EL CINE EN MÉXICO: 1942, 1947, 1957
1942: COMIENZA LA
ÉPOCA DE ORO
DEL CINE MEXICANO
Hace 75 años, con la entrada de Estados Unidos en el conflicto bélico,
se asentaron las bases para que México fuera el principal productor cinematográfico
de América Latina: España estaba cercano a los enemigos de Norteamérica y Argentina
también simpatizaba con Alemania.
Fue el año en que debutaron futuras personalidades que se tornarían
icónicas en el universo estelar mexicano: María Félix en El peñón de las ánimas (Miguel Zacarías), María Elena Marqués en Dos corazones y un tango (Mario del Río) y Pedro Infante, en un rol pequeño y sin bigote, en La feria de las flores (José Benavides Jr.).
La primera filmaría otra cinta, bastante desechable, que la mostraría por
única ocasión en traje de baño (María
Eugenia, Felipe Gregorio Castillo), Marqués aparecería en una cinta a
colores (ya desvanecidos de las copias existentes), Así se quiere en Jalisco (Fernando
de Fuentes) y el ídolo de las multitudes haría otras dos menores: La razón de la culpa (Juan J. Ortega) y Jesusita en Chihuahua (René Cardona).
En la dirección también se tuvieron a nuevos nombres pero serían
efímeros con respecto a dos trascendentales: Ismael Rodríguez ¡Qué lindo es Michoacán!) y Joaquín
Pardavé (El baisano Jalil).
Los prestigiosos Emilio Fernández (Soy
puro mexicano) y Julio Bracho (Historia
de un gran amor; La virgen que forjó
una patria) filmaron sus siguientes películas. El segundo importó a su
primo Ramón Novarro, quien había sido estrella importante durante el cine silente
e inicial sonoro de Hollywood, para interpretar a Juan Diego en su tercera
cinta.
Otros buenos realizadores filmarían cintas muy agradables: Juan
Bustillo Oro (El ángel negro),
Gilberto Martínez Solares (Las cinco
noches de Adán y Yo bailé con don
Porfirio). El Cantinflas todavía rescatable, fiel a sus orígenes, apareció
en dos cintas del año (Los tres
mosqueteros y El mago). Falleció
ahogado el cómico Carlos López Chaflán,
a los 54 años de edad, terminando así con una carrera que lo mantenía en el
gusto del público.
Se creó el Banco Cinematográfico que por muchas décadas sería la fuente
de capitalización para productores recurrentes, aunque también daría lugar a
malversaciones o fraudes que, con los años, darían al traste con la calidad del
cine nacional.
1947: HACE 70 AÑOS.
Se filmaron 57 películas. De entre
ellas, se destacan las que anunciaban el próximo apogeo del cine de cabaret con
rumberas. María Antonieta Pons fue La sin
ventura (Tito Davison), Ángel o demonio (Víctor Urruchúa) y La bien
pagada (Alberto Gout). Este cine
de pecado estaría también representado por Señora
Tentación y Pecadora (José Díaz Morales) o Cortesana (Alberto Gout), entre otras.
Ismael Rodríguez produjo la cinta más
icónica y significativa en la carrera de Pedro Infante (Nosotros los pobres). Emilio Fernández filmó una de sus cintas más
importantes (Río Escondido) que el
investigador Francisco Peredo ha descubierto los orígenes del argumento en José
Revueltas. Roberto Gavaldón realizó una de las películas más eróticas y
puntuales de María Félix (La diosa
arrodillada).
Gilberto Martínez Solares ofreció una
comedia bastante agradable, sin pretensiones con Arturo de Córdova y Esther
Fernández (Extraña cita). Humberto
Gómez Landero filmó las últimas cintas con Tin Tan en su primera etapa dentro
del cine nacional (El niño perdido y Músico, poeta y loco). Juan Orol nos dio
dos de sus más grandes delirios fílmicos (Gángsters
contra charros) y El reino de los
gángsters). Juan Bustillo Oro volvió a filmar dos de sus grandes éxitos
anteriores con la pareja cómica de Manolín y Schillinsky (Dos de la vida airada y Fíjate
qué suave).
Libertad Lamarque consolidó su fama
internacional y melodramática con Soledad
(Miguel Zacarías). Se tiene entre
los títulos del año dos casos curiosos: Una
aventura en la noche (Rolando Aguilar)
y Barrio de pasiones (Adolfo Fernández Bustamante). Pedro
Armendáriz participó en tres cintas apasionantes: Juan Charrasqueado (Ernesto
Cortázar), Albur de amor (Alfonso Patiño Gómez) y La casa colorada (Miguel Morayta). Cantinflas filmó A volar joven.
En ese año fallecieron el actor
Luis G. Barreiro (1886 – 1947) quien
se hiciera muy famoso por las cintas de Fernando de Fuentes (El prisionero 13, El compadre Mendoza)
entre muchas otras, así como Salvador
Toscano (1872 – 1947), documentalista y exhibidor pionero en nuestro país,
cuyas cintas fueron recopiladas y preservadas por su hija Carmen Toscano (Memorias de un mexicano).
1957: HACE 60 AÑOS.
Se filmaron 104 películas nacionales.
Se inauguraron los Estudios América donde comenzaron a filmarse “series” o sea
películas en partes de 30 minutos que al unirse se conformaban como
largometrajes. Fue una triquiñuela del STIC, que solamente podía filmar cortos
y noticieros, donde, sin faltar a una orden presidencial, disfrazaba como cinta
en “episodios” (aparecía un entretítulo durante cada parte de la película) a
películas comunes y corrientes. No obstante, a la distancia, fue una forma
indirecta para permitir el debut de nuevos realizadores, fuente de trabajo para
actores secundarios, y ahora, con el paso del tiempo, documentos de época,
temáticas, estrellas.
En 1957 falleció Pedro Infante en un
accidente aéreo. Apenas cumpliría cuarenta años de edad, en la flor de la vida
y en un momento muy interesante de su carrera (aparte de que se encontraba en
su mejor momento físico). Otros desaparecidos fueron el subestimado e
interesante realizador Adolfo Fernández Bustamante, el actor Eduardo Vivas, el
escritor Antonio Mediz Bolio, y un nombre destacado porque alternó su carrera
entre México y Hollywood, villano excelso, muy feo físicamente, llamado Alfonso
Bedoya, apodado “El indio”. Bedoya puede ser visto tanto en Canaima y La perla como en El tesoro de
la Sierra Madre y Horizontes de
grandeza, entre muchos títulos.
Fue el año de El vampiro y El ataúd del
vampiro, dos cintas icónicas dentro del cine de terror mexicano dirigidas
por Fernando Méndez. Flor de mayo,
melodrama en coproducción norteamericana dirigido por Roberto Gavaldón con
María Félix, Pedro Armendáriz y Jack Palance. El mismo realizador filmó su
interesante trilogía sobre el personaje de Heraclio
Bernal.
Gilberto Gazcón, único debutante del
año como director, ofreció El boxeador, melodrama
que en su momento llamó la atención por su narración en retroceso y cierta
sorpresa argumental. Emilio Gómez Muriel filmó El caso de una adolescente, Alfonso Corona Blake ofreció dos
melodramas de épocas distintas: La torre
de marfil y Cabaret trágico.
En lo que parece ser un año
flojo, se tienen muchos títulos que ahora, con el tiempo, pueden revalorizarse
tanto por nostalgia como por cualidades que apenas los años han
contextualizado: Viaje a la luna, Manos
arriba, La mafia del crimen, Sucedió en México, Maratón de baile. Y entre
las cintas muy discutibles moralmente, pero con el toque de sus audaces
productores Calderón, están Manicomio,
Siete pecados o La rebelión de los
adolescentes, que sirven para advertir sobre las consecuencias de
comportamientos indebidos (aunque las cintas se regodean con los mismos).
Habrá mucho para celebrar con estas
cintas
sexagenarias.
sexagenarias.
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