CINE MEXICANO: HACE 100 AÑOS…
Como
se ha expresado en otras ocasiones, el cine mexicano silente desapareció con
escasísimas excepciones. La década de los años veinte no fue prolífica en
producciones mexicanas. Al terminar la Primera Guerra Mundial, Hollywood se impuso
contra otras cinematografías. El cine nacional solamente tuvo dos años
intensos: en 1921 se filmaron 22 largometrajes, cayendo a 13 en 1922, entre
ficción y documentales, para no volver a alcanzar esa cifra hasta entrada la
década siguiente.
Miguel Contreras Torres, a la derecha en "El sueño del caporal"
Dentro
de lo que se puede comentar, todo basado en referencias de revistas y
fotografías conservadas, es que el intenso y terco Miguel Contreras Torres
continuó con su carrera fílmica, iniciada el año previo con El caporal. Ahora
en 1922, filmaría una secuela (El sueño del caporal) y la que sería la
primera cinta sobre los mexicanos que iban a Estados Unidos para ganar dinero: El
hombre sin patria donde narraba la vida desobligada de un joven capitalino
cuyo padre elimina sus privilegios por lo que se ve forzado a irse del país,
hacer varios trabajos hasta terminar como bracero, para retornar cual hijo
pródigo. El propio director fue el protagonista. Le acompañaba Carmen Bonifant
quien sería luego cronista de espectáculos y crítica de cine.
Una cinta “espectacular” fue Fanny o el robo de los veinte millones, de Manuel Sánchez Valtierra, en la que se contaban los ardides de una espía internacional (María Cozzi) y su socio, para conseguir los planos de un tesoro, encontrarlo y llevarlo hacia una potencia extranjera. En ella apareció Manuel Arvide, actor que tendría carrera importante, pero secundaria, en el cine sonoro.
CINE MEXICANO: HACE 90 AÑOS…
En marzo de 1932 se estrenó Santa (Antonio Moreno, 1931), primera película mexicana
con sonido sincronizado dentro del mismo celuloide e inicio de lo que devendría
gran industria en unos cuantos años más. Y la producción nacional
consistió solamente de 6 largometrajes que dieron oportunidad al inicio de sus
carreras fílmicas a Fernando de Fuentes, Arcady Boytler y Miguel Zacarías, así
como el paso dentro del cine sonoro a Miguel Contreras Torres, ya mencionado en
el silente. Los otros realizadores, extranjeros, caminarían efímeros pasos
dentro de la filmografía nacional. Estas primeras películas, elementales, dan
idea de los géneros que se desarrollarían más adelante con mucho éxito,
emblemáticos de nuestra industria. De ellas, solamente se conservan cinco.
Revisemos a cada una.
Águilas
frente al sol fue la segunda y última cinta de Antonio Moreno en México,
quien partiría a Hollywood para seguir una larga carrera como actor (con
algunas intervenciones en España y Cuba), para participar ya mayor, en la
clásica El monstruo de la laguna negra (Jack Arnold, 1954). La cinta narra
una trama de aventuras internacionales donde una joven (Hilda Moreno) es
vendida a un chino (Joaquín Pardavé, en su debut fílmico dentro del cine sonoro)
y enviada a Shangái para que cante y baile en su cabaret. El joven Richardson
(Jorge Lewis) será quien se encargue de salvarla. La cinta, muy al estilo
Hollywood, tiene imágenes de aviones y persecuciones. Igual que Santa,
se ha preservado, pero no se exhibe regularmente, por desgracia.
Revolución
(La sombra de Pancho Villa) fue la primera cinta sonora mexicana de Miguel Contreras Torres quien ya había realizado otros largometrajes con sonido en
Hollywood y España. También fue el inicio del género revolucionario que más
adelante ofrecería obras maestras. Aquí, un joven ranchero era encarcelado por
el cacique del pueblo quien violaba a su hermana. Al escapar de la cárcel, el
joven se tornaba revolucionario para luchar contra la gente abusiva y casarse con
el amor de su vida.
Una vida por otra fue la tercera producción de la Compañía Nacional Productora de Películas, misma responsable de Santa y Águilas frente al sol. La película es un melodrama de cárcel y juicio, con revelación final sorprendente. Una chica (Nancy Torres) se hace pasar como asesina de un tipo para conseguir el dinero que necesita su madre enferma, quien finalmente muere. Un abogado la defiende y se comprueba su inocencia, pero la culpable era ¡la propia esposa del abogado! Dirigida por un joven húngaro que había sido asistente en Hollywood, John H. Auer, sería su única cinta mexicana: tendría una larga y prolífica carrera en la Meca del cine, sobre todo en los estudios Republic, que se especializaba en cintas con bajos presupuestos y repartos con estrellas secundarias, de las que nunca alcanzaron otras cimas. Muchas de sus cintas pueden encontrarse en YouTube.
Adolfo Girón como Juventino Rosas; a su lado, Joaquín Coss.
Sobre
las olas permitió el debut de Miguel Zacarías quien sería importante
productor y director dentro de la industria al dirigir la primera cinta de María
Félix y el mayor éxito de Libertad Lamarque, luego de su fallido debut bajo el
mando de Luis Buñuel en Gran Casino (1946), entre muchos otros hitos y
fallas. Se narra una versión romántica de la vida atribulada del compositor
Juventino Rosas, su decepción amorosa, su dignidad impoluta, ya que no se hace
mención de ningún defecto o vicio. Es una cinta que todavía se exhibe con
cierta frecuencia, en los canales de señal abierta de televisión, aparte de
haber sido editada en DVD, como Santa.
Mano
a mano es un mediometraje de cincuenta minutos que se exhibía, en
ocasiones, por televisión. Fue el debut de Arcady Boytler, ruso emigrado a
México quien daría, al año siguiente, una de las cintas más delirantes en la
historia del cine mexicano (La mujer del puerto). En este caso, la trama
se refiere al intento de estafa que quiere realizar un joven (René Cardona)
quien se hace pasar por muerto. Un malentendido pone en jaque al romance entre
un amigo y la hermana del falso difunto, hasta que todo se soluciona. Cardona
ya había actuado en cintas sonoras habladas en español, producidas en Hollywood
para públicos latinos ya que todavía no se utilizaban subtítulos, y después y
aparte, porque la analfabetización era rampante. Sería director de muchísimas
películas, además de cuñado de Miguel Zacarías, creando una dinastía
significativa para la industria nacional del cine.
La sexta y última cinta nacional de 1932 fue El anónimo, debut de Fernando de Fuentes quien sería el primer gran director de nuestro cine, creador de géneros, hombre de ideas y reflexión que utilizó al cine para discutir ideas y buscar la participación del público. Las referencias hablan de un melodrama de posible adulterio: una mujer (Gloria Iturbe), casada con un médico (Carlos Orellana) y la presencia de un amigo (Julio Villarreal). El anónimo del título seguramente se refiere a un chantaje. Esta cinta se perdió: no quedaron copias ni negativos, por desgracia. Todas estas cintas llegarán a su nonagésimo aniversario durante el año que estaremos estrenando, con el deseo imperioso de que ya se extinga el maldito coronavirus.
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