sábado, 25 de diciembre de 2021

2022: ANIVERSARIOS DEL CINE MEXICANO (2)

HACE 80 AÑOS…

Emilio Tuero y Marina Tamayo (esposos en la vida real) 
en "El ángel negro" de Juan Bustillo Oro.

         En 1942, México produjo 47 películas y contaba con el apoyo del presidente Manuel Ávila Camacho. Se fundó el Banco Cinematográfico y se creó Grovas S.A., productora y distribuidora que financiaría 20 películas con sus directores asociados. Fue el inicio del auge fílmico nacional: varias compañías se fundaron desde 1941 para consolidarse en los años siguientes y a ellas se deben los títulos más significativos que se tornarán octogenarios en este 2022, y es cuando debutó María Félix, entonces con 28 años, en El peñón de las ánimas (Miguel Zacarías), lo mismo que María Victoria en el cine (ya con tiempo en carpas y teatros) en Canto a las Américas (Ramón Pereda), lo que desmiente la leyenda de que nació en 1933, porque entonces tendría nueve años de edad, algo que la película no muestra: María Victoria tendría, cuando menos, unos 15 o 16 años, lo que la convierte en actual nonagenaria. También debutó Pedro Infante con un papelito en La feria de las flores (José Benavides Jr.) y luego aparecería ¡con voz doblada! en La razón de la culpa (Juan J. Ortega), pero habría de esperar cinco años para el gran estrellato con Nosotros los pobres (Ismael Rodríguez, 1947).

 Pedro Armendáriz entre sus secuaces, contra espías del Eje 
en "Soy puro mexicano" de Emilio Fernández

         Emilio Fernández filmó su segunda película: Soy puro mexicano, que reiteró su nacionalismo y vino a ser una denuncia contra el eje enemigo (Alemania, Italia y Japón) al narrar una historia de espías en suelo mexicano que eran derrotados por un representante del machismo extremo (Pedro Armendáriz), junto con sus secuaces. Ismael Rodríguez debutó como realizador, a los 25 años, con ¡Qué lindo es Michoacán!, drama de amores y rivalidades entre una rica terrateniente y un ranchero que tiene adeudos con ella. Julio Bracho creó dos grandes producciones: Historia de un gran amor y La virgen que forjó una patria: la primera, basada en una novela del siglo XIX donde se mostraba el amor que iba más allá de la muerte; la segunda, una compilación de historia patria centrada en la aparición de la Virgen de Guadalupe y su influencia sobre la fe del pueblo.

 Isabela Corona en "El ángel negro"
El debut de María Félix en el cine, gracias a Miguel Zacarías

         Juan Bustillo Oro nos otorgó una historia de intriga e incesto mental en El ángel negro, con muchos ecos de la “Rebeca” de Hitchcock, al presentar a una joven y débil mujer (Marina Tamayo) que se deposaba con un viudo rico (Emilio Tuero), y era víctima de los celos y las envidias de un ama de llaves tenebrosa (Isabela Corona) que prácticamente ocupaba su lugar maternal, aunque siempre deseando el lecho conyugal: la cinta larga, con producción exquisita, fue un acercamiento gótico al cine nacional. Gilberto Martínez Solares ofreció dos comedias deliciosas: Las cinco noches de Adán, musical panamericano donde un millonario reunía a cinco hijos naturales nacidos de sendas relaciones internacionales para que se provocara un malentendido incestuoso (tema más recurrente de época), aunque todo se solucionaba bien y Mapy Cortés podía bailar la conga, ritmo muy de moda por estos años; y la otra fue Yo bailé con don Porfirio que ocurre a finales del siglo 19, sin que el personaje del título sea el venerable General Porfirio Díaz, sino un astrólogo. Una trama de confusión de identidades ante un par de hermanas gemelas, donde uno de los galanes era el muy atractivo Emilio Tuero.


         Otro debut, pero ahora como director, fue el de Joaquín Pardavé, para Filmex, con El baisano Jalil, donde se narra el amorío que surge entre una joven mexicana, de familia rica venida a menos, con el hijo (otra vez Tuero) de un acaudalado comerciante libanés, Jalil (el propio director). Todas las intrigas de los nuevos pobres para ingresar a las filas de los nuevos ricos se van desarrollando con mucha gracia y, cuando se requiere, con gran dramatismo. Aunque se adaptó una comedia argentina con personaje “gringo”, el argumentista Adolfo Fernández Bustamante junto con Pardavé, decidieron darle la nacionalidad libanesa, al considerar que había toda una colonia de esa etnia en el país que había llegado desde finales del siglo XIX, siendo ahora propietarios de grandes almacenes, según datos históricos. La cinta fue un grandísimo éxito de taquilla que daría lugar años más tarde a El barchante Neguib.

Mapy Cortés en "Yo bailé con don Porfirio"




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