domingo, 28 de octubre de 2018

EL PAN DE LA VIDA


LA ANCIANA INDIGNA
(La vieille dame indigne)
1965. Dir. René Allio.



         La vi en el Cine Rex seguramente en 1970, en alguna tarde de sábado o mañana de domingo. En otra ocasión, por aquí, les comenté sobre Trenes rigurosamente vigilados (Menzel, 1966) que también me tocó disfrutar en esa sala (porque al ser europea debía ser atrevida y ahí se exhibían películas “difíciles” o para adultos) y que también era de los títulos que llegaban a la Reseña de Acapulco para luego pasar a la Sala de Arte Regis, situada en el hotel del mismo nombre que se desplomó cuando ocurrió el terremoto de 1985 en la Ciudad de México. Afortunadamente, luego de buscarla por años, la pude recuperar de la manera más inesperada, pero eso ya no lo contaré aquí. El hecho es que reencontré una de las películas más significativas en mi experiencia cinefílica.

La extraordinaria Sylvie (1883 - 1970)

La anciana indigna fue una película que me impactó. Es la historia de Berthe (Sylvie), una mujer sesentona que enviuda: en lugar de dedicarse a sus hijos, pide a estos que la ayuden con lo que puedan cada mes para sostenerse. Sin embargo, la empiezan a criticar porque inicia una amistad con la mesera del restaurante cercano a su casa a la cual atacan por su ligereza y por prostituirse. Empieza a frecuentar a un impresor que se reúne por las noches con amigos de pensamiento izquierdista y toman vino. Va al cine junto con su amiga.


         De manera paralela se narra la realidad cotidiana de su hijo Albert quien trabaja como transportista de materiales de construcción y al cual ayuda su hijo Pierre, cuya voz será la narradora de los hechos. Albert tiene problemas económicos y el muchacho sueña con triunfar en la música. Es el primero que se escandaliza cuando se entera de las acciones de su anciana madre quien va a un restaurante cuando a él no le alcanza para sus deudas y cuestiones cotidianas. Pierre, por su lado, visita de vez en cuando a su abuela, coquetea con la mesera y llega a tener relaciones íntimas.

         Cuando el otro hijo, Charles, va a arreglar un asunto cercano y la llega a visitar en el momento en que Berthe está a punto de salir, la madre lo recibe cortésmente, pero cuando el hombre le propone que vayan a visitar la tumba de su padre, ella le contesta que él sabe dónde está, le indica la orientación exacta y lo deja. Para continuar con su independencia, Berthe vende todos sus objetos y muebles, dejando solamente lo necesario. Compra un auto usado para que lo manejen tanto su amiga como el impresor. Luego, apoya a este último para que se mude a otra ciudad, adquiera un local y establezca su nuevo negocio. Todo lo ha hecho hipotecando su casa. Luego, cierto día, muere.


         La cinta está basada en un hermoso cuento de Bertolt Brecht que se encuentra en su libro Historias de almanaque (Alianza Editorial) y que el realizador Allio adaptó, para su primer largometraje, llevando la acción a su época contemporánea (los años sesenta) y añadiendo las historias específicas del hijo y nieto, transformando a una joven con retraso mental en la prostituta y a un zapatero en el impresor socialista. La narración ocurre separada en pequeños capítulos que llevan los nombres no consecutivos de los meses: inicia en abril para terminar año y medio después. La actriz Sylvie tenía 82 años y tanto la vulnerabilidad como el rigor de una anciana dama. Las canciones de Jean Ferrat (On ne voit pas les temps passer) complementan y comentan sobre el sentido del tiempo que se nos va sin pensar así como la edad que llega implacable.

Emocionada con las escaleras eléctricas

         El goce de la película reside en el sentido de libertad que adquiere la anciana: la vemos visitando un gran almacén subiendo y bajando por las novedosas escaleras eléctricas que le han asombrado según notamos en su rostro. Luego se sienta en la mesa exterior de un café donde disfruta de un gran helado. Cuando su nieto le ofrece llevarla en su camioneta hasta el pueblo, ella se resiste diciéndole que tomará el autobús, pero finalmente toma un coche tirado por caballos hasta su destino. Berthe está excavando al mismo tiempo que descubriendo toda la vida que nunca pudo disfrutar.

Bertolt Brecht, gran narrador aparte del teatro

         Brecht lo describe de manera poética al final de su narración, que también se escucha en la banda sonora de la película:

Bien mirado, mi abuela vivió dos vidas, una después de otra. La primera, como hija, esposa y madre, y la segunda, sencillamente como la señora B., una persona sola sin obligaciones y con medios modestos, pero suficientes. La primera vida duró aproximadamente seis decenios; la segunda, no más de dos años.

para rematar con una frase que todos deberíamos de considerar desde siempre y hasta llegar a la tercera edad, mientras se acerca el seguro final, y que fue lo que más me impactó de esa única visión en el Cine Rex, una tarde de sábado o un domingo por la mañana, que me sirvió de aviso, consejo, lección y forma de ver, disfrutar, a la vida, hasta este día en que ya soy más viejo que la indigna dama…

Había saboreado plenamente los largos años de servidumbre y los breves años de libertad, y consumido el pan de la vida hasta las últimas migajas.

