1949: un año prodigioso del cine nacional...
Al iniciar el tercer año del presidente Miguel Alemán, la
modernidad iniciada en el sexenio previo se implementó y fue la época en que se
consolidó la clase media. El cine mexicano apoyó la realidad circundante con
películas que hablaban del progreso y los electrodomésticos ya comunes en los
hogares. En 1949 se promulgó una ley cinematográfica que, por desgracia, no
tendría mayor trascendencia. Al devaluarse el peso hacia casi el doble de su
valor, la economía sufrió pérdida en el valor adquisitivo pero ventajas para la
inversión privada y extranjera en el país. El cine tuvo que abaratarse y, por
consecuencia, se incrementó la producción: por primera vez en su historia se
sobrepasó el centenar de títulos. Fue un año en que los grandes cineastas
renombrados pudieron realizar algunas de sus mejores películas. Para este
recuento, homenaje a las que serán septuagenarias, optaré por destacar alguna
de esas cintas por director, aclarando que no hubo ningún debutante en este
oficio. Además, me salgo un poco de los lugares comunes que ya han creado una
serie de convenciones tradicionales.
La mejor película del
cine mexicano en 1949
1-
Juan Bustillo Oro. Vino
el remolino y nos alevantó. La trama hace honor al título de la película. Una
familia capitalina conformada por padre, madre, tres hijos y una hija sufre la
separación por los avatares de la Revolución Mexicana. El destino los lleva por
rumbos distintos de los cuales el espectador es testigo sin que ellos, alguna
vez cruzándose al azar, puedan reconocerse. Así pasan casi 30 años (desde los
tiempos previos a la caída de Porfirio Díaz hasta la inauguración del Monumento
a la Revolución. El director Bustillo Oro había pensado esta trama desde los
tiempos en que colaboró con Mauricio Magdaleno en El compadre Mendoza pero
siempre hubo algo que lo detuvo. En 1949 como productor y con el apoyo de Fernando
de Fuentes y Gonzalo Elvira, utilizando un reparto de actores secundarios,
logró por fin realizar esta trama maestra que sigue repitiéndose hasta nuestros
días: las familias separadas por las estupideces de Trump, los muertos en las
guerras del Medio Oriente, los migrantes que ahora son universales. Una cinta
estrujante y admirable.
2-
Roberto Gavaldón. La casa
chica. Un argumento de José Revueltas que nos habla de la amante, la mujer que
está en segundo plano por el hombre cuyas circunstancias lo llevan a la
infidelidad institucionalizada. La diferencia estriba en que aquí los amantes
son profesionales, conscientes de sus situaciones, a quienes la pasión amorosa
surgida en otra época de sus vidas se ve obstaculizada por el paso de los años
y las convenciones sociales. La trama recuerda a La usurpadora (Stahl, 1932)
basada en una novela de Fanny Hurst, popularísima en su tiempo donde queda
claro que el verdadero amor permanece vivo contra toda barrera.
3-
Alberto Gout. Aventurera.
La trama básica del cine de cabaret y perdición que fue proliferando desde 1945
hasta alcanzar su esplendor en este año y el siguiente: la joven que queda
desamparada por algún motivo y cae en la prostitución contra su voluntad. En
este caso, su proxeneta resulta ser su futura suegra y la venganza termina
siendo justiciera. Por otro lado, una película donde, como en el caso de
Nosotros (Rivero, 1944), se quebrantan (de otra manera) los códigos morales: la heroína luego de
haber pecado y alcanzado su desquite, alcanza a redimirse junto con un marido
que seguramente la protegerá.
4-
Fernando A. Rivero.
Perdida. Otra continuación de la trama mencionada, aunque en este caso, hay la
variación de una violación, otro abuso sexual para caer en la venta a una
proxeneta de quien era una inocente muchacha enamorada. Y ahora un posible suegro había sido su amante.
5-
Alejandro Galindo. Cuatro
contra el mundo. El cine mexicano vivió una etapa productiva en cuanto al
género denominado negro que fue tan significativo para la industria de
Hollywood y bautizado como film noir por la crítica francesa de posguerra. Aquí
hay un ejemplo que sucede principalmente en interiores donde cada uno de los
integrantes de una banda de ladrones y su cómplice, una mujer caída en
desgracia, representan a personajes negativos de nuestra sociedad aunque, como
siempre, el amor permite, al menos, la redención personal aunque no la
existencia.
6-
Miguel Morayta. La
venenosa. Pasiones en un circo donde el personaje femenino está condenada a que
la vida “envenene” a sus amores, con un final ambiguo y delirante.
7-
Gilberto Martínez
Solares. El rey del barrio. La cinta cumbre y esencial para entender al
personaje fáunico, desparpajado, irreverente de Tin Tan, bajo el mando del
realizador que mejor lo entendió. Una delicia.
8-
Emilio Gómez Muriel. Las
puertas del presidio. Melodrama tremendista que se basa en un clásico del
folletín y que sucede dentro de prisión donde el héroe se topará con otros
personajes que le narran sus desgracias producidas por lo negro del destino. El
director logra una buena película mientras llegaban sus obras maestras futuras
(Anillo de compromiso, Carne de presidio,
Eugenia Grandet).
9-
Tito Davison. Doña
Diabla. En esta variación del cine de prostitución, la protagonista también cae
contra su voluntad en el comercio sexual pero se torna poderosa y vengativa.
María Félix con un vestuario de lujo y una edad donde lucía su gran belleza (35
años) muestra lo que era una verdadera estrella de cine.
10- Emilio Fernández. La malquerida. La adaptación al cine
mexicano de una tragedia de Jacinto Benavente nos muestra otras imágenes de la
pasión amorosa: Raimunda (Dolores del Río) acaricia las prendas de vestir de su
hombre y con eso, transmite todo su deseo.
Hay muchos
otros títulos magníficos que destacan a este año como uno de los más estimables
en la historia del cine nacional: Ventarrón,
El sol sale para todos, Ángeles de arrabal, Felipe de Jesús, Guardian: el perro
salvador, Cuando los hijos pecan, Hipócrita… El cine mexicano era exitoso, buscaba a
su público y éste lo apreciaba. Hace setenta años.
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