miércoles, 30 de diciembre de 2020

2021: HACE 30 AÑOS

1991

         En este año, a mitad del régimen salinista, comenzó la liquidación de la industria cinematográfica porque, de acuerdo con las prácticas neoliberales, ya no era redituable: se vendieron los Estudios América (producción), Películas Nacionales (distribución) y la Compañía Operadora de Teatros (exhibición), además de que el año anterior se habían disuelto las compañías productoras estatales CONACINE y CONACITE 2, dejando la responsabilidad mayor a IMCINE. En 1991 se propició la alianza entre cooperativas y el Estado para la producción de varias cintas que, de alguna manera, lograron atraer al público que ya no creía en el cine mexicano, y con todo, se filmaron 62 películas entre privadas o con dineros públicos. En 1991 había 1558 salas de cine en el país y se alcanzaron 170 millones de espectadores… que asistían sobre todo a ver cine norteamericano. Gracias a la aceptación masiva de los Videocentros instalados por Televisa (en 1991 entró Blockbuster a México), desde tiempo atrás habían proliferado los “videohomes” que se filmaron en cantidad infinita (sin que haya todavía un registro fidedigno de los mismos), o sea, películas con temáticas usuales del cine comercial mexicano, aunque de manera independiente y más libre en su censura, buscando sobre todo a un público de frontera. De ahí que haya una confusión entre las películas filmadas para salas de cine o para el consumo casero (algo que ahora, gracias a las plataformas, se ha vuelto lugar común).

         Dentro de este caos, se lograron filmar películas que tuvieron éxito entre los espectadores de cine. Las producciones estatales dieron lugar a lo que se consideró, por enésima ocasión, “el nuevo cine mexicano”, ya que se ocupaban de temáticas alejadas de los temas ya comunes y ociosos del cine privado, comercial, como veremos. Entre estas producciones destacaron, sobre todo, Danzón de María Novaro, al mostrarnos a una mujer que buscaba a su compañero de baile en Veracruz, para finalmente encontrarse más segura y satisfecha en sí misma.

         Sólo con tu pareja tuvo un éxito inesperado y permitió la entrada de Alfonso Cuarón con su primer largometraje, para luego iniciar una carrera internacional, ya brillante y confirmada. La historia de un irrefrenable conquistador de mujeres (Daniel Giménez Cacho, antes de volverse insoportable) que salta de mujer en mujer como nuevo Mauricio Garcés, para encontrar al posible amor de su vida en el momento que cree haberse contagiado de sida, gracias a la venganza de una enfermera despechada. Tal vez el recuerdo de aquellas comedias picarescas de los años sesenta, tuvo mucho que ver con su éxito.

         La Mujer de Benjamín, primer largometraje de Carlos Carrera, tiene como protagonista a un flojonazo de pueblo (Eduardo López Rojas), mantenido por su hermana, que se obsesiona con una aparente virginal, pero cachonda, muchacha (Arcelia Ramírez, en su debut estelar), a la cual secuestra para convencerla de que sea suya. La posterior seducción hará que el bobo inicial se sienta conquistador y busque una nueva oportunidad de tener a otra muchacha, luego de que la primera se le escape.

         Anoche soñé contigo, de Maryse Sistach, donde Toto (el carismático Martín Altomaro), adolescente de vacaciones previas a su ingreso a la preparatoria, en la mera edad de la punzada y los impulsos eróticos que dan lugar a los sueños húmedos, alcanzará su iniciación sexual gracias a la prima potable (Leticia Perdigón) para que alcancé su propio crecimiento personal. Una visión femenina sobre el deseo adolescente: una de las mejores directoras del cine nacional que luego, seguirá ofreciendo verdaderas joyas como “Perfume de violetas” o “El brassiére de Emma”.

         Ángel de fuego, de Dana Rotberg, que utiliza al incesto como parábola de la ignorancia y de la inocencia. La cirquera Evangelina Sosa, embarazada por su padre, queda huérfana y huye a refugiarse con un santurrón para buscar el perdón de sus pecados, aunque en el trayecto solamente logre degradarse más. Cinta barroca, incomprendida, que merece una revaloración.

         Los años de Greta, de Alberto Bojórquez, se ocupa de la tercera edad dentro de una cinematografía que solamente la tocaba de manera indirecta gracias a las abuelitas del cine nacional. Homenaje a las viejas glorias de nuestra época de oro, gracias al relato de la tía viuda que se vuelve pesada carga para sus sobrinos y quien podrá redimirse por el afecto de una vecina (Meche Barba) con pretendiente añejo (Luis Aguilar), además de confirmar la plenitud de la tercera edad. Reflexión acerca del paso del tiempo y el cambio de circunstancias de vida. Además, aparecen Esther Fernández y Sara Montes en actuaciones especiales.

         Mi querido Tom Mix, primer largometraje de Carlos García Agraz, donde otra tía ya mayor en edad, ahora solterona, que vive con sus sobrinos en un pueblo zacatecano, en los albores de los años treinta, asiste a ver las cintas de episodios con Tom Mix que todavía exhibe el cine de la localidad. Enamorada perdida, le escribe cartas. Cierto día llega un hombre del norte que viste y actúa como su héroe y comprobará su valentía contra una banda de ladrones para luego consumar el deseo.

         Modelo antiguo, de Raúl Araiza, marcó el retorno al cine de Silvia Pinal luego de casi una década de ausencia en la pantalla grande. El relato de una mujer ya sexagenaria, conductora de un programa radiofónico, con recuerdos adolescentes de un casi incesto con su hermano, quien enferma de un cáncer y vive sus últimos días de felicidad gracias a un chofer (Alonso Echánove) que la lleva a vivir experiencias desconocidas, entre ellas, el sexo. Melodrama rosa sin mayor trascendencia. Se filmó parte en Tlaxcala, donde Silvia había sido primera dama.

         Otras producciones estatales van desde la sobrevaloración taquillera, debida a la popular novela en que se basaba (Como agua para chocolate de Alfonso Arau) donde se demuestra que el realismo mágico copiado no logra trasladarse al cine sin caer en el ridículo, hasta el fallido retorno al cine, luego de cuarenta años, de la directora Matilde Landeta (Nocturno a Rosario) que cuenta de manera insustancial episodios en la vida del joven Manuel Acuña, o la aburridísima y plana Playa azul de Alfredo Joskowicz que hizo trizas el texto dramático de Víctor Hugo Rascón Banda donde un político acusado de fraude se esconde frente al mar, para vivir además el escarnio de su familia.

         La producción privada también permitió la filmación de varias cintas valiosas, que a pesar de sus objetivos y convenciones, daban pie a tramas coherentes, con propuestas interesantes. Clasa Films produjo Encuentro inesperado de Jaime Humberto Hermosillo, donde quiso desenredar el misterio alrededor de una María Rojo que llega a reclamarle a la estrella retirada Lucha Villa que la haya abandonado a ella y su padre, ante la sorprendente indiferencia de quien pudiera ser su madre.

         Cristian González, surgido del 3er. Concurso de Cine Experimental en 1985, luego creador de videohomes delirantes como “La cumbia asesina”, filmó en 1991 Imperio de malditos para crear una cinta de pasiones desbordantes y extremas, en la historia de Güero (Humberto Zurita), un guardaespaldas sin escrúpulos ni limitaciones morales, que crea un vínculo filial con su patrón (Salvador Sánchez), líder corrupto de la Central de Abastos, y ofrecer una trama de traiciones plena de perversiones.

         Televicine produjo varias películas. Entre ellas destacan El secuestro de un periodista, escrita, dirigida y actuada por Valentín Trujillo (ya mostrando sus cuarenta años y a quien todo le perdonamos gracias a su excelente "Ratas de la ciudad"), que sucede en un “imaginario país latinoamericano” donde el periodista Willy es secuestrado por la guerrilla para que tome conciencia de las atrocidades cometidas por el presidente reelecto Manuel Ojeda. Además, nombremos (por el escándalo posterior que adquiriría su protagonista) a Pelo suelto, Pedro Galindo III, donde debutó la cantante Gloria Trevi, en la historia de una chica que quiere triunfar como cantante y que debe escapar de un villano. La cinta es tan intrascendente como otras de las producciones con sello Televisa: Más que alcanzar una estrella, ¡Soy libre!, o la intención fallida de revivir al cine de luchadores con Octagón y Atlantis, la revancha.

