada, Murray, Walerstein) donde se narraban las pérdidas de la virginidad de tres muchachas correspondientes respectivamente a sendas clases sociales. Eulalio González Piporro escribió, produjo y dirigió su ópera prima El pocho. Alfonso Arau debutó como director con El águila descalza, comedia desparpajada y satírica basada en una historieta.

         Y así estaban las cosas, en general, del cine mexicano hace cincuenta años aunque se han omitido pocos casos… Muchas de ellas todavía se exhiben y el mejor homenaje siempre será volver a verlas...
        



        




sábado, 29 de diciembre de 2018

ANIVERSARIOS MEXICANOS (4)


1959: Las películas que serán sexagenarias…




         El primer año del sexenio de López Mateos se filmaron 116 películas. Ya por tradición se menciona a Macario como la gran película del año luego que tuvo mucho éxito y hasta fue nominada al Óscar como cinta extranjera, primera vez que esto sucedía. Aquí pudimos verla en el Cine Juárez donde fue estrenada y que, en esos tiempos de su apertura, solamente exhibía ciertas cintas nacionales porque estaba dedicado exclusivamente al cine extranjero. No hay mucho que contar sobre una película que todavía se exhibe mucho, basada en un cuento de Traven, bajo la dirección de Roberto Gavaldón. Hermosa fotografía de Gabriel Figueroa en un cuento alegórico sobre las veleidades de la muerte y la fragilidad humana.




         Las otras películas de ese año filmadas para aprovechar el prestigio de sus realizadores fueron Los ambiciosos que vino a ser una de las cintas menores de Luis Buñuel, aunque con reparto de lujo al tener a María Félix, al bello y malogrado Gerard Philipe (quien moriría ese mismo año), además de Jean Servais y Domingo Soler. La cinta narra una situación política que sucede en una ficticia nación centroamericana que se encuentra bajo una dictadura con las diversas intrigas que intentan derrocarla entre tramas de pasiones prohibidas; Sonatas fue una coproducción con España filmada en dos partes y sendos países. Dirigida por Juan Antonio Bardem, también tuvo a María Félix en el episodio mexicano y a Aurora Bautista en el español, donde se narran las aventuras del Marqués de Bradomín (Francisco Rabal, luego de su magnífico Nazarín) contra los conservadores, primero en su país del cual escapa para llegar a México.




         Sin embargo, dentro del cine comercial, con menores intenciones de aliento o búsqueda de premios (como ocurre ahora en muchos casos) se filmaron películas del oeste a la mexicana, melodramas tremendos, cintas con cómicos y comedias rancheras. Entre los títulos destacados del año tenemos varios que ya son antológicos.


La mejor película mexicana
del año 1959, a pesar de su
director, lo que comprueba que
guion y elencos, en ocasiones,
son suficientes si son íntegros y redondos.



1-    El toro negro – Benito Alazraki (guion de Luis Alcoriza)

2-   El esqueleto de la Sra. Morales – Rogelio A. González.

3-   Cada quien su vida – Julio Bracho

4-   Puños de roca – Rafael Baledón

5-   Amor en la sombra – Tito Davison

6-   Chicas casaderas – Alfredo B. Crevenna

7-    Ellas también son rebeldes – Alejandro Galindo

8-  La llorona – René Cardona

9-   Vivo o muerto – Gilberto Martínez Solares

10.Remolino – Gilberto Gazcón



y dentro de las series de los Estudios América (varias películas con tres episodios promedio en cada una, que se estrenaban por separado en las salas)




         1 – Serie Nostradamus – Federico Curiel

2 – Serie Aventuras de la pandilla – Julio Porter

3 – Sere Chucho el Roto – Manuel Muñoz




Aparte, Alfredo B. Crevenna dirigió las versiones fílmicas de dos telenovelas exitosas: Senda prohibida que fue la pionera de la televisión mexicana y Gutierritos que se volvió lo que ahora se conoce como “viral” sobre todo con la forma en que María Teresa Rivas (por televisión) expresaba peyorativamente el apellido de su marido.




Por otro lado, las cintas en que se mostraban las perversiones y los excesos de la juventud, aunque de manera morbosa, sin los fines de regaño y precaución que expresaba Alejandro Galindo en sus películas, llegaron a su fin con Estos años violentos de José Díaz Morales y Peligros de juventud de Benito Alazraki, triste adaptación de una intensa obra teatral de Héctor Mendoza.



Por supuesto que se filmaron cintas con Viruta y Capulina cuyo gran valor en estos tiempos son los elencos femeninos y los números musicales con artistas invitados. Tin Tan se encontraba en el inicio de su decadencia pero la gracia es innegable en El pandillero, La casa del terror (junto con Lon Chaney Jr.) y Variedades de medianoche.

        

ANIVERSARIOS MEXICANOS (3)


1949: un año prodigioso del cine nacional...


         Al iniciar el tercer año del presidente Miguel Alemán, la modernidad iniciada en el sexenio previo se implementó y fue la época en que se consolidó la clase media. El cine mexicano apoyó la realidad circundante con películas que hablaban del progreso y los electrodomésticos ya comunes en los hogares. En 1949 se promulgó una ley cinematográfica que, por desgracia, no tendría mayor trascendencia. Al devaluarse el peso hacia casi el doble de su valor, la economía sufrió pérdida en el valor adquisitivo pero ventajas para la inversión privada y extranjera en el país. El cine tuvo que abaratarse y, por consecuencia, se incrementó la producción: por primera vez en su historia se sobrepasó el centenar de títulos. Fue un año en que los grandes cineastas renombrados pudieron realizar algunas de sus mejores películas. Para este recuento, homenaje a las que serán septuagenarias, optaré por destacar alguna de esas cintas por director, aclarando que no hubo ningún debutante en este oficio. Además, me salgo un poco de los lugares comunes que ya han creado una serie de convenciones tradicionales.
La mejor película del
cine mexicano en 1949
1-     Juan Bustillo Oro. Vino el remolino y nos alevantó. La trama hace honor al título de la película. Una familia capitalina conformada por padre, madre, tres hijos y una hija sufre la separación por los avatares de la Revolución Mexicana. El destino los lleva por rumbos distintos de los cuales el espectador es testigo sin que ellos, alguna vez cruzándose al azar, puedan reconocerse. Así pasan casi 30 años (desde los tiempos previos a la caída de Porfirio Díaz hasta la inauguración del Monumento a la Revolución. El director Bustillo Oro había pensado esta trama desde los tiempos en que colaboró con Mauricio Magdaleno en El compadre Mendoza pero siempre hubo algo que lo detuvo. En 1949 como productor y con el apoyo de Fernando de Fuentes y Gonzalo Elvira, utilizando un reparto de actores secundarios, logró por fin realizar esta trama maestra que sigue repitiéndose hasta nuestros días: las familias separadas por las estupideces de Trump, los muertos en las guerras del Medio Oriente, los migrantes que ahora son universales. Una cinta estrujante y admirable.
2-     Roberto Gavaldón. La casa chica. Un argumento de José Revueltas que nos habla de la amante, la mujer que está en segundo plano por el hombre cuyas circunstancias lo llevan a la infidelidad institucionalizada. La diferencia estriba en que aquí los amantes son profesionales, conscientes de sus situaciones, a quienes la pasión amorosa surgida en otra época de sus vidas se ve obstaculizada por el paso de los años y las convenciones sociales. La trama recuerda a La usurpadora (Stahl, 1932) basada en una novela de Fanny Hurst, popularísima en su tiempo donde queda claro que el verdadero amor permanece vivo contra toda barrera.
3-     Alberto Gout. Aventurera. La trama básica del cine de cabaret y perdición que fue proliferando desde 1945 hasta alcanzar su esplendor en este año y el siguiente: la joven que queda desamparada por algún motivo y cae en la prostitución contra su voluntad. En este caso, su proxeneta resulta ser su futura suegra y la venganza termina siendo justiciera. Por otro lado, una película donde, como en el caso de Nosotros (Rivero, 1944), se quebrantan (de otra manera) los códigos morales: la heroína luego de haber pecado y alcanzado su desquite, alcanza a redimirse junto con un marido que seguramente la protegerá.
4-     Fernando A. Rivero. Perdida. Otra continuación de la trama mencionada, aunque en este caso, hay la variación de una violación, otro abuso sexual para caer en la venta a una proxeneta de quien era una inocente muchacha enamorada. Y ahora un posible suegro había sido su amante.
5-     Alejandro Galindo. Cuatro contra el mundo. El cine mexicano vivió una etapa productiva en cuanto al género denominado negro que fue tan significativo para la industria de Hollywood y bautizado como film noir por la crítica francesa de posguerra. Aquí hay un ejemplo que sucede principalmente en interiores donde cada uno de los integrantes de una banda de ladrones y su cómplice, una mujer caída en desgracia, representan a personajes negativos de nuestra sociedad aunque, como siempre, el amor permite, al menos, la redención personal aunque no la existencia. 
6-     Miguel Morayta. La venenosa. Pasiones en un circo donde el personaje femenino está condenada a que la vida “envenene” a sus amores, con un final ambiguo y delirante.
7-     Gilberto Martínez Solares. El rey del barrio. La cinta cumbre y esencial para entender al personaje fáunico, desparpajado, irreverente de Tin Tan, bajo el mando del realizador que mejor lo entendió. Una delicia.
8-     Emilio Gómez Muriel. Las puertas del presidio. Melodrama tremendista que se basa en un clásico del folletín y que sucede dentro de prisión donde el héroe se topará con otros personajes que le narran sus desgracias producidas por lo negro del destino. El director logra una buena película mientras llegaban sus obras maestras futuras (Anillo de compromiso, Carne de presidio, Eugenia Grandet).
9-     Tito Davison. Doña Diabla. En esta variación del cine de prostitución, la protagonista también cae contra su voluntad en el comercio sexual pero se torna poderosa y vengativa. María Félix con un vestuario de lujo y una edad donde lucía su gran belleza (35 años) muestra lo que era una verdadera estrella de cine.
10- Emilio Fernández. La malquerida. La adaptación al cine mexicano de una tragedia de Jacinto Benavente nos muestra otras imágenes de la pasión amorosa: Raimunda (Dolores del Río) acaricia las prendas de vestir de su hombre y con eso, transmite todo su deseo.
Hay muchos otros títulos magníficos que destacan a este año como uno de los más estimables en la historia del cine nacional: Ventarrón, El sol sale para todos, Ángeles de arrabal, Felipe de Jesús, Guardian: el perro salvador, Cuando los hijos pecan, Hipócrita… El cine mexicano era exitoso, buscaba a su público y éste lo apreciaba. Hace setenta años.

viernes, 28 de diciembre de 2018

ANIVERSARIOS MEXICANOS (2)



1944: 75 aniversario de películas notables...

La mejor película mexicana 
del año 1944
Luego del auge ocurrido en 1943 con 70 películas producidas dentro del cine mexicano, hecho provocado por la Guerra Mundial y el apoyo decidido de Estados Unidos a nuestro país para evitar propagandas del Eje y castigar a los países aliados con el fascismo, se filmaron cuatro películas más, número insólito en lo que iba hasta el momento de la industria cinematográfica. 1944 tuvo la gracia del debut de Roberto Gavaldón con la cinta que fuera la más destacada del año por periodistas, críticos y público, La barraca, extraordinaria recreación de tierras valencianas, sobre una novela de Blasco Ibáñez, que de alguna manera reflejaba el estatus español del momento. Otros debuts fueron los del alemán Alfredo B. Crevenna (Adán, Eva y el diablo), paráfrasis de una obra teatral de Von Kleist adaptada a México, e inicio de la carrera de un prolífico director que nos daría entrañables melodramas en el futuro. El escritor Eduardo Ugarte propició el debut estelar de “Los Kíkaros”, pareja cómica triunfante en el teatro de revista (Bésame mucho). Humberto Gómez Landero, colaborador de Bustillo Oro inició con un melodrama (La mujer que engañamos) para que el mismo año ofreciera una exitosa comedia con Pardavé (El gran Makakikus). Adolfo Fernández Bustamante, poeta y periodista que luego sería líder sindical también comenzó con un drama (Más allá del amor). El español Antonio Momplet nos brindó a una María Félix en doble papel como rubia y morena que provocaba la caída emocional y existencial de un médico, basándose en un relato de Zweig (Amok).
En el caso del cine prestigioso, bien filmado y con un sentido exacto del romanticismo trágico, se encuentran Crepúsculo de Julio Bracho, melodrama del México moderno, con departamentos de lujo, caballos en las aceras de las colonias ricas y primitivas del entonces Distrito Federal, temáticas de psiquiatría y psicología. Emilio Fernández, con su equipo usual, nos dio una hermosa cinta de perdición y redención en Las abandonadas para luego irse al Guanajuato del siglo XIX con una historia del imposible amor con Bugambilia. Gilberto Martínez Solares filmó una comedia extravagante llamada Un beso en la noche para pasar a dos adaptaciones literarias de gran pretensión: La trepadora basada en Gallegos y El jagüey de las ruinas sobre una novela ganadora del premio Lanz Duret de la escritora Sara García Iglesias. Fernando A. Rivero filmó una de las más bellas historias de amor en el cine mexicano en Nosotros donde la relación entre Ricardo Montalbán y Emilia Guiú sugería el placer carnal libre, audaz para su tiempo; para mi gusto, fue la mejor película de su año. El propio Montalbán apareció en La hora de la verdad de Norman Foster, apasionada incursión en la vida amorosa de los toreros a través de personajes femeninos que presentan desde la abnegación hasta la locura, y que considero la segunda mejor película de 1944. Juan Orol filmó una de sus más representativas películas con Los misterios del hampa.
1944: año de contrastes y consolidación de la llamada Época de oro del cine mexicano. A disfrutarlo y a ver las películas…