René Allio (1924 - 1995) fue un realizador
discreto pero excepcional. Posterior a la
Nueva Ola, pero mayor en edad. Pocas
películas, pero todas maravillosas...

martes, 9 de octubre de 2018

GRAN CLÁSICO DE UN CENTENARIO


EL BESO MORTAL
(Kiss Me Deadly)
1955. Dir. Robert Aldrich.



         Una mujer desnuda, descalza, cubierta solamente con una gabardina, corre por la carretera buscando alguien que se detenga para que la ayude. No le queda más que colocarse frente a un auto que alcanza a frenar antes de atropellarla. El conductor es el investigador privado Mike Hammer (Ralph Meeker), primero enojado, quien a regañadientes le permite subir para llevarla. Por la radio se escucha la noticia sobre una mujer que se ha escapado de una institución para enfermos mentales, aunque esto no impide que Hammer la ayude, haciéndola pasar como su esposa, al ser detenidos por la policía. Más adelante, un carro se interpone, los saca fuera de la carretera y sus ocupantes se llevan a la mujer para torturarla y finalmente matarla. Hammer ha sobrevivido al accidente y despierta en un hospital donde lo espera su asistente (y amante) Velda (Maxine Cooper). Ante la amenaza de su amigo, el teniente Pat, que le prohíbe meterse en este caso porque Hammer ha demostrado curiosidad por saber lo que sucedió, hace que el investigador se mezcle en una compleja telaraña de personajes sospechosos y secretos terribles que lo llevarán a un descubrimiento tétrico, que no puede revelarse para que Ud. se sorprenda.
La mujer que corre por la carretera
y desata una compleja trama criminal
         Basada en una popular novela de Mickey Spillane, autor famoso por su personaje de Mike Hammer al cual tuvo como protagonista en seis novelas (entre 1947 y 1952; luego volvería a retomarlo hasta los años setenta), la película fue adaptada con un cambio bastante radical: en lugar de narcóticos como objeto deseado en libro, se puso al día para los temas preferidos de la guerra fría y el motivo de paranoia principal para la sociedad. La novela fue muy exitosa, sobre todo porque la carga de sexo y crimen, vulgar y descriptiva, aunque inteligente, le atrajo muchos seguidores: en aquellos años cincuenta, aquí en Monterrey, se encontraban las traducciones hasta en las farmacias donde había carruseles con libros baratos (Colección Caimán a $4.50; Populibros La Prensa a $5) en ediciones rústicas, de bolsillo. En este caso se tradujo y vendía como Bésame moribunda.

Ralph Meeker, en su mejor momento,
como el cínico y astuto Mike Hammer
En cambio, la película no tuvo tanto éxito en su estreno pero fue adquiriendo valor como cinta de culto gracias a la crítica francesa y el reconocimiento, al correr de los años, de la carrera de su realizador Robert Aldrich (1918 – 1983) del cual estamos celebrando su centenario y conmemorando en diciembre próximo  su 35 aniversario luctuoso. Aparte, el guion es del eminente escritor de ascendencia turca A. I, Bezzerides (1908 – 2007), quien inicialmente renegó de la tonta trama que estaba adaptando, sin darse cuenta de que fue el ejecutor literario para que se transformara en ejemplo insigne del llamado film noir por los franceses. (Bezzerides fue adaptador de otras joyas del cine clásico norteamericano: Mercado de ladrones, 1949, Jules Dassin; Odio en el alma, 1951, Nicholas Ray; Intriga en Damasco, 1951, Curtis Bernhardt; y uno de los dramas familiares más secos y extremos sobre la familia disfuncional que haya salido de Hollywood en esa época: La huella del gato, 1954, William A. Wellman que merecerá su propio artículo).

La mujer amenazante
El beso mortal sigue los cánones del género: la atmósfera oscura y el objeto de perdición; el gran estilo narrativo que conforma vericuetos y laberintos argumentales para alcanzar el final; el personaje femenino que aparenta dulzura pero puede llegar a límites impensados; el final feliz indirecto porque la trama principal no permitirá que las cosas lleguen a un nivel optimista: habrá tristeza o decepción. La película sufrió un corte que dejaba confusión al final y así fue conocida hasta que en 1997 se restauró y añadió a las versiones en vídeo que le dan mayor coherencia y se adecuan a las costumbres narrativas del Hollywood de esos tiempos. Una gran curiosidad: fíjense en la primitiva "contestadora telefónica" que tiene Mike Hammer en su oficina.
Robert Aldrich dirige a Gaby Rodgers
Ralph Meeker en el set de la película
Por celebrar al maestro Aldrich que nos dejó grandes y memorables cintas en su carrera extraordinaria (Tal como somos, 1956; El último atardecer, 1961; ¿Qué pasó con Baby Jane?, 1962; Doce del patíbulo, 1967, por mencionar unas cuantas) y por conocer un extraordinario clásico del cine negro, no deje de acercarse a esta película que se exhibirá en la Cineteca Nuevo León el martes 23 de octubre: están avisados y advertidos.