BESOS Y AMIGOS
Nota- Mañana 30 de mayo de 2015 será la marcha del orgullo homosexual en Monterrey. En junio se realizarán en el mundo entero. Como modesta aportación inicio una serie de "notas" sobre el personaje gay en el cine mexicano. Por lo pronto, el hombre; luego veremos a las mujeres. Puede notarse que en el origen y desarrollo, el cine mexicano trató al personaje homosexual con desprecio, como amenaza, con burla. Tuvieron que pasar décadas para tener otro tipo de visión y trato.
Desconocemos al cine primitivo
mexicano, el inicial, el que era mudo y se exhibió en las primeras décadas del
siglo veinte. No sabemos si casualmente o con toda intención, apareciera algún
personaje delicado o con amaneramientos.
Fue hasta 1938, cuando el maestro Fernando de Fuentes filmó La casa del ogro donde un personaje
regordete y afeminado llamado Pedro (Manuel Tamés), era nombrado a sus espaldas
como “Petrita” y su estilo era netamente el del estereotipado homosexual por la ropa, la
manera de hablar y sus reacciones. Ese mismo año Miguel Zacarías realizó una taquillerísima
comedia llamada Los enredos de papá
donde a un tipo varonil y mujeriego (Leopoldo Ortín) le llegaba una esposa inesperada
con su hijo, un jovencito con el nombre de Lalito (Miguel Montemayor) con pose
afectada, “educado más a la manera de una chica que un chico” pero que se
emocionaba al verse rodeado de coristas para dejar tranquilas a las buenas
conciencias de los espectadores.
Fernando de Fuentes, padre del cine sonoro mexicano
e innovador e introductor de temas y personajes maravillosos.
La primera película mexicana que presenta a un personaje "ambiguo"
es "La casa del ogro" (Fernando de Fuentes, 1938). El actor Manuel Tamés, aquí ya mayor en edad, fue quien interpretó a Don Pedro,
que las mujeres de la vecindad apodaban como "Doña Petrita"
En la década siguiente ¡Me ha besado un hombre! (1944, José Díaz
Morales) iniciaba lo que sería un tema recurrente en nuestro cine mexicano
donde una mujer debía hacerse pasar por hombre y vestirse como tal para
inquietar al macho: se daba lugar al beso y el hombre desesperaba al
“descubrirse” homosexual. La misma fórmula con variantes argumentales estará
presente en Yo quiero ser hombre (1949,
René Cardona), Yo soy muy macho
(1953, José Díaz Morales), Pablo y
Carolina (1955, Mauricio de la Serna), Me
ha gustado un hombre (1964, Gilberto Martínez Solares), Noches de cabaret (1977, Rafael Portillo) o
Quisiera ser hombre (1988, Abel Salazar) como
algunos ejemplos entre otros.
Silvia Pinal debe disfrazarse como mujer para que la persiga
Gina Romand e inquiete al macho Tony Aguilar.
Note el puro como símbolo del macho.
Luego está la amistad masculina donde
el afecto queda establecido de manera ambigua. En el cine mexicano hay muchos
ejemplos de parejas (o tríos) sobre todo en la comedia ranchera donde destaca El gavilán pollero (1950, Rogelio A.
González) porque sus protagonistas temen que la mujer les quite la libertad
que les permite hacer lo que desean aunque en el fondo su afecto y recuerdo del uno por el
otro llegue a extremos homoeróticos: estar juntos, sobre todo. Lo mismo sucede, aunque a nivel urbano en el
dúo de comedias A toda máquina y ¿Qué te ha dado esa mujer? (1951, ambas
de Ismael Rodríguez) donde un motociclista
se apiada de un indigente al grado de que éste aspira y llega a ser también
agente de tránsito. Durante las dos películas cada uno provocará al otro al
conquistar mujeres. Lo que aparentemente es una prueba de superioridad entre
ellos, posee un trasfondo de reto por medio de los celos.
Tal parece que Pedro Infante era el amigo ideal
para sus compañeros de juerga en las películas
que trataban a la amistad masculina
como una prueba de amor. Note las miradas,
las manos, el torso desnudo de Luis Aguilar
La comedia picaresca de los años sesenta
tiene un gran emblema en Modisto de
señoras (1969, René Cardona Jr.) donde el personaje de la cinta es un
popular diseñador de modas que se hace pasar como homosexual para seducir en
privado a sus ricas y potables clientas cuyos maridos no sospechan nada. Hay un
trío de verdaderos modistas afeminados que buscan la manera de comprobar el
fraude sexual de su rival en negocios.
Mauricio Garcés en uno de sus papeles más emblemáticos,
como el falso modisto homosexual que seducía a sus clientes
gracias a dicho engaño. Note el vestuario del personaje
A finales de los años sesenta e inicios
de la década siguiente se empieza a notar cierta libertad temática y con menos
censura. El sexo ya es más abierto a través de escenas eróticas y el período
echeverrista será más permisivo, sobre todo con palabrotas o desnudos
integrales. Se filma una cinta de “caballitos” (como se nombraba a las cintas
que emulaban al oeste norteamericano) bajo el nombre de Los marcados (1970, Alberto Mariscal) donde se muestra a una pareja
incestuosa homosexual: padre e hijo mantienen una relación dentro de la
violencia que producen con su banda de maleantes. Habrá otras cintas como La primavera de los escorpiones (1970,
Francisco del Villar), Fin de fiesta
(1971, Mauricio Walerstein), El
monasterio de los buitres (1972, Francisco del Villar), también sin ser una lista exhaustiva.
Eric del Castillo interpretó a Pardo, quien mantiene
una relación homosexual con su propio hijo
al cual llaman "El niño" y que fue interpretado
por Javier Ruán. Note el cabello rubio como estereotipo.
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