CINEMATOGRÁFICA MARTE S.A.
J. Fernando Pérez Gavilán (1937)
Mauricio Walerstein (1945)
En
1966 se fundó Cinematográfica Marte S.A. por los productores J. Fernando Pérez
Gavilán, quien tenía tiempo trabajando en los Estudios América, y Mauricio
Walerstein, hijo del poderoso dueño de Filmex, Gregorio Walerstein.
Gregorio Walerstein (1913 - 2002)
Ambos
tenían experiencia con películas que habían sido financiadas por esta vieja
institución (surgida en 1941 para tornarse significativa para la industria del
cine nacional), como las películas con El Santo y Jorge Rivero: Óperación 67 y El tesoro de Moctezuma.
En diciembre de
1966 comenzó a rodarse Los caifanes
que inauguró a la flamante compañía productora, bajo la dirección de Juan Ibáñez (1938 – 2000), prestigioso
director teatral y debutante con el mediometraje Un alma pura dentro del Primer Concurso de Cine Experimental,
legendario e importante evento que renovó de alguna manera al cine nacional. El
guion de esta cinta (escrito por Carlos Fuentes e Ibáñez) había ganado un
premio y con el apoyo de los Estudios América, se filmó como serie en cinco
episodios, tal como se acostumbraba en esos tiempos. La película narra la
aventura de una noche cuando una pareja acomodada se encuentra con cuatro
mecánicos de Querétaro al meterse a su automóvil para guarecerse de la lluvia.
El cuarteto los lleva consigo en su parranda para que conozcan un cabaret de
mala muerte, le pongan brassiére y calzones a la Diana, se metan en una
funeraria, para que los contrastes sociales exploten con la madrugada. La
película mostraba a un México diferente y lo que narraba no había sido común en
la industria (citas culteranas, cabareteras decadentes) aparte de dar
oportunidad al ingreso de un nuevo director y estrellas frescas que harían
carrera posteriormente (Sergio Jiménez, Ernesto Gómez Cruz, Óscar Chávez y Eduardo
López Rojas).
Pasaría año y
medio para que se produjera la siguiente película Patsy mi amor (La entrega de una adolescente), 1968, con argumento de Gabriel García
Márquez, adaptado por el realizador Manuel
Michel (1928 – 1983)
Manuel Michel fue injustamente despreciado
por Patsy mi amor que ahora se ha vuelto cinta de culto
cuya experiencia anterior había sido un cortometraje
en el Concurso mencionado, llamado Tarde
de agosto. La cinta narra la educación sexual y sentimental de una chica
burguesa que tiene excelente relación con su padre, es excelente estudiante en
Filosofía y Letras, se reúne con su mejor amiga y otros compañeros. Debido a un
accidente automovilístico, conoce a Ricardo, un hombre mayor, casado, con
hijos, que le pide sus datos. Luego la busca para tener encuentros en moteles
donde ella pierde la virginidad. Al enterarse que Patsy ha contado todo a su
padre, el hombre la abandona. La chica quedará a la deriva hasta que toma su
rumbo nuevamente, con mayor experiencia. Permitió el debut estelar de Ofelia
Medina en el rol titular, además de propiciar la entrada de Michel a la
industria. Por desgracia, fue un fracaso crítico y comercial. El director no
volvería a filmar largometrajes (un cortometraje que se menciona en el
siguiente párrafo; solamente cortos comerciales por encargo) y moriría prematuramente.
Medina seguiría triunfando y adquiriendo renombre.
Poco tiempo
después comenzó el rodaje de Trampas de
amor cinta ómnibus conformada por tres cuentos: El dilema escrita y dirigida por Tito Novaro (1918 – 1986), veterano actor secundario que ahora
tenía la oportunidad de dirigir. Yvonne ,
con guion y dirección del ya mencionado Michel;
y La sorpresa escrita por el
debutante Jorge Fons (1939) junto con
el escritor Gustavo Sainz. La película muestra distintos tipos de relaciones
amorosas con salidas inesperadas: una pareja de lesbianas mata por excesos
sexuales al hombre que se casa con una de ellas; una prostituta se hace pasar
como chica decente para ganarse el amor de un tipo que desea explotarla; un
mecánico recibe un reloj de lujo por la señora rica a la cual satisface
sexualmente, lo esconde, luego no lo encuentra, para después verlo en la muñeca
del lechero. Se seguía el esquema de las comedias picarescas italianas de
principios de década, pero dio oportunidad de ingreso a la industria de dos
nuevos directores. Novaro seguiría adelante dentro del cine comercial y sería
el realizador de las películas con la cantante Yolanda del Río, bajo guiones
escritor por su esposa Laura Marchetti, que se tornarían delirios involuntarios
(La hija de nadie, por ejemplo). De
Michel ya hablamos. Fons se tornaría en importantísimo realizador con el tiempo
(Los albañiles, Rojo amanecer, El
callejón de los milagros, entre otras) así como director de telenovelas.
Al año siguiente,
en 1969, se producirían tres proyectos iniciando con Paraíso escrita y dirigida por Luis
Alcoriza (1918 – 1992) donde se muestra la otra cara de Acapulco,
desmitificado como paraíso tropical (de ahí el título), al entrar al mundo de
los lancheros, los buceadores, los clavadistas, las prostitutas: el otro
aspecto social alejado de la imagen para ricos que, sin embargo, utilizan a
estos habitantes para sus placeres personales. Los buzos Román y Lauro tienen
problemas entre ellos cuando el primero se enamora de la prostituta Magali.
Luego, por salir rápidamente a la superficie, Román sufre el problema de la
despresurización que lo lleva a la muerte. Alrededor de esto se narran otras
historias de personajes cercanos a los principales. Alcoriza, nombre importante
en el desarrollo de nuestra industria, en los años sesenta, sobre todo, pudo
lograr así la realización de una cinta soñada. Seguiría vigente con triunfos y
fracasos hasta su muerte.
El siguiente
proyecto fue Siempre hay una primera vez
que siguió el esquema de tres cuentos para conformar una cinta donde se
muestran tres formas de iniciación sexual en las personas de sendas mujeres de
diferentes clases sociales. Cada cuento fue dirigido por un realizador
debutante que también lo escribió o adaptó con diversos colaboradores. Rosa realizada por José Estrada (1938 – 1986) narra como la pobre sirvienta de una
familia clasemediera es violada por un pretendiente que la deja embarazada.
José Estrada siguió los pasos de Alejando Galindo
con su cine urbano, de catrines y peladitos,
pero se murió antes de tiempo, por desgracia.
Gloria dirigida por el experimentado
actor Guillermo Murray (1927) cuenta
la pérdida voluntaria de la virginidad de una cajera de banco treintañera por
un joven compañero de trabajo, antes de casarse con un viejo y rico español. Isabel dirigida por el productor Mauricio Walerstein (1945) para así
debutar como cineasta muestra las vicisitudes de una joven hija de millonarios
que es violada por el taxista que la lleva en un recorrido por el México
nocturno, antes de casarse con el rico pretendiente de su propia clase social.
De esta manera, dos violaciones forzadas y una voluntaria ilustran esa primera
vez siempre dolorosa para luego tornarse placentera según formas y modos. Los
tres realizadores seguirían con sus carreras en el cine, aunque Estrada moriría
inesperadamente en medio de muchos proyectos, Murray filmaría dos largometrajes
posteriores para volver a la actuación y Walerstein haría dos cintas delirantes
(Las reglas del juego y Fin de fiesta) antes de exiliarse
voluntariamente a Venezuela donde seguiría con una productiva carrera.
El cierre del año
fue con El sabor de la venganza donde
Alberto Mariscal filmó una nueva lectura de la narración de Ricardo Garibay que
había dado lugar a Los hermanos Del Hierro
(Ismael Rodríguez, 1961). Fue una coproducción con capital norteamericano
donde se narra el desarrollo psicopatológico de Judd quien había sido testigo
cuando niño de la muerte de su padre a manos de pistoleros. La madre le pide
que cobre venganza y contrata a un profesional para que le enseñe a usar armas.
Al crecer, Judd mata a uno de los asesinos que desata la enfermedad mental del
joven. Todo acaba en tragedia sangrienta al estilo del mejor Shakespeare.
1970 fue un año
prolífico para esta productora al filmar cinco cintas. Para servir a usted primer largometraje de José Estrada narra las tribulaciones de un mesero que llega a
chantajear a uno de sus benefactores para conseguir el dinero que le permitirá
acostarse con una prostituta de lujo.
Una
vez, un hombre… primer largometraje de Guillermo
Murray cuenta una trama fantástica: un hombre decepcionado de la muerte
prematura de un niño recibe la oportunidad de ir hacia donde se encuentran las
Parcas, que cortan las películas de vida en una máquina editora para que la
gente muera, y así esconder la película de su esposa enferma y embarazada.
Sin salida del debutante Toni Sbert (1937 – 2002) es una cinta
policiaca donde un regenerado hampón comienza a ser víctima de ataques que
alcanzan a sus seres queridos. Busca y encuentra a los culpables de estos
atropellos: un jefe mafioso y su querida, quien fuera amante del hombre.
Ese mismo año, la
cuarta producción fue Las puertas del
paraíso que marcó el debut en el cine industrial, y despedida, del
realizador Salomón Laiter (1937 – 2001)
quien había dirigido En el parque hondo,
uno de los cuentos del largometraje Viento
distante para el Concurso de Cine Experimental.
Salomón Laiter filmó una de las cintas más arriesgadas
para su tiempo y por desgracia no volvió a hacer cine.
