domingo, 27 de marzo de 2016

TRÍOS PASIONALES


VERANO A LAS 10:30
(10:30 P.M. Summer)
1966. Dir. Jules Dassin.

 
 
 

            Un hombre camina bajo una fuerte tormenta. Trae en su mano una pistola. Llega al cuarto donde se encuentran un hombre y una mujer desnuda. Mata a ambos. Paul (Peter Finch) viaja por una carretera de la España franquista acompañado por su esposa María (Melina Mercouri) y su hija pequeña (Isabel María Pérez), además de una amiga de la familia, Claire (Romy Schneider), en medio de una fuerte tormenta veraniega. Llegan a un pueblo luego de ser detenidos por la policía que anda buscando al asesino y así se enteran que se llama Rodrigo Palestra (Julián Mateos) que ha matado a su esposa y a uno de sus amantes. Por la fuerte lluvia deberán pasar la noche en un hotel con sobrecupo, dormir en pasillos, esperar a que les den mesa para cenar. María es alcohólica. Sale a beber en un balcón donde se da cuenta que un hombre camina bajo una manta en el techo de enfrente y resulta ser el fugitivo Rodrigo. Al mismo tiempo, mira hacia otro balcón más arriba donde descubre a Paul besándose con Claire. Son las 10:30 p.m. Le habla al fugitivo para decirle que le espere en el otro lado del hotel y ella pasará en su automóvil para llevarlo lejos. Así lo hace y lo deja en una colina prometiéndole que volverá al día siguiente a mediodía. Le cuenta a Paul y Claire y todos van al lugar donde encuentran a Rodrigo muerto: se ha suicidado. Siguen su camino y llegan a otro hostal en su camino a Madrid donde María se emborracha y sueña o desea que siga consumándose el amor entre su marido y su amiga. Llegan a Madrid donde acuden a un tablado flamenco. En cierto momento, María abandona el lugar. Claire y Paul la buscan sin encontrarla.

 


            Basada en una novela corta de Marguerite Duras, estamos ante una de las cintas más subestimadas y repudiadas por la crítica durante sus tiempos de estreno. Un crítico local, José Xavier Labrada, la etiquetó como “la peor película de 1967” en el suplemento dominical que tenía el periódico El Porvenir (en México se estrenó en diciembre 1967 y a nuestras pantallas regiomontanas llegó a principios de 1968). Pauline Kael, una influyente crítica de la revista The New Yorker escribió sobre una cinta que “gritaba” por lo presuntuosa. Lo más curioso de estos puntos de vista es que los adaptadores del guion de la película fueron el propio realizador Jules Dassin junto con la misma autora, alabada por sus textos. Sin embargo, el tiempo es el mejor juez: El crítico Robert Horton la revalorizó en la revista Film Comment indicando que Dassin había sido creador de obras clave del cine negro (La ciudad desnuda o Mercado de ladrones o La fuerza bruta, entre otras), y que esta cinta tomaba cierto rumbo alrededor del género, además de contar con presencias de fuerte impacto. Por otro lado, Dassin aportó su guiño al cine existencialista o deprimido que en esos años ofrecieron Antonioni (la cinta tiene un final que recuerda a El eclipse y la desaparición de María sería un homenaje a La aventura) y Varda (La felicidad donde el personaje creía que era natural tener dos mujeres a las cuales amar).

 
 
            La cinta presenta dos tríos pasionales: el prólogo muestra al marido que mata a mujer y amante porque debe defender su honor. Luego siente que ya no tiene sentido su vida y se suicida. Por otro lado, un trío donde no sabemos el motivo que impulsó a invitar a una amiga a viajar con una pareja, pero que se sugiere con el sueño alcoholizado de una esposa que entrega a su marido a la infidelidad: en lugar de asesinar, conviene perderse en el mundo, suprimir sus propios deseos, ya que la única tabla de salvación quedaba en ayudar a quien había llevado a cabo un acto de redención personal sin el valor para afrontarlo. Una novela difícil, como fue usual en los escritos de la Duras, fue transformada en su equivalente visual. No fue una película para su tiempo y la visión actual le da otra dimensión.

 


            Jules Dassin (1911 – 2008) fue otra víctima de la cacería de brujas en el Hollywood de principios de los años cincuenta. Se exilió en Francia donde pudo filmar obras maestras (Rififí entre los hombres) y luego alcanzar gran popularidad en 1960 con Nunca en domingo que también puso en el mapa estelar a su esposa Melina Mercouri. Esta cinta la iba a producir solamente para que la dirigiera su colega (y compañero de infortunio al ser también perseguido por la lista negra) Joseph Losey pero cierto incidente lo evitó. Bastante olvidada, había que rescatarla en su cincuenta aniversario.

En esta liga podrán ver la película:
https://youtu.be/LfBCQeXnkWE

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario