miércoles, 30 de marzo de 2016

EL FASCISMO ASCENDIENTE


NIDO DE ESCORPIONES
(Der Junge Törless)
1966. Dir. Volker Schlöndorff.


cartel alemán
cartel británico
cartel polaco
cartel checoeslovaco



            A finales de los años sesenta, el maravilloso Cine Club del Aula Magna de la UANL (que tenía dos proyectores de 35 mm como cualquier sala comercial) ofreció un extraordinario ciclo del Nuevo Cine Alemán (de entonces). Ahí pudimos conocer Anita G. - La chica del ayer (Kluge), De cabeza, Madame (Richert), Tiempo de veda para zorros (Schamoni), Escenas de caza en la baja Baviera (Fleischmann) y la película de la que hoy me ocupo, que en dicho ciclo se llamó El joven Törless y meses después se exhibió comercialmente en el Cine Rex bajo el título que les consigno: ninguna de las otras cintas regresaría. Anita G. podríamos disfrutarla nuevamente en los tiempos del DVD. Eran realizadores que habían surgido de una protesta realizada en el Festival de Oberhausen donde se quejaban del mal estado de la cinematografía de su país que consistía en comedias musicales, melodramas policiacos o películas varias sin distinción, producto del deterioro en que había caído el cine alemán (tan prestigioso e influyente en su etapa silente y hasta antes de la llegada de Hitler) debido al nazismo, la guerra y sus años posteriores. Esta cincuentenaria película vino a ser punta de lanza (junto con la de Kluge) para que comenzaran a tratarse otros temas dentro de una cinematografía que se tornaría deslumbrante, sobre todo por la subsecuente aparición de Werner Herzog (1942) y Rainer Werner Fassbinder (1945 – 1982).


Schlöndorff dirigiendo su primer largometraje


            Nido de escorpiones es la adaptación de la primera novela de Robert Musil (Las tribulaciones del joven Törless, 1906) que había sido gran éxito literario para su autor y que el joven realizador debutante Volker Schlöndorff (1939) utilizó para su debut en el largometraje: ya había sido asistente de nombres significativos para la Nueva Ola Francesa, Louis Malle (Fuego fatuo), Alain Resnais (El año pasado en Marienbad) y Melville (Morir matando), además de haber filmado un cortometraje. La película en pantalla ancha y contrastante blanco y negro daba un nuevo aliento al cine alemán, además de utilizar su trama (la perversión en un internado para jóvenes de buena posición en la región austro-húngara, previamente a la Primera Guerra Mundial) para convertirla en una alegoría de lo que sería el surgimiento del fascismo. Schlöndorff sigue fiel la trama de la novela pero le añade su particular visión. La cinta es, por lo tanto, fascinante.



            El joven Törless (Mathieu Carrière) llega al internado donde lo inscriben sus padres. Forma amistad con los poderosos Reiting (Fred Dietz) y Beineberg (Bernd Tischer). Uno de los alumnos, el judío Basini (Marian Seidowsky), pide a Reiting que le dé tiempo para pagarle una deuda pero se niega. Entonces Basini roba dinero a Beineberg y luego lo pierde en una apuesta. Al enterarse los dos jóvenes, empiezan a someterlo bajo la amenaza de denunciarlo ante las autoridades del colegio. Basini se atemoriza y se convierte en esclavo, luego en víctima de las torturas de sus compañeros. Törless es testigo de lo que sucede pero decide no informar sobre el asunto y se torna en espectador pasivo. Cierto día le pregunta a Basini el motivo por el cual permite tanta humillación y éste piensa que Törless se ha vuelto su aliado. Durante una tortura, Basini pide auxilio a Törless, provocando el enojo de Reiting y Beineberg quienes “entregan” a Basini a todos sus compañeros quienes golpean y lo humillan en el gimnasio del colegio, habiendo amenazado a Törless de ir o denunciarlo como cómplice de la víctima. Al ser descubiertos, Törless escapa pero luego regresa calmado al colegio decidiendo dejarlo. Explica sus motivaciones a las autoridades que lo interrogan. Luego vuelve a casa al lado de su madre quien ha ido a recogerlo.