         Una excelente cinta de producción privada fue Justicia de nadie, de Rafael Montero, antes de que cayera en la detestable “Cilantro y perejil” o en las insulsas producciones de Televicine, En esta cinta, Carmen Salinas, en uno de los grandes roles de su vida, es la humilde fritanguera que debe caer en un acto criminal para obtener el dinero que liberará a su hijo delincuente de las manos de corruptos individuos. Una impactante narración que refleja la tragedia maternal provocada por la ignorancia sin culpa y la perversión humana.

         Bronco, de José Luis Urquieta, explotó la gran popularidad que en ese momento tenía el epónimo grupo norteño, para narrar sus aventuras debidas a la muerte del padre de Lupe y el secuestro de la esposa de José Luis, dos de sus integrantes, por la banda que asaltaba un banco. Junto con el padre de Ramiro (Julio Alemán), se dedicaban a atrapar a los criminales. Un taquillazo esperado

         Y para cerrar este ya largo, pero todavía incompleto, recorrido de un año, tenemos una comedia picaresca, procaz, donde un nacogalán ardiente (Miguel Ángel Rodríguez) vive aventuras debidas a sus afanes por poseerlas sexualmente, a tres Ignacias, cada una distinta en su ser y haber, en Las Nachas, de Alfredo Zacarías, donde el juego de palabras ante la forma cariñosa de llamar a las tres muchachas, provoca doble sentido al ser también una forma de mencionar a las nalgas. Con toda la carga del cine alburero de años anteriores, la película viene a resumir un género y dar fe, y casi cierre, del mismo.

 

 

 

 

 

        

2021: HACE 40 AÑOS

 1981

         Un año pobre que reflejaba la mediocridad de quienes manejaban los destinos del cine nacional. Estaba la malhadada Margarita López Portillo entrometida en estos menesteres y se notó su descuido y su parcialidad en cuestión de los manejos de recursos. Los productores privados decidieron dar más impulso a las comedias picarescas, de albur y de desnudos, que ya iban a la baja en popularidad.

         Cantinflas filmó la última película de su carrera El barrendero dirigido por su leal Miguel M. Delgado, donde se notaban sus setenta años y se repetían sus supuestas críticas al gobierno en la figura de otro servidor público. Cantinflas obtuvo un éxito menor al de otros tiempos pero tenía su público fiel, aunque puso punto final con una de las peores películas de su filmografía.

         La mejor película del año vino a ser La pachanga, con producción privada, donde José Estrada retomó su crítica social y volvió a rendir homenaje indirecto a su admirado Alejandro Galindo. Los hechos que suceden en un edificio de departamentos donde hay todo tipo de personajes populares: el agente policiaco, la esposa infiel, la niña malhablada, la mujer católica casada ¡con un judío!, el jovencito ardiente, la quinceañera aparentemente ingenua, además de un velorio. La cinta posee mucha gracia y está bien filmada dentro de las limitaciones presupuestales, con un reparto delicioso: Claudia Islas, Julissa, Alejandro Ciangherotti Jr., Sergio Jiménez y la entonces niña Lolita Cortés.

         Dentro de las escasas producciones del estado hay verdaderos desastres como Campanas rojas coproducción entre México, Italia y la URSS, dirigida por el académico realizador soviético Serguei Bondarchuck, para contar la historia del periodista John Reed con grandilocuencia, incoherencia, y el total tedio. Fue un capricho de la marrana López Portillo donde se invirtieron 30 millones de pesos (que hubieran dado lugar a muchas otras películas) que se fueron a la basura. (Algo semejante al despilfarro que será en estos tiempos el “proyecto Chapultepec”).

         Otro desastre fue Rastro de muerte, una de las peores películas de Arturo Ripstein (que ya es mucho decir porque desde “Mentiras piadosas” su carrera se fue al abismo, aunque haya ganado premios internacionales que demuestra la imperfección de nuestro mundo). Debido a que la autora de la novela en que se basaba, Mercedes Manero, era amiga de la repugnante Margarita López Portillo, se “tuvo” que producir. Ripstein aceptó a pesar de repudiar el proyecto (y eso habla mucho de un realizador).