LAS MEJORES PELÍCULAS DE 1944

1-    Nosotros 
2-   La hora de la verdad
3-   La barraca
4-   Las abandonadas
5-   Crepúsculo
6-    Bugambilia
7-    Me he de comer esa tuna
8-   Cuando quiere un mexicano (a pesar del charro)
9-   Un beso en la noche
10- El museo del crimen




jueves, 27 de diciembre de 2018

ANIVERSARIOS MEXICANOS (1)


1919: CIEN AÑOS



         A partir de 1916, cuando se filmó el primer largometraje de ficción en la capital (La luz) y otro en Yucatán (1810 ¡o los libertadores!), se empezó a ver al cine como experimento pero más bien se quería que fuera negocio. Solamente en 1917 se filmaron 14 largometrajes para luego bajar a 5 en 1918 y volver a subir a 12 en 1919, aunque no todas se estrenarían y, por lo tanto, se perderían como la mayoría de las producciones silentes. En 1918 el gran éxito fue Santa, pero en 1919 se filmó, aunque se estrenó hasta el 11 de diciembre, ya a final de año, El automóvil gris, producida y dirigida por Enrique Rosas con el apoyo de Joaquín Coss y Juan Canals de Homs, directores artísticos y actores en la trama. La película fue en realidad una serie en 12 episodios que luego, hacia 1933 sería sonorizada de manera muy primitiva, dejándola en casi dos horas de duración, pero permitiendo su preservación, quedando como documento de época y escaso ejemplo de lo que fue nuestro cine mudo.

         La cinta narra los robos y asesinatos perpetrados por la famosa banda que utilizaba dicho auto como vehículo de transportación y escape. Al ser capturados algunos de sus integrantes, se les mandó fusilar y este hecho fue filmado para luego ser integrado a esta película incrementando por lo tanto su valor documental. La famosa banda fue mencionada en Las abandonadas (Emilio Fernández, 1944) al hacer que el General interpretado por Pedro Armendáriz fuera uno de los cabecillas (ya que según rumores, el candidato presidencial Pablo González fue el jefe y cerebro de los delincuentes en la banda real). La película fue taquillera pero su realizador moriría prematuramente en 1920 (a los 45 años de edad), dejando una dinastía que se haría productiva y legendaria en el cine sonoro (Producciones Rosas Priego), quedando como uno de los padres del cine mexicano.

         Las otras películas de 1919 fueron también estrenadas hasta el siguiente año pero varias de ellas producidas, extrañamente, por la Defensa Nacional para alabar los valores del país, no salieron a la luz pública. Destacaron La llaga dirigida por Luis G. Peredo con la intención de repetir el éxito de Santa ya que estaba basada en otra novela de Federico Gamboa y la interpretaba también Elena Sánchez Valenzuela. Una película exitosa fue Viaje redondo (José Manuel Ramos) que narraba las peripecias de un ranchero en la gran capital para dar paso a lo que será un género exitosísimo en el cine sonoro, o sea la comedia ranchera. En esta película debutaron dos cómicos del teatro frívolo Leopoldo (Cuatezón) Beristáin quien solamente filmaría otras cuatro películas en el cine sonoro, pero también alguien que sería icónico hasta su muerte, o sea, Joaquín Pardavé. También hay que mencionar que se filmó La banda del automóvil (Ernesto Vollrath) para explotar el tema, aunque no tenía nada que ver con la realidad que posteriormente emularía la producción de Rosas. 

         En 1919 comenzaron algunas acciones incipientes de censura promovidas por el propio presidente Carranza en cuanto a las imágenes denigrantes que las producciones norteamericanas mostraban de México. Igualmente se empezó a regular la exhibición estableciendo impuestos a las salas cinematográficas. La producción nacional era escasa pero el cinematógrafo ya había prendido a muchos espectadores con el exceso de cine extranjero. Ya habían comentarios y críticas entre quienes veían otra expresión artística a lo que inició como un juguete científico propio de finales del siglo XIX. Ahora nos inundan títulos y hay más películas que tiempo disponible para disfrutarlas.