Reiting (Dietz) y Beineberg (Tisch) en el cuarto de tortura


            Törless es un adolescente que no comprende el motivo para que la gente no actúe de acuerdo con su manera de pensar y permita la degradación. Basini le parece corriente y vulgar, alguien que debe ser castigado por haber robado, pero no acepta los castigos y el sometimiento que aquel sufre ante sus compañeros que se tornan en sádicos amos de un esclavo que sufre por temor a ser descubierto. Reiting llega a utilizarlo sexualmente y Beineberg le hace pasar por actos de crueldad. Prefiere callar ante los hechos y reflexiona ante los hechos. Se convierte en espectador de lo que sucede en el mundo.

Basini (Seidowsky) y Törless



            Schlöndorff sugiere sutilmente los actos atroces. Para el abuso sexual, luego de que llegan al cuarto de tortura que utilizan en secreto, muestra a Basini y Reiting revisando dibujos pornográficos. Con el deseo de enfatizar en Beineberg al símbolo del fascista adolescente (proyección de lo que vendrá en su país) lo pone a realizar un acto de hipnotismo donde Basini finge hasta que no soporta más. Esta es la parte física y violenta que el joven y sensible Törless no comprende. No acepta que el ser humano consienta a ser vejado aunque su razón moral le impide justificar el robo. Sin embargo, vale la pena comentar que en la novela Basini poseía cierto atractivo que turbaba a Törless: aquí es la contrario. Basini es feo.



            En otros aspectos, Törless se va dando cuenta del mundo en que vive al reflexionar sobre la situación de Bozena (Barbara Steele), una prostituta del lugar a la cual acuden los escolares, quien le hace ver sobre la hipocresía de las personas. Fue embarazada por el patrón de la casa donde trabajaba en la ciudad. Antes de eso, era bien vista por todos pero al caer en pecado sufrió el rechazo. No piensa que los demás seres humanos sean mejores que ella. Su disertación habla, entonces, de las clases sociales, donde Törless pertenece a un grupo burgués y acomodado.




            Luego está el caso de los números imaginarios. Su maestro de matemáticas le responde que es un mero concepto muy arriba de su entendimiento actual, por lo que debe aceptarlo por fe mientras no alcance otro nivel en sus estudios. Törless no comprende que partir de algo imposible se pueda llegar a algo concreto y que permita cálculos (la raíz cuadrada de “menos uno” no es real: cualquier cuadrado debe dar un número positivo) que finalmente sirve para la realidad.




            Ante todo lo que vive y reflexiona, Törless explica finalmente a las autoridades que él pensaba que había dos mundos separados por el bien y el mal. Sin embargo, se ha dado cuenta que coexisten y pueden pasar de uno a otro, de manera inmediata, provocando una realidad terrible. Su estancia en este colegio ha provocado una revuelta moral y le ha abierto los ojos a las debilidades y crueldades humanas. No imagina todavía que en pocos años serán las causas de que la humanidad sea sometida al infierno sobre la tierra: la persecución de las razas, las torturas, los genocidios, la falta completa de compasión del hombre por el hombre. Simplemente lo ha vivido en un singular modelo como antecedente. Lo más triste es que personas como él, serán indiferentes y permitirán los abusos.


Mathieu Carrère: Los estragos del tiempo en la belleza,
y sin embargo...


            Fue el primer estelar del jovencito Mathieu Carrière, nacido en Alemania, con antecedentes franceses, quien así iniciaría una larga e importante carrera que permanece hasta la fecha. De facciones finas y una belleza que lo tornaría en atractivo adulto y canoso anciano, resulta ser la mejor visualización del personaje de la bella novela de Musil. Los actores que interpretaron a los torturadores no volverían a filmar. Marian Seidowsky, el sufrido Basini, filmaría otras dos películas con Schlöndorff y otras dos con Fassbinder antes de retirarse del cine en 1972. Barbara Steele (1937) había aparecido en 8 ½ (Fellini, 1963), La fosa y el péndulo (Corman, 1961) y La máscara del demonio (Bava, 1960) para tornarse en icono del cine de terror, pero seguir adelante con su carrera entre roles de importancia o menores. 