         Una buena producción estatal fue México 2000, dirigida por Rogelio A. González Jr., donde su mirada crítica hacia la realidad nacional se basó en la ironía, ya que en el año 2000, en México, los indígenas hablarían español y varios idiomas, la selección mexicana de futbol ganaría campeonatos contra Brasil, los gringos cruzarían de mojados a México para vender tacos y sobrevivir, los músicos en los camiones interpretarían música clásica o la película “Nosotros los pobres” sería considerada de ciencia ficción, entre otras profecías incumplidas en la realidad. La cinta sí atinó en el uso de teléfonos portátiles para ahora, nuestros tiempos celulares. El maestro González no dejaba de utilizar el sarcasmo y, de ahí, que la cinta sea una delicia. El reparto lo conformaron Chucho Salinas y Héctor Lechuga, famosos por su comedia política.

         El Santo filmó sus últimas películas: Santo vs. El asesino de la televisión de Rafael Pérez Grovas y un díptico de Alfredo B. Crevenna: El puño de la muerte y La furia de los karatecas. Ya se notaba la decadencia del género y la edad del legendario luchador (tenía 64 años). Ya estaban muy lejos las delicias de sus aventuras contra zombis, marcianos, vampiras o la misma Irma Serrano. 

         El cine de albures tuvo dos ejemplos destacables y taquilleros: La pulquería 2 de Víctor Manuel Castro y El vecindario de Gilberto Martínez Solares. En ambos casos se explotaba el doble sentido pero sus repartos y buena factura hicieron que tuvieran gracia y se tornaran en el género que sustituía, de alguna manera, al cine de ficheras. En otro aspecto, dentro de la comedia picante, se filmó El día del compadre por el productor, ahora director, Carlos Vasallo (en su único largometraje, sobre un guion de Fernando Galiana que exploraba personajes clasemedieros, compadres que viven en un multifamiliar, que siguen la regla de las infidelidades entre parejas.

         El cine filmado en Nuevo León tuvo un excelente ejemplo en Cazador de asesinos de José Luis Urquieta. Filmada en Monterrey, tenemos la trama de un vigilante justiciero que mata de manera clandestina a quienes violaron y mataron a su esposa e hija. El buen manejo de la acción hace que uno olvide varios gazapos en su factura. En el reparto estaban el prolífico Mario Almada, además de Rómulo Lozano, María Eugenia Llamas “Tucita”, Ventura Cantú, Héctor Benavides, Martha Zamarripa, entre otras figuras locales.

         Rafael Villaseñor Kuri filmó tres cintas con Vicente Fernández, del cual ya era director de cabecera, mostrando su buen sentido de la acción y de cierta sensibilidad en su narrativa: Un hombre llamado el Diablo que era una nueva versión de “Cruces sobre el yermo” que había filmado Alberto Mariscal en 1965 y es una interesante historia de la mujer que se enamora del hombre que la viola; Todo un hombre que era una nueva versión de “La entrega” que había filmado Julián Soler en 1954 basándose en la novela de Unamuno y que ahora ocurría en contexto de siglo XIX y ambiente ranchero con variantes; Una pura y dos con sal que es una comedia aparentemente feminista con Blanca Guerra como esposa que pensaba en quitar los pantalones al marido y ponérselos ella para alcanzar su equidad.

         Televicine, filial de Televisa, produjo dos taquillazos: El chanfle 2 con Chespirito y El milusos con Héctor Suárez (aunque negando su producción públicamente porque contenía “palabrotas”). Ambas películas son manipuladoras y demagógicas: de ahí su popularidad. Sin embargo, tuvo dos producciones aceptables en El héroe desconocido de Julián Pastor y Los ojos de un niño de Tulio Demicheli, sobre todo por el buen oficio narrativo de sus experimentados realizadores.

         Otros buenos intentos del año fueron Barrio de campeones de Fernando Vallejo, El peleador del barrio (que se exhibe por televisión como Golpe a la mafia) de Gilberto Martínez Solares, Caballo alazán lucero de Jaime Fernández, Las 7 Cucas de Felipe Cazals, Noche de carnaval de Mario Hernández (que marcó el retorno de Ninón Sevilla al cine, a los 60 años de edad), y ya siendo muy benévolos, Gatilleros del Río Bravo de Pedro Galindo III donde los hermanos Almada eran también hermanos en la ficción, sin saberlo, como rivales que estaban en lados opuestos de la ley.




martes, 29 de diciembre de 2020

2021: HACE 50 AÑOS

1971

         En el primer año del echeverrismo ocurrieron muchos cambios y entre ellos, los cinematográficos. La ventaja de que el hermano del Presidente hubiera sido actor (Rodolfo Landa) hizo que se le pusiera atención al cine mexicano (algo que no se ha visto en la progresista Cuarta Transformación). Hubo cierta apertura que eliminó algunas censuras previas, además de que siguieron debutando nuevos realizadores. En 1970 habían sido quince y ahora serían once.

 

Angélica María en la primera cinta industrial
de Jaime Humberto Hermosillo
"La verdadera vocación de Magdalena"

         Nuevas temáticas o puntos de vista que, al menos, comenzaron un proceso de renovación que se tornaría irregular con el paso de los años. No obstante, varias de las producciones estatales tenían otras intenciones de estar al día en comparación con otras cinematografías. Hubo innovaciones técnicas, mejoras de los estudios Churubusco, pero como contraparte, muchos despilfarros, excesos, además de la inserción en la industria de vividores del erario.

Un personaje peculiar que quiso emular
a los superhéroes (y le costó
la vida): Zovek solamente filmó 2 películas
y fue hace cincuenta años.

         Por otro lado, no se dejó de producir fuera del estado, y los veteranos realizadores continuaron con el apoyo de los productores privados. Esto permitió un equilibrio entre lo comercial y lo subsidiado. Luego vendría la restitución de los premios Ariel, pero en 1971 iniciaron las Muestras Internacionales de Cine que quisieron resucitar a la añorada Reseña de Acapulco.

a)   Entre los jóvenes realizadores

 

Para celebrar el cincuentenario del fallecimiento
del poeta Ramón López Velarde, se filmó
"Vals sin fin", y fue la única cinta de su debutante
director, Rubén Broido.

Fin de fiesta – Mauricio Walerstein

Los días del amor – Alberto Isaac

Cayó de la gloria el diablo – José Estrada

El jardín de tía Isabel – Felipe Cazals

Jorge Fons dirigió, además, una coproducción
con Estados Unidos en este 1971.

Ángeles y querubines – Rafael Corkidi

Vals sin fin – Rubén Broido

Los cachorros – Jorge Fons

La verdadera vocación de Magdalena – Hermosillo

Victoria – José Luis Ibáñez

 

b)  La producción de los experimentados

La unión de Santo con la controvertida Serrano
dio lugar a una cinta muy mal realizada
pero bastante delirante por su actitud y cinismo

Tacos al carbón – Alejandro Galindo

Mecánica Nacional – Luis Alcoriza

María – Tito Davison

Santo y el Águila Real – Alfredo B. Crevenna

Fernando Allende y Taryn Power en la lujosa coproducción
con Colombia de "María", la novela romántica de Jorge Isaacs, cuyas cualidades se deben a la mano de su buen director.

El increíble profesor Zovek – René Cardona

Tonta tonta pero no tanto – Fernando Cortés

Doña Macabra – Roberto Gavaldón

Una buena cinta del oeste, a la mexicana, donde el icónico Mario Almada pone en contra a sus dos hijos pensando que el menor no es suyo. El melodrama familiar como marco para un cine violento, por un buen artesano que fue bastante prolífico.

Tu camino y el mío – Chano Urueta

Los hombres no lloran – Raúl de Anda Jr.

La Martina – René Cardona Jr.

Luego de "Tacos al carbón", el debutante Vicente Fernández filmó de inmediato esta cinta que era una nueva versión de "Bajo el cielo de México" (Baledón, 1957) para aprovechar su posible pasajera popularidad. Al contrario: siguió filmando y cantando mucho. Fue la antepenúltima cinta del prolífico y veterano 
Chano Urueta.

          Trío y cuarteto – Sergio Véjar 

El debut como la India María de María Elena Velasco, quien ya había filmado pequeñas partes en años previos, 
además de ser cantante y vedette, fue muy exitoso. 
Tendría larga y taquillera carrera.


lunes, 28 de diciembre de 2020

2021: HACE 60 AÑOS

1961


Las cintas que serán sexagenarias este 2021 nos traen recuerdos de cuando éramos felices (antes de marzo 2020, claro). Tal como he repetido siempre desde mis primeros escritos amorosos hacia el cine mexicano: el tiempo es el mejor juez. Aquí hay ejemplos de lo que antes se consideraba malo y ahora son documentos en imágenes de toda una época.


•VIRIDIANA
Dirección de Luis Buñuel.
Coproducción con España.

La novicia Viridiana (La ahora nonagenaria Silvia Pinal en la gran oportunidad de su vida) deja el convento cuando cree que su tío Jaime ha abusado de ella. El hombre se suicida y deja su fortuna en dos partes. Una para Viridiana y la otra para su hijo bastardo Jorge quien vendrá a darle otro sentido a la vida de la ex novicia. Una imagen crítica de quienes piensan que el mundo se salvará de acuerdo con su voluntad, sin considerar a los otros con sus faltas y defectos. Los ideales de Viridiana están alejados de la realidad del mundo. Es una versión femenina del genial Nazarín (1959).


• LOS HERMANOS DEL HIERRO
Dirección: Ismael Rodríguez.


Principios de siglo veinte. Norte de la república. Un par de medios hermanos han crecido alimentados por el rencor de su madre contra quien asesinó al segundo marido. El menor (Julio Alemán) tiene problemas psicológicos que lo convierten en frío asesino. El mayor (Antonio Aguilar) debe cargar con sus culpas y defectos, además de protegerlo. Imagen del destino trágico en conjunto, de las consecuencias funestas de la violencia. Se comprueba la grandez del guionista Ricardo Garibay.


• TLAYUCAN
Dirección: Luis Alcoriza.

Los habitantes del pueblo llaman blasfemo a Eufemio (Julio Aldama) por haber robado la perla de la coronita de la virgen ya que pensó que era una señal milagrosa al ver los “flashazos” de las cámaras de unos turistas. Esto lo delata. Mientras tanto, su mujer (Norma Angélica) es el objeto erótico del mirón rico (Andrés Soler) del lugar; una solterona beata (Antia Blanch) se emborracha y copula con un mendigo ciego (Noé Murayama) que vendrá a ser su marido; los cerdos se tragan la perla y habrá que revisar sus excrementos; el erotismo y la ironía vendrán a ser los elementos que definen a un pueblo que todavía cree en el goce y en la solidaridad.


• EN EL BALCÓN VACÍO
Dirección: Jomí García Ascot

Cinta independiente, filmada por refugiados e hijos de refugiados españoles, que habla acerca del dolor de la separación, la historia que se trunca, los hechos absurdos de la política (sobre todo, la franquista). Nunca exhibida comercialmente, realizada en fines de semana, precursora del cine que se haría durante el Primer Concurso de Cine Experimental. Una mujer vuelve, en la imaginación, a la casa de su infancia para tratar de recuperar pedazos de vida: una vida que le fue arrancada contra su voluntad.



• PUEBLITO
Dirección: Emilio Fernández.

Luego de cinco años sin filmar, el Indio volvió a las andadas con esta relectura simple de “Río Escondido” donde ya no le importaba la violencia para acabar contra la tiranía, pero continuaba con su apología de la educación para ser libres: ahora era la misma ignorancia la que vencía al cacique (Fernando Soler) que añoraba a su mujer (Lilia Prado) y no podía leer la carta que le había escrito. La maestra (María Elena Marqués) quiere su escuela y un ingeniero (José Alonso Cano) buscará la manera de proveer, sobre todo cuando se une la autoridad analfabeta con la buena voluntad.


• ROSA BLANCA
Dirección: Roberto Gavaldón.

La película tardaría once años en estrenarse. La denuncia de compañías petroleras que llegaban al crimen con tal de apoderarse de terrenos donde estaba el oro negro pareció ofensiva a las autoridades gubernamentales para los países que luego sufrieron expropiación. Aparecía el personaje del gobernador de Veracruz (en la vida real, Miguel Alemán) y actuaba Christiane Martell (en la vida real, relacionada con los Alemán). Estos elementos que le dieron miedo a mentes chatas, pero poderosas, le quitaron el impacto que la cinta hubiera tenido en sus tiempos de producción al ser estrenada cuando llegó la “apertura echeverrista”.


• ÁNIMAS TRUJANO
Dirección: Ismael Rodríguez.

Un indio zapoteca, borracho y soberbio, quien desea ser el mayordomo de las fiestas, llegará a cualquier extremo para lograrlo. Retrato de las ambiciones pequeñas e inútiles; indicio de la persona que se marea con un poder prácticamente nulo e indiferente; imagen de quienes viven sumergidos en su propia ignorancia con el sueño de triunfar sin mérito; Rodríguez importó a Toshiro Mifune para darle mayor resonancia y Figueroa filmó en efectivo Cinemascope. Perfecto ejemplo de las mentes pequeñas actualmente en el poder.

• EL TEJEDOR DE MILAGROS
Dirección: Francisco del Villar.

Una pareja de indígenas miserables, donde la esposa está a punto de parir, llega en Nochebuena a un pueblo donde les da posada una comadrona y abortera. La situación que asemeja al nacimiento de Jesús permite explotar al fanatismo religioso de la comunidad por parte de los ricos y cínicos del pueblo ante la ira de un sacerdote (Pedro Armendáriz, ya mostrando su calvicie sin pudor) igualmente contrastante y ambiguo. Crítica de la ignorancia e imagen de la hipocresía. Un nuevo realizador que daría lugar a un vasto zoológico en sus títulos fílmicos.


• LA FURIA DEL RING
Dirección: Tito Davison.

Un honesto promotor de lucha libre es asesinado porque se niega a arreglar sus encuentros. Su hijo es golpeado y hereda el negocio pero no así la manera de ser de su padre. Regresa un amigo que desea ser luchador y logra triunfar. Entran en disputa afectos e intereses particulares para que se vaya desarrollando lo que en realidad es un melodrama acerca de la dignidad humana dentro del género. El realizador Davison era un hombre cuidadoso y la cinta se nota diferente a las de El Santo, sobre todo en las secuencias de lucha libre que ya no son imágenes de rutina sino escenas planeadas para su filmación.


• LOS FALSOS HÉROES
Dirección: Carlos Toussaint.

Un joven (Alfonso Mejía) es atropellado por una mujer mayor (Evangelina Elizondo) y ella lo protege y convierte, con toda razón, en su amante. Además, ella lo introduce dentro de un grupo de otros jóvenes vividores para hacerlo consciente de su situación personal: es pobre, hijo de alcohólicos y nunca ganará lo que ahora disfruta fácilmente. Se une con los otros para robar bancos. Interesante descripción de la perversión dentro de cierto grupo social que incluye tanto a ricos ociosos como las rémoras que solapan corrupción y aspiran a una vida fácil.



• JÓVENES Y BELLAS

• MUCHACHAS QUE TRABAJAN
Dirección: Fernando Cortés.

Dos películas generacionales que muestran retratos idealizados de la juventud y el desarrollo económico de la capital. Ya sea por idilios en el campo donde las tensiones sexuales están presentes entre jóvenes sanos y optimistas hacia muchachas urbanas, sin problemas; ya sea porque hay un centro comercial en la incipiente área suburbana de la capital para brindar otro tipo de oferta consumista; ya sea porque los repartos juveniles describen una etapa particular de nuestro cine (Gastón Santos, Alfonso Mejía, Erna Martha Bauman, Ofelia Montesco, Angélica María, Álvaro Ortiz, entre otros que pronto serían desplazados); ya sea porque son divertidas, tienen música entrañable y contrastan mundos ideales y realistas.


Y no olvidemos a Atrás de las nubes (Gilberto Gazcón), El barón del terror (Chano Urueta), Cielo rojo (Gilberto Gazcón), ¿Cuánto vale tu hijo? (Mauricio de la Serna), El fusilamiento (Carlos Toussaint), La maldición de la llorona (Rafael Baledón), Espiritismo (Benito Alazraki), Pecado de juventud (Mauricio de la Serna), Sol en llamas (Alfredo B. Crevenna) o Volantín (Sergio Véjar).