EL
DUENDE Y YO
1960.
Dir. Gilberto Martínez Solares.
Unas tomas, en los créditos de entrada en
esta película, del entonces Distrito Federal, muestran la modernidad del nuevo
sexenio: iniciaban los años sesenta y se había accesado a otra etapa histórica.
El mismo Germán Valdés se ha transformado tanto en físico (ya no es el
delgadísimo pachuco de los años cuarenta, ni, por ejemplo, el hombre mosca de El
revoltoso) como en ambiciones (desde Las aventuras de Pito Pérez,
donde demostró su faceta dramática con mucha pasión, trató de alternar cintas
con personajes más reales, aunque sin dejar de lado el humor, como pasó con La
tijera de oro o Vivir del cuento). Esta película es otro intento diferente
donde Tin Tan interpreta a un gris oficinista cuyos jefes ignoran hasta que
conoce a una mujer que se vuelve su amuleto de la suerte. Cuando ella se
hace pasar como su esposa, los jefes empiezan a atenderle y a darle su lugar. Surgen
los ascensos y otras ventajas.
Modesto Fauno (Tin Tan) es contable en
la compañía Vulcania aunque detesta los números y comete errores. Cierta noche
asiste a un cabaret porque dos de sus compañeros, ya ebrios, lo confunden con
un tercer amigo. Ahí conoce a la escultural cantante Diana (Mary Esquivel) con
la cual congenia y cuenta sus problemas e ilusiones (tiene un proyecto para
mejorar la fábrica y proteger a los empleados). Al día siguiente, ella va a buscarlo
a su oficina para devolverle unos lentes olvidados. Cuando le dicen que un
empleado no recibe visitas, ella responde que es su esposa. Nadie lo puede
creer, pero la actitud de la oficina cambia radicalmente ante el atractivo de
la mujer.
La animación del duende
sobre la nariz de Tin Tan
El duende del título viene a ser un
personaje animado, regordete, que surge de las burbujas de la champaña que toma
con Diana desde el inicio de su relación. Modesto, casi ebrio, le dice que las gotas
de su bebida son como mujeres hermosas, cristalinas, a lo que Diana responde
que son las palabras que provoca un duende que está en ellas. De esta manera,
ella vendrá a representar el impulso necesario para que Modesto logre cambiar
su destino, aunque en realidad, ambos se apoyen: él aconsejando cambios en el
físico y la manera de vestir de la mujer mientras que ella será quien haga
irrupción en su vida cotidiana para sacarlo de la rutina. Ambos vivirán
momentos idílicos, aunque castos y ficticios haciéndose pasar como esposos
mientras surgen los cambios.
Mary Esquivel, penúltima
musa de Juan Orol
Mary Esquivel fue la penúltima musa de
Juan Orol con quien estuvo casada de 1955 hasta 1963. Filmó 9 películas bajo su
dirección, pero alternó otros roles en producciones diversas y hasta interpretó
telenovelas y grabó discos. En esta película comete un error que quedó para la posteridad: al encontrar a Modesto
luego de haber ido a la oficina y platicado con su jefe, donde
reclamó su indolencia, le comenta: “Modesto, creo que le he causado un prejuicio…”,
cuando en realidad debería ser la palabra perjuicio. Tanto Esquivel como
Tin Tan cantan en la película, pero la mejor secuencia es cuando ambos interpretan
“Ojos traviesos” del compositor Claudio Estrada.
El reparto es diverso y secundario pero competente:
Tito Novaro, Marcelo Chávez y Francisco Reiguera como los jefes. Alicia Montoya
aparece como la secretaria Marga, enamorada no correspondida por el otrora despreciado
Modesto, en un rol que la aleja de la usual madre sufrida o esposa de José Luis
Jiménez que repitió en varias películas: aquí se muestra bien peinada y vestida.
El maestro Gilberto Martínez Solares, ya inmerso en una producción muy variada,
acompañó a Tin Tan en estas obras de edad madura procurando mantener el
espíritu libre del cómico.
El productor Antonio Matouk
Fue producción de Antonio Matouk quien ya había
financiado La tijera de oro con Tin Tan y más adelante filmarían también
juntos Suicídate mi amor. Matouk fue un productor que apostó por un cine
con mayores aspiraciones, sin dejar de lado el necesario aspecto comercial (la
trilogía T de Alcoriza: Tlayucan, Tiburