lunes, 4 de enero de 2021

LA HIPOCRESÍA PIADOSA

 

DOÑA PERFECTA Y CARLOS NAVARRO


Carlos Navarro (1921 - 1969)

         Cuarenta películas y muchas obras de teatro. Un actor a la vieja usanza que alternaba su trabajo fílmico con el escenario. Fue uno de los galanes cotizados de la primera mitad de los años cincuenta que fue alcanzando poco a poco su popularidad y aceptación entre el público. Desde el bit en Ave de paso (Gorostiza, 1945) y Ramona (Urruchúa, 1946), hasta llegar a los papeles secundarios en La dama del alba (Gómez Muriel, 1949) o Rosauro Castro (Gavaldón, 1950) que le hicieron notar en su presencia y calidad para llegar a su primer estelar importante en Doña Perfecta (Galindo, 1950) como el iconoclasta y cosmopolita Pepe que levantaba la furia y el deseo de su tía, matrona de pueblo, dama absoluta, encargada de mantener la religión y las buenas costumbres de la sociedad pueblerina en tiempos de la Reforma (según la adaptación a México de la novela de Benito Pérez Galdós). Y por este papel, Carlos Navarro se ganó el Ariel. A partir de aquí se abrieron las puertas: estaba en plenitud de edad, atractivo, aparte de ser buen actor.

         Doña Perfecta abre con un epígrafe de San Pablo: “…en lo que condenas a otro, te condenas a ti mismo: haciendo, como haces tú, aquellas mismas cosas que condenas.” que bien describe la hipocresía y la conveniencia. Perfecta (Dolores del Río) es una viuda adinerada de provincia, mujer conservadora que vive junto con su hermano Cayetano (Rafael Icardo) y su hija Rosario (Esther Fernández). Recibe una carta de su hermano Juan, quien vive en la capital, para informarle que llegará a visitarle su sobrino Pepe (Carlos Navarro), ingeniero agrónomo que vendrá a ser objeto de amor para la ingenua y sometida Rosario, y objeto de escándalo para Perfecta cuando vaya mostrando sus inclinaciones liberales, su falta de piedad católica, sus relaciones con personas calificadas de inmorales.

         La película va estableciendo las características e ideología de Perfecta y sus conocidos: aunque no se establece el lugar preciso, la geografía indica que es algún estado del bajío mexicano. Comunica a sus amistades que en México el nuevo gobierno está incautando bienes, perjudicando a las buenas familias, pero hay una esperanza: se ha levantado un joven militar llamado Porfirio Díaz para restablecer el orden. Estas esperanzas y anhelos de cambio político (que se dará en poco tiempo) se frustra con las actitudes de Pepe, joven instruido en Europa. La primera señal será el gesto amistoso que tendrá con un capitán del ejército federal apenas camino a casa de su tía (y que un servidor de la mujer le informará), y luego los libros (“Lutero y la reforma de la iglesia”, entre otros) que Perfecta censura y manda quemar por ser contrarios a la religión.

         De esta manera, paulatinamente van quedando al descubierto las intenciones e hipocresías de Perfecta. Es el tipo de mujer que aparentemente es piadosa, observante de la religión, amante del prójimo, pero que en el fondo vive atormentada por sus propias limitaciones, obsesionada por las apariencias y temerosa de quedar en posición vulnerable. Ante la pobreza del pueblo, defiende la existencia de la caridad, porque la gente es rústica y es cristiano protegerla. Sus amistades son semejantes. Está el abogado Inocencio (Julio Villarreal, extraordinario y tan grande como siempre) quien estudió toda la carrera eclesiástica para finalmente sentir que no era digno de recibir la investidura sacerdotal. Viene a ser el equivalente masculino de Perfecta en cuanto a su soberbia de clase que hace pasar por filantropía y devoción. Expresa su alegría de ser abogado para poder apoyar la causa de Dios y recuperar los bienes injustamente arrebatados de la iglesia.

         Pepe es la nueva generación liberal que todavía disfruta de los goces de clase pero va dejando atrás sus ataduras. Expresa que no siguió la carrera de su padre, abogado, porque “obligarse a defender el pro y el contra de una causa es absurdo”, creando así una antagonía entre la sociedad de Santa Fe y su propia ideología personal. Al ser destituido de su cargo, por las malas artes y conspiraciones de Perfecta y la sociedad que la venera, Pepe permanece en el lugar para insistir en su razón y lograr llevarse a su amada Rosario. No obstante, el poder de Perfecta va más allá de sus intenciones y de su voluntad. Su final será trágico. La cinta termina con la frase que cierra la novela de Pérez Galdós: “es cuanto por ahora podemos decir de las personas que parecen buenas y no lo son”

Carlos Navarro, Lilia Prado y Mantequilla
en "La ilusión viaja en tranvía"

         Carlos Navarro estaba en los albores de los éxitos que traerá su carrera fílmica. Apuesto, alto y con voz impostada, tenía la personalidad y la presencia para llamar la atención entre los espectadores de cine. En Doña Perfecta aparece “por cortesía de Saisó y De la Serna” que tenían su exclusividad. De la Serna sería quien lo llevaría a Clasa Films Mundiales para filmar varias de las cintas que serán emblemáticas para su carrera Angélica, La cobarde, La vida tiene tres días, Un minuto de bondad, y la que será una de las joyas de Luis Buñuel, La ilusión viaja en tranvía. Hará pareja con Irasema Dilián y filmará ocho películas bajo la dirección de Emilio Gómez Muriel.

Carlos Navarro y Silvia Pinal en "La vida tiene tres días"

         Y alrededor de estas películas estaba su presencia sobre los escenarios. Entre sus demasiadas participaciones en escena está el estreno de Una ciudad para vivir de Ignacio Retes, en 1954, en una producción de Clasa Films para el teatro, donde aprovechaba la oportunidad de darle salida a sus actores exclusivos. También estuvo en el estreno de Cada quien su vida, de Luis G. Basurto, en el Teatro Lírico de México, en 1955, en un papel que repetiría en la versión fílmica de Julio Bracho, cinco años más tarde. La televisión fue otro medio en el cual participó durante la última década de su vida. Moriría en mayo de 1969 a los 48 años.

Carlos Navarro y Joi Lansing 
en "El niño y el toro (Rapper, 1956)

         Debe agradecerse que Carlos Navarro nos haya dejado esas cuarenta películas. En ellas muestra su versatilidad (aunque no se le crea mucho el rol de “Caireles” en La ilusión viaja en tranvía, porque tenía mucha clase para aparentar ser de tipo popular), y pueda ser el joven perseguido y torturado por Rosauro Castro, el compositor frustrado de La vida tiene tres días, el cadáver enamorado de El muerto resucitado, el padre comprensivo de La edad de la tentación o el modisto, único amigo fiel que le quedará a Olga Lang en La estrella vacía. Además filmó una producción norteamericana realizada en México, debido a su buen dominio del inglés, como el hacendado Alejandro en El niño y el toro. Sobre todo, este Pepe combativo y elegante, apuesto y decidido, creyente de sus convicciones cuya pasión le hará ser víctima de una mujer tan hipócrita como Doña Perfecta.

El director Alejandro Galindo



1 comentario: