sábado, 28 de noviembre de 2015

UNA EMPRESA DE IMPORTANCIA


CINEMATOGRÁFICA MARTE S.A.

 
J. Fernando Pérez Gavilán (1937)
Mauricio Walerstein (1945)
 

            En 1966 se fundó Cinematográfica Marte S.A. por los productores J. Fernando Pérez Gavilán, quien tenía tiempo trabajando en los Estudios América, y Mauricio Walerstein, hijo del poderoso dueño de Filmex, Gregorio Walerstein.
 
Gregorio Walerstein (1913 - 2002)
 
Ambos tenían experiencia con películas que habían sido financiadas por esta vieja institución (surgida en 1941 para tornarse significativa para la industria del cine nacional), como las películas con El Santo y Jorge Rivero: Óperación 67 y El tesoro de Moctezuma.
 


            En diciembre de 1966 comenzó a rodarse Los caifanes que inauguró a la flamante compañía productora, bajo la dirección de Juan Ibáñez (1938 – 2000), prestigioso director teatral y debutante con el mediometraje Un alma pura dentro del Primer Concurso de Cine Experimental, legendario e importante evento que renovó de alguna manera al cine nacional. El guion de esta cinta (escrito por Carlos Fuentes e Ibáñez) había ganado un premio y con el apoyo de los Estudios América, se filmó como serie en cinco episodios, tal como se acostumbraba en esos tiempos. La película narra la aventura de una noche cuando una pareja acomodada se encuentra con cuatro mecánicos de Querétaro al meterse a su automóvil para guarecerse de la lluvia. El cuarteto los lleva consigo en su parranda para que conozcan un cabaret de mala muerte, le pongan brassiére y calzones a la Diana, se metan en una funeraria, para que los contrastes sociales exploten con la madrugada. La película mostraba a un México diferente y lo que narraba no había sido común en la industria (citas culteranas, cabareteras decadentes) aparte de dar oportunidad al ingreso de un nuevo director y estrellas frescas que harían carrera posteriormente (Sergio Jiménez, Ernesto Gómez Cruz, Óscar Chávez y Eduardo López Rojas).
 


            Pasaría año y medio para que se produjera la siguiente película Patsy mi amor (La entrega de una adolescente), 1968, con argumento de Gabriel García Márquez, adaptado por el realizador Manuel Michel (1928 – 1983)
 
Manuel Michel fue injustamente despreciado
por Patsy mi amor que ahora se ha vuelto cinta de culto
 
cuya experiencia anterior había sido un cortometraje en el Concurso mencionado, llamado Tarde de agosto. La cinta narra la educación sexual y sentimental de una chica burguesa que tiene excelente relación con su padre, es excelente estudiante en Filosofía y Letras, se reúne con su mejor amiga y otros compañeros. Debido a un accidente automovilístico, conoce a Ricardo, un hombre mayor, casado, con hijos, que le pide sus datos. Luego la busca para tener encuentros en moteles donde ella pierde la virginidad. Al enterarse que Patsy ha contado todo a su padre, el hombre la abandona. La chica quedará a la deriva hasta que toma su rumbo nuevamente, con mayor experiencia. Permitió el debut estelar de Ofelia Medina en el rol titular, además de propiciar la entrada de Michel a la industria. Por desgracia, fue un fracaso crítico y comercial. El director no volvería a filmar largometrajes (un cortometraje que se menciona en el siguiente párrafo; solamente cortos comerciales por encargo) y moriría prematuramente. Medina seguiría triunfando y adquiriendo renombre.

 


            Poco tiempo después comenzó el rodaje de Trampas de amor cinta ómnibus conformada por tres cuentos: El dilema escrita y dirigida por Tito Novaro (1918 – 1986), veterano actor secundario que ahora tenía la oportunidad de dirigir. Yvonne , con guion y dirección del ya mencionado Michel; y La sorpresa escrita por el debutante Jorge Fons (1939) junto con el escritor Gustavo Sainz. La película muestra distintos tipos de relaciones amorosas con salidas inesperadas: una pareja de lesbianas mata por excesos sexuales al hombre que se casa con una de ellas; una prostituta se hace pasar como chica decente para ganarse el amor de un tipo que desea explotarla; un mecánico recibe un reloj de lujo por la señora rica a la cual satisface sexualmente, lo esconde, luego no lo encuentra, para después verlo en la muñeca del lechero. Se seguía el esquema de las comedias picarescas italianas de principios de década, pero dio oportunidad de ingreso a la industria de dos nuevos directores. Novaro seguiría adelante dentro del cine comercial y sería el realizador de las películas con la cantante Yolanda del Río, bajo guiones escritor por su esposa Laura Marchetti, que se tornarían delirios involuntarios (La hija de nadie, por ejemplo). De Michel ya hablamos. Fons se tornaría en importantísimo realizador con el tiempo (Los albañiles, Rojo amanecer, El callejón de los milagros, entre otras) así como director de telenovelas.