El maestro Schlöndorff en la actualidad


            El director Volker Schlöndorff siguió adelante con una impecable carrera que nos brindó joyas como la adaptación de la novela de Von Kleist Michael Kohlhaas (titulada en México, El vengador rebelde que pudimos disfrutar en el Cine América), La moral de Ruth Halfbass, El honor perdido de Katharina Blum, la monumental adaptación de El tambor de hojalata (que le dio el prestigiado Óscar a mejor cinta extranjera), además de una extraordinaria entrevista fílmica con Billy Wilder donde el ahora desaparecido cineasta hablaba de todas sus películas. Ha seguido filmando con buena fortuna demostrando su valor y su talento.


Liga para leer la novela en línea:


https://literaturaalemanaunlp.files.wordpress.com/2011/06/16644099-robert-musil-las-tribulaciones-del-estudiante-torless.pdf

domingo, 27 de marzo de 2016

TRÍOS PASIONALES


VERANO A LAS 10:30
(10:30 P.M. Summer)
1966. Dir. Jules Dassin.

 
 
 

            Un hombre camina bajo una fuerte tormenta. Trae en su mano una pistola. Llega al cuarto donde se encuentran un hombre y una mujer desnuda. Mata a ambos. Paul (Peter Finch) viaja por una carretera de la España franquista acompañado por su esposa María (Melina Mercouri) y su hija pequeña (Isabel María Pérez), además de una amiga de la familia, Claire (Romy Schneider), en medio de una fuerte tormenta veraniega. Llegan a un pueblo luego de ser detenidos por la policía que anda buscando al asesino y así se enteran que se llama Rodrigo Palestra (Julián Mateos) que ha matado a su esposa y a uno de sus amantes. Por la fuerte lluvia deberán pasar la noche en un hotel con sobrecupo, dormir en pasillos, esperar a que les den mesa para cenar. María es alcohólica. Sale a beber en un balcón donde se da cuenta que un hombre camina bajo una manta en el techo de enfrente y resulta ser el fugitivo Rodrigo. Al mismo tiempo, mira hacia otro balcón más arriba donde descubre a Paul besándose con Claire. Son las 10:30 p.m. Le habla al fugitivo para decirle que le espere en el otro lado del hotel y ella pasará en su automóvil para llevarlo lejos. Así lo hace y lo deja en una colina prometiéndole que volverá al día siguiente a mediodía. Le cuenta a Paul y Claire y todos van al lugar donde encuentran a Rodrigo muerto: se ha suicidado. Siguen su camino y llegan a otro hostal en su camino a Madrid donde María se emborracha y sueña o desea que siga consumándose el amor entre su marido y su amiga. Llegan a Madrid donde acuden a un tablado flamenco. En cierto momento, María abandona el lugar. Claire y Paul la buscan sin encontrarla.

 


            Basada en una novela corta de Marguerite Duras, estamos ante una de las cintas más subestimadas y repudiadas por la crítica durante sus tiempos de estreno. Un crítico local, José Xavier Labrada, la etiquetó como “la peor película de 1967” en el suplemento dominical que tenía el periódico El Porvenir (en México se estrenó en diciembre 1967 y a nuestras pantallas regiomontanas llegó a principios de 1968). Pauline Kael, una influyente crítica de la revista The New Yorker escribió sobre una cinta que “gritaba” por lo presuntuosa. Lo más curioso de estos puntos de vista es que los adaptadores del guion de la película fueron el propio realizador Jules Dassin junto con la misma autora, alabada por sus textos. Sin embargo, el tiempo es el mejor juez: El crítico Robert Horton la revalorizó en la revista Film Comment indicando que Dassin había sido creador de obras clave del cine negro (La ciudad desnuda o Mercado de ladrones o La fuerza bruta, entre otras), y que esta cinta tomaba cierto rumbo alrededor del género, además de contar con presencias de fuerte impacto. Por otro lado, Dassin aportó su guiño al cine existencialista o deprimido que en esos años ofrecieron Antonioni (la cinta tiene un final que recuerda a El eclipse y la desaparición de María sería un homenaje a La aventura) y Varda (La felicidad donde el personaje creía que era natural tener dos mujeres a las cuales amar).