Sobre un argumento de Elena
Garro se narra la aventura de una pareja de amantes que debe huir del Distrito
Federal: él tiene deudas de juego y la mujer es esposa del mafioso que persigue
a su querido. En el trayecto encuentran a una pareja de jipis, el hombre
consigue droga a cambio de sexo, reencuentra a su mejor amigo, hasta que
vuelven a la capital para seguir con su amor voluble y cruel. La cinta mostraba
abiertamente el consumo de droga y los mundos paralelos a la realidad usual. Se
quiso filmar una especie de Odisea homérica que no fue tan contundente. La
película tiene torpezas de filmación pero no deja de ser importante: ganó el
Ariel y su filmación fue adelantada para su tiempo. Laiter no volvería a filmar
(solamente un cortometraje artístico) y se dedicaría a la pintura hasta el
tiempo de su muerte.
Y se cerró el año 1970 con la producción de La justicia tiene doce años donde el
actor Julián Pastor (1943 – 2015)
debutó como realizador para la industria, luego de haber dirigido cortometrajes
independientes. Escrita por un par de jovencitos, la trama sigue el título
literalmente: una niña de doce años se da cuenta que los adultos no siguen las
reglas morales por lo que se pone a eliminarlos como merecen. Con torpeza, malos
efectos especiales y un reparto que no ofrece la mayor gracia, resultó ser un
gran fracaso, pero Pastor tendría una carrera salvable como realizador.
1971 marcaría el
final de la era brillante de esta compañía que seguiría operando como tal por
algunos años más interviniendo en coproducciones. Fue el último año en que
Gavilán y Walerstein trabajaron juntos porque al siguiente, Walerstein emigraría
hacia Venezuela. Las tres cintas finales de esta colaboración fueron Tacos al carbón donde el maestro
Alejandro Galindo volvía por sus fueros al recuperar el sabor urbano y
capitalino de sus cintas de los años cuarenta y cincuenta. Fue el debut fílmico
del exitoso cantante ranchero Vicente Fernández que interpretaba a un taquero
exitoso que triunfa, abre una cadena de taquerías, tiene varias esposas e hijos
con ellas hasta que es castigado por sus restaurantes insalubres que lo retorna
a sus orígenes como taquero de calle.
Los
cacos (once al asalto) es una comedia urbana de José Estrada, émulo del
mejor Galindo, donde varios amigos de diversas profesiones populares se unen
para asaltar una casa rica donde los sorprende la dueña. Luego ella se vuelve
cabecilla de la banda. La conjunción de viejos cómicos como Borolas, Resortes,
Harapos con nuevos como Héctor Ortega o Adrián Ramos, encabezados por la
estelar Silvia Pinal dieron brillo a una cinta en realidad menor.
Y finalmente
llegó Diamantes, oro y amor que marcó
el inicio en el largometraje del interesante escritor Juan Manuel Torres (1938 – 1980) quien había filmado previamente un
episodio de la cinta colectiva Tú. yo,
nosotros, pero seguiría con una carrera muy distinguida con cintas como La otra virginidad o El mar. La cinta es acerca de una joven que escapa de su propia boda
porque quiere conocer el mundo. Encuentra a un empleado bancario que se enamora
de ella y accede a sus peticiones de apoyarla a cometer unos robos. El hombre
crea todo un mundo de fantasía para que la muchacha realice sus sueños. El
reparto incluye a estrellas de la compañía Filmex (Julio Alemán e Hilda
Aguirre) y el tono de la cinta es vacío, con poca gracia. Una triste despedida
de lo que fuera una compañía importante.
Alejandro Galindo
Luis Alcoriza
Muy importante en
realidad. En una época donde era difícil que nuevos directores entraran a la
industria, Marte permitió el acceso a once realizadores y rindió tributo a
viejas glorias como Alejandro Galindo o con menos experiencia aunque
interesante como Alberto Mariscal y Luis Alcoriza. Las temáticas se
diversificaron y los cuadros de actores se enriquecieron. Pérez Gavilán siguió
operando a Cinematográfica Marte en cintas como Crónica de un amor de Toni Sbert o Uno y medio contra el mundo de José Estrada, sus previos
protegidos, aunque en colaboración. Luego haría una carrera decepcionante como director de cine.
Walerstein, como se dijo, se fue a
Venezuela. La compañía no tuvo el apoyo económico de Gregorio Walerstein,
aunque puede pensarse que el acceso a los Estudios América, el uso en repartos
de sus estrellas exclusivas, o las posibilidades de colaboración, inyectaban
dinero o sufragaban gastos. El año entrante será el cincuentenario de la
filmación de Los caifanes que vino a
distribuirse hasta el año siguiente. De ahí que era bueno recordar los logros
de esta compañía. Sus películas se encuentran, en su mayoría, en el sistema
Netflix o se exhiben con regularidad en los escasos canales que transmiten
viejo cine mexicano. El mejor tributo siempre será ver o descubrir películas.
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