 


            Al año siguiente, en 1969, se producirían tres proyectos iniciando con Paraíso escrita y dirigida por Luis Alcoriza (1918 – 1992) donde se muestra la otra cara de Acapulco, desmitificado como paraíso tropical (de ahí el título), al entrar al mundo de los lancheros, los buceadores, los clavadistas, las prostitutas: el otro aspecto social alejado de la imagen para ricos que, sin embargo, utilizan a estos habitantes para sus placeres personales. Los buzos Román y Lauro tienen problemas entre ellos cuando el primero se enamora de la prostituta Magali. Luego, por salir rápidamente a la superficie, Román sufre el problema de la despresurización que lo lleva a la muerte. Alrededor de esto se narran otras historias de personajes cercanos a los principales. Alcoriza, nombre importante en el desarrollo de nuestra industria, en los años sesenta, sobre todo, pudo lograr así la realización de una cinta soñada. Seguiría vigente con triunfos y fracasos hasta su muerte.

 
            El siguiente proyecto fue Siempre hay una primera vez que siguió el esquema de tres cuentos para conformar una cinta donde se muestran tres formas de iniciación sexual en las personas de sendas mujeres de diferentes clases sociales. Cada cuento fue dirigido por un realizador debutante que también lo escribió o adaptó con diversos colaboradores. Rosa realizada por José Estrada (1938 – 1986) narra como la pobre sirvienta de una familia clasemediera es violada por un pretendiente que la deja embarazada.
 
José Estrada siguió los pasos de Alejando Galindo
con su cine urbano, de catrines y peladitos,
pero se murió antes de tiempo, por desgracia.
 
Gloria dirigida por el experimentado actor Guillermo Murray (1927) cuenta la pérdida voluntaria de la virginidad de una cajera de banco treintañera por un joven compañero de trabajo, antes de casarse con un viejo y rico español. Isabel dirigida por el productor Mauricio Walerstein (1945) para así debutar como cineasta muestra las vicisitudes de una joven hija de millonarios que es violada por el taxista que la lleva en un recorrido por el México nocturno, antes de casarse con el rico pretendiente de su propia clase social. De esta manera, dos violaciones forzadas y una voluntaria ilustran esa primera vez siempre dolorosa para luego tornarse placentera según formas y modos. Los tres realizadores seguirían con sus carreras en el cine, aunque Estrada moriría inesperadamente en medio de muchos proyectos, Murray filmaría dos largometrajes posteriores para volver a la actuación y Walerstein haría dos cintas delirantes (Las reglas del juego y Fin de fiesta) antes de exiliarse voluntariamente a Venezuela donde seguiría con una productiva carrera.

 


            El cierre del año fue con El sabor de la venganza donde Alberto Mariscal filmó una nueva lectura de la narración de Ricardo Garibay que había dado lugar a Los hermanos Del Hierro (Ismael Rodríguez, 1961). Fue una coproducción con capital norteamericano donde se narra el desarrollo psicopatológico de Judd quien había sido testigo cuando niño de la muerte de su padre a manos de pistoleros. La madre le pide que cobre venganza y contrata a un profesional para que le enseñe a usar armas. Al crecer, Judd mata a uno de los asesinos que desata la enfermedad mental del joven. Todo acaba en tragedia sangrienta al estilo del mejor Shakespeare.

 


            1970 fue un año prolífico para esta productora al filmar cinco cintas. Para servir a usted primer largometraje de José Estrada narra las tribulaciones de un mesero que llega a chantajear a uno de sus benefactores para conseguir el dinero que le permitirá acostarse con una prostituta de lujo.
 
 
Una vez, un hombre… primer largometraje de Guillermo Murray cuenta una trama fantástica: un hombre decepcionado de la muerte prematura de un niño recibe la oportunidad de ir hacia donde se encuentran las Parcas, que cortan las películas de vida en una máquina editora para que la gente muera, y así esconder la película de su esposa enferma y embarazada.
 
 
Sin salida del debutante Toni Sbert (1937 – 2002) es una cinta policiaca donde un regenerado hampón comienza a ser víctima de ataques que alcanzan a sus seres queridos. Busca y encuentra a los culpables de estos atropellos: un jefe mafioso y su querida, quien fuera amante del hombre.

 


            Ese mismo año, la cuarta producción fue Las puertas del paraíso que marcó el debut en el cine industrial, y despedida, del realizador Salomón Laiter (1937 – 2001) quien había dirigido En el parque hondo, uno de los cuentos del largometraje Viento distante para el Concurso de Cine Experimental.
 
Salomón Laiter filmó una de las cintas más arriesgadas
para su tiempo y por desgracia no volvió a hacer cine.
 
Sobre un argumento de Elena Garro se narra la aventura de una pareja de amantes que debe huir del Distrito Federal: él tiene deudas de juego y la mujer es esposa del mafioso que persigue a su querido. En el trayecto encuentran a una pareja de jipis, el hombre consigue droga a cambio de sexo, reencuentra a su mejor amigo, hasta que vuelven a la capital para seguir con su amor voluble y cruel. La cinta mostraba abiertamente el consumo de droga y los mundos paralelos a la realidad usual. Se quiso filmar una especie de Odisea homérica que no fue tan contundente. La película tiene torpezas de filmación pero no deja de ser importante: ganó el Ariel y su filmación fue adelantada para su tiempo. Laiter no volvería a filmar (solamente un cortometraje artístico) y se dedicaría a la pintura hasta el tiempo de su muerte.
 
 
Y se cerró el año 1970 con la producción de La justicia tiene doce años donde el actor Julián Pastor (1943 – 2015) debutó como realizador para la industria, luego de haber dirigido cortometrajes independientes. Escrita por un par de jovencitos, la trama sigue el título literalmente: una niña de doce años se da cuenta que los adultos no siguen las reglas morales por lo que se pone a eliminarlos como merecen. Con torpeza, malos efectos especiales y un reparto que no ofrece la mayor gracia, resultó ser un gran fracaso, pero Pastor tendría una carrera salvable como realizador.

 


            1971 marcaría el final de la era brillante de esta compañía que seguiría operando como tal por algunos años más interviniendo en coproducciones. Fue el último año en que Gavilán y Walerstein trabajaron juntos porque al siguiente, Walerstein emigraría hacia Venezuela. Las tres cintas finales de esta colaboración fueron Tacos al carbón donde el maestro Alejandro Galindo volvía por sus fueros al recuperar el sabor urbano y capitalino de sus cintas de los años cuarenta y cincuenta. Fue el debut fílmico del exitoso cantante ranchero Vicente Fernández que interpretaba a un taquero exitoso que triunfa, abre una cadena de taquerías, tiene varias esposas e hijos con ellas hasta que es castigado por sus restaurantes insalubres que lo retorna a sus orígenes como taquero de calle.
 
 
Los cacos (once al asalto) es una comedia urbana de José Estrada, émulo del mejor Galindo, donde varios amigos de diversas profesiones populares se unen para asaltar una casa rica donde los sorprende la dueña. Luego ella se vuelve cabecilla de la banda. La conjunción de viejos cómicos como Borolas, Resortes, Harapos con nuevos como Héctor Ortega o Adrián Ramos, encabezados por la estelar Silvia Pinal dieron brillo a una cinta en realidad menor.

 


            Y finalmente llegó Diamantes, oro y amor que marcó el inicio en el largometraje del interesante escritor Juan Manuel Torres (1938 – 1980) quien había filmado previamente un episodio de la cinta colectiva Tú. yo, nosotros, pero seguiría con una carrera muy distinguida con cintas como La otra virginidad o El mar. La cinta es acerca de una joven que escapa de su propia boda porque quiere conocer el mundo. Encuentra a un empleado bancario que se enamora de ella y accede a sus peticiones de apoyarla a cometer unos robos. El hombre crea todo un mundo de fantasía para que la muchacha realice sus sueños. El reparto incluye a estrellas de la compañía Filmex (Julio Alemán e Hilda Aguirre) y el tono de la cinta es vacío, con poca gracia. Una triste despedida de lo que fuera una compañía importante.

 

Alejandro Galindo

Luis Alcoriza

            Muy importante en realidad. En una época donde era difícil que nuevos directores entraran a la industria, Marte permitió el acceso a once realizadores y rindió tributo a viejas glorias como Alejandro Galindo o con menos experiencia aunque interesante como Alberto Mariscal y Luis Alcoriza. Las temáticas se diversificaron y los cuadros de actores se enriquecieron. Pérez Gavilán siguió operando a Cinematográfica Marte en cintas como Crónica de un amor de Toni Sbert o Uno y medio contra el mundo de José Estrada, sus previos protegidos, aunque en colaboración. Luego haría una carrera decepcionante como director de cine.
 
 
Walerstein, como se dijo, se fue a Venezuela. La compañía no tuvo el apoyo económico de Gregorio Walerstein, aunque puede pensarse que el acceso a los Estudios América, el uso en repartos de sus estrellas exclusivas, o las posibilidades de colaboración, inyectaban dinero o sufragaban gastos. El año entrante será el cincuentenario de la filmación de Los caifanes que vino a distribuirse hasta el año siguiente. De ahí que era bueno recordar los logros de esta compañía. Sus películas se encuentran, en su mayoría, en el sistema Netflix o se exhiben con regularidad en los escasos canales que transmiten viejo cine mexicano. El mejor tributo siempre será ver o descubrir películas.

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