 
 
            La cinta presenta dos tríos pasionales: el prólogo muestra al marido que mata a mujer y amante porque debe defender su honor. Luego siente que ya no tiene sentido su vida y se suicida. Por otro lado, un trío donde no sabemos el motivo que impulsó a invitar a una amiga a viajar con una pareja, pero que se sugiere con el sueño alcoholizado de una esposa que entrega a su marido a la infidelidad: en lugar de asesinar, conviene perderse en el mundo, suprimir sus propios deseos, ya que la única tabla de salvación quedaba en ayudar a quien había llevado a cabo un acto de redención personal sin el valor para afrontarlo. Una novela difícil, como fue usual en los escritos de la Duras, fue transformada en su equivalente visual. No fue una película para su tiempo y la visión actual le da otra dimensión.

 


            Jules Dassin (1911 – 2008) fue otra víctima de la cacería de brujas en el Hollywood de principios de los años cincuenta. Se exilió en Francia donde pudo filmar obras maestras (Rififí entre los hombres) y luego alcanzar gran popularidad en 1960 con Nunca en domingo que también puso en el mapa estelar a su esposa Melina Mercouri. Esta cinta la iba a producir solamente para que la dirigiera su colega (y compañero de infortunio al ser también perseguido por la lista negra) Joseph Losey pero cierto incidente lo evitó. Bastante olvidada, había que rescatarla en su cincuenta aniversario.

En esta liga podrán ver la película:
https://youtu.be/LfBCQeXnkWE

 

viernes, 25 de marzo de 2016

CENTENARIO DE UN GRAN ACTOR


STERLING HAYDEN
(26 de marzo de 1916 – 23 de mayo de 1986)

 


            Nació en Nueva Jersey y murió en California. Fue de espíritu aventurero y desde jovencito se empleó en barcos con los cuales recorrió el mundo en varias ocasiones. En 1941 fue contratado por la Paramount para iniciar una carrera de altibajos. Apareció en muchas cintas del oeste aunque los títulos que lo distinguieron se encuentran entre las mejores de la historia del cine. Sterling Hayden fue bautizado por los publicistas como El hombre más hermoso del cine o El hermoso y rubio dios vikingo, para explotar su juventud y buena apariencia. Por fortuna, con el tiempo demostró que era un actor capaz y se convirtió en presencia de culto.
 

Mientras la ciudad duerme

             Entre las películas que lo muestran con todo su esplendor y calidad histriónica pueden enlistarse: Mientras la ciudad duerme (The Asphalt Jungle, 1950, John Huston), ejemplo del mejor cine negro de la época al interpretar a Dix, un ladrón de joyas que se ve envuelto en un engaño por parte del tipo que había organizado el asalto. Fue la cinta donde Marilyn Monroe comenzó a llamar la atención.
 
Lágrimas amargas

            Lágrimas amargas (The Star, 1953, Stuart Heisler) es un melodrama sobre el mundo del cine. Una estrella en bancarrota (Bette Davis), ganadora del Óscar, insiste en seguir con sus poses de diva. Va descendiendo en sus intentos de retorno al mundo del cine. Debe refugiarse en su ex esposo (Hayden) que alguna vez fue actor pero dejó la carrera al darse cuenta de su falta de talento.
 

Mujer pasional

            Mujer pasional (Johnny Guitar, 1954, Nicholas Ray) en donde aparece como un ex pistolero profesional que llega para ayudar a su amiga Vienna (Joan Crawford) contra los terratenientes locales que quieren echarla del lugar. Una cinta del oeste que se centra en pasiones y deseos ocultos de sus protagonistas.

 

El vengador de su padre

            El vengador de su padre (Terror in a Texas Town, 1959, Joseph H. Lewis) es otra cinta del oeste aunque su trasfondo es oscuro debido a la ambición de un hombre por poseer un terreno que contiene petróleo. Al asesinar a su dueño, llega el hijo (Sterling Hayden) quien tendrá que tomar cartas en el asunto para sobrevivir.


Dr. Insólito

            Dr. Insólito (Dr. Strangelove or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1964, Stanley Kubrick) donde interpreta al General Brigadier Jack D. Ripper, enloquecido y paranoico, que ordena que se lancen bombas contra la URSS ya que piensa que habrá una invasión del enemigo. Al no poderse detener la orden, inicia la 3ª. Guerra Mundial.

El padrino

            El padrino (The Godfather, 1972, Francis Ford Coppola) lo muestra como el corrupto Capitán McCluskey que paga su traición a manos de Michael Corleone. Es un papel corto, pero memorable. Cuatro años más tarde estaría en 1900 (Novecento, 1976, Bernardo Bertolucci) al lado de Burt Lancaster, como parte de tributo a sus personalidades por el realizador italiano.

1900
 
            Hayden utilizó al cine para obtener dinero y, de esa manera, cubrir los gastos de su gran pasión que era la navegación. En realidad detestaba al medio pero le era necesario. Fue testigo “amistoso” cuando la cacería de brujas en Hollywood, aunque nunca dio nombres de personas que no habían sido ya identificadas. Por otro lado, escribió su interesante autobiografía y una novela. Fue candidato a interpretar a Quint en Tiburón (1975, Spielberg) pero por problemas personales le fue imposible. No importa, tenemos más de 60 películas que nos permiten seguir disfrutándolo. Gran personalidad. Había que rendirle tributo en su centenario.
con Gloria Grahame
con Barbara Stanwyck
 
 
 
 
 

miércoles, 16 de marzo de 2016

ES LUPE, LUPITA MI AMOR...


AMOR A RITMO DE GO GO
1966. Dir. Miguel M. Delgado.




            Luces de colores amarillas y rosas, que luego en tomas abiertas añadirán al rojo y naranja (aunque quizás se deba al deslave del tiempo sobre la copia que ha llegado hasta nuestros días) aparecen sobre un fondo negro mientras se escuchan los primeros compases de “Es Lupe” interpretada por Los Rockin Devils, cuyas sombras se proyectan antes de que podamos verlos físicamente. Escenas de jóvenes bailando á go go con los saltos rítmicos y los brazos moviéndose alrededor de sus cabezas. Desde una toma sobre su trasero con vestuario dorado aparece Rosa María Vázquez como la bailarina principal Lupe (precisamente) quien posteriormente estará sobre una tarima, lo mismo que su amiga Leonor (Leonorilda Ochoa) y el artista op art Héctor (Arturo Cobo), responsable de la escenografía (la frase “a go go” aparece multitud de veces, junto con notas musicales). De pronto la música del grupo se encadena con los acordes de la Orquesta de Leo Acosta para que termine la canción. Una panorámica al exterior del lugar nos informa que hemos estado en el “Cafe A Go Go”, con letras en neón, sobre uno de los edificios de los Estudios Churubusco que antes y después hemos podido ver (o veremos) en otras películas.
 


            Llega el millonario Guillermo de la Vega (Raúl Astor) que propone a la quejosa y cansada Lupe la entrega de un automóvil a cambio de su entrega. Ella reclama y el hombre, entonces, cambia su oferta: el auto por siete lecciones de baile, los domingos a las siete, por setenta minutos. Como Lupe no sabe manejar, Guillermo incluye lecciones en su pacto. Inmediatamente se corta a las notas de “Las rejas no matan” mientras se ven calles nocturnas de la Ciudad de México y se empieza a escuchar la voz de Raúl (Javier Solís) quien trae de compañero en su auto, con doble control (o sea con doble volante) a su socio Lucio (Eleazar García “Chelelo”) quienes son dueños de una escuela de manejo, con un único vehículo que, casualmente, se le adeuda al millonario Guillermo. Por este motivo, Raúl conoce a Lupe quien lo invita a pasar al café para que la vea, a lo que el joven se niega porque está negado para el baile. De todos modos entra y se nota su disgusto, sobre todo cuando Lupe aparece con un bikini rojo, con mechas, para bailar “Watusi Go Go” que cantan Los Hooligans. Raúl se encuentra con Guillermo quien le recuerda su adeudo, antes que el mismo grupo interprete “Oh, qué flojera”. Lucio, por su parte, conoce a Leonor y se prenda de ella cuando lleva al lugar a una vieja alumna (Carlota Solares) quien lo pretende románticamente cuando Los Rockin Devils interpretan “Si soy graciosa”.

 


            Al terminar las lecciones, Lupe y Raúl van a celebrarlo frente al Lago de Chapultepec donde le declara que le gusta. Siguen con otra cita “a la antigüita” donde se confiesan sus ambiciones y sueños. Lupe tiene veinte años, no ha tenido novio y no tiene nada de qué avergonzarse. Raúl le responde que no es muy viejo, algún día tendrá dinero y podrá casarse con una muchacha de veinte años que no tenga nada de qué avergonzarse. Pasan a bailar mientras Raúl le canta “Espera, espera”. Luego, Lupe está bailando “Bule Bule”, con un bikini blanco, mientras Lucio y Raúl, además de Guillermo, se encuentran entre el público, cuando llega una pandilla que se acerca hacia la bailarina para besarla y tocarla. Empieza una lucha campal. Lupe declara que todo fue su culpa y que se retirará del baile ya que no es su camino. Al quedar solos Raúl y Guillermo se enfrentan disputándose a Lupe quien se entera de ello y se enoja. Guillermo ejerce presión con el adeudo por lo que Leonor le entrega a Lucio sus ahorros, sin que Lupe lo sepa, para salvar la escuela de manejo. Raúl se siente herido en su dignidad, Lupe le reclama, Raúl le entrega los papeles de la escuela y se va a emborrachar cantando “Te necesito” hasta que va a verla para reconciliarse. Le pide que imaginen que están solos y entonces le canta “Infierno y gloria”. Leonor le cuenta a Guillermo que Lupe está enamorada de él y que lo mejor que puede hacer es alejar a Lucio y Raúl enviándolos a Veracruz a una de sus oficinas. Guillermo acepta, lo anuncia en un gran final donde todo el elenco canta “Amor a ritmo de go go”. Durante el mismo, las dos parejas escapan y dejan un recado a Guillermo agradeciendo su apoyo. En el auto con doble volante, todos se besan.




            Amor a ritmo de go go fue la película que estableció a este tipo de baile en su etapa de salida, cuyo auge había iniciado gracias a la televisión y a los grupos musicales de moda. Vino a ser el equivalente, para otros ritmos, de Al son del mambo (Chano Urueta, 1950) o Twist, locura de juventud (Miguel M. Delgado, 1962). La marca disquera Orfeón producía el programa Discotheque Orfeón a Go Go desde 1965 explotando la moda impuesta en Nueva York con chicas en minifalda y botas que bailaban sobre tarimas, dentro de “jaulas”, dando paso al sucesor del popular Twist y del Surf (que de hecho, la propia marca Orfeón había alentado con un programa antecesor llamado Premiere Orfeón, donde aparecieron César Costa, María Eugenia Rubio o Bill Haley y sus Cometas en su etapa twistera mexicana). Ahí estuvieron muchos de los ídolos juveniles que Orfeón tenía en exclusividad (entre ellos Los Rockin Devils, Los Hitters, Los Belmont’s, entre otros). Una conductora fue la actriz Andrea Coto y una de las bailarinas estelares era Lucía Guilmáin. Fue un gran éxito entre los jóvenes de aquellos tiempos. Ya en 1965 el “a go go” había sentado sus reales en dos cintas de Gilberto Martínez Solares (Los perversos y Juventud sin ley). Al iniciar el año siguiente estaría, por ejemplo, Acapulco a go go (Arturo Martínez). Siguiendo esta moda llegó Amor a ritmo de go go, filmada en 1966 y estrenada ese mismo año para aprovechar el reciente fallecimiento de su estrella masculina Javier Solís (acaecido en abril de ese año).




            La película establece a la ciudad (Lupe, Leonor y Guillermo) contra la provincia (Raúl y Lucio), ya que se definen sus orígenes. Lupe es moderna, baila para ahorrar y conseguirse comodidades. Raúl, llegado de provincia junto con su compañero Lucio, se esfuerza por salir adelante para luego tener dinero y casarse con una buena muchacha. El conflicto es mínimo: los esfuerzos del poderoso Guillermo por seducir a Lupe se ven derrotados cuando la muchacha apuesta por su honradez y por la pasión que le despierta el simplote de Raúl. No es de extrañarse que en una pelea, Raúl derrote al millonario; luego sea engañado para emplear a los amigos provincianos en una sucursal mercantil ¡de provincia! a donde escapan las parejas enamoradas. Otra vez la perversa ciudad pierde su infernal batalla contra la pureza del interior del país.

 
Todo esto ocurre mientras se suceden los números musicales del ritmo de moda. El falso e inexistente Café a go go es un mero jacalón (algún foro inmenso de los Churubusco) donde los grupos, la orquesta y las mínimas escenografías se colocan sin mayor ciencia. Y ocurre algo que era común entre productores y directores ya maduros: colocar a figuras del pasado entre los elencos juveniles, quizás para darle gusto a todo público o con la idea de integrar a los más jóvenes a sus orígenes. De ahí que, sin mayor sentido ni justificación, aparezca Tongolele con sus movimientos tropicales adaptados a los acordes de la orquesta de Leo Acosta.




Fue la penúltima cinta de Javier Solís (1931 – 1966) que se había convertido en gran ídolo cantante del público latinoamericano. Rosa María Vázquez (1943) era estrella del cine nacional: había llamado la atención al lado de Cantinflas (El padrecito, 1964) y mantenía una carrera constante que terminaría con Besos, besos y más besos (José Díaz Morales, 1969) para casarse y retirarse a la vida privada. Raúl Astor (1925 – 1995) había sido productor y director de televisión, con bastante éxito, y solamente apareció en seis películas. Leonorilda Ochoa (1939) fue comediante surgida de la televisión (Chucherías) que haría este tipo de roles secundarios en comedias fílmicas para luego retornar con gran éxito al medio casero (Los Beverly de Peralvillo). Chelelo (1924 – 1999), cómico norteño, destacado en la popular Viento negro (Servando González, 1964), seguiría una larga carrera en el cine ranchero, de narcotraficantes, mojados e ilegales.


Los Rockin Devils

La trama y el guion se debieron al veterano Adolfo Torres Portillo (1920 – 1996) que había sido el argumentista de una delirante cinta sobre posible incesto de Emilio Fernández (Cuando levanta la niebla, 1949) y entre sus créditos se encuentran grandes éxitos taquilleros que van desde La llorona (Cardona, 1959) y Guadalajara en verano (Bracho, 1964) hasta que entrados los años ochenta escribió Lagunilla, mi barrio. Y la dirección fue de Miguel M. Delgado (1905 – 1994), prolífico realizador del cine nacional, cuya carrera incluye la mayoría de las películas de Cantinflas y varios títulos destacables (Cárcel de mujeres, 1951, entre varias cintas de intriga policiaca y suspenso psicológico de esa misma década de los años cincuenta).
 

Amor a ritmo de go go no es una obra maestra pero tiene sencillez y no resulta pesada. El reparto tiene su carisma. Posee la ventaja de ser un documento de su tiempo: la atmósfera, la música, las tomas del Distrito Federal, muestran una manera de ser y una forma de entender los gustos musicales de esos tiempos (la mezcla de música ranchera y bolero al lado de los grandes éxitos juveniles del año anticipan el fenómeno que actualmente vivimos donde los gustos han expandido sus límites: lo que hace años resultaba ser música vulgar ahora se acepta sin discriminaciones por la mayoría clase media). Y es la apoteosis de un ritmo. Más adelante vendrían otras tendencias, otros bailes, los cambios de actitudes, las rebeldías extremas. Y es la culminación de la ingenuidad y los valores: una joven que rechaza un automóvil porque no quiere tener nada de qué avergonzarse, ya pertenecía al pasado.




¿Por qué seleccionarla para hablar de su cincuentenario? Porque es el recuerdo del Cine Elizondo donde se proyectó y todavía era símbolo de una ciudad amable y confiable. Porque todos alimentamos y nutrimos placeres que permanecen inexplicables (e inolvidables), aún con el paso del tiempo. Porque el cine, con su extraordinaria cualidad de levitación, nos transporta hacia experiencias que inflaman el alma. Porque nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Porque las películas nos suceden en algún momento de nuestra vida y se convierten en detonantes de recuerdos. Porque de Javier Solís se conmemorarán el 19 de abril las cinco décadas de haber fallecido. Porque “Lupe es la linda dueña de mi amor y todos los de la prepa la quieren conquistar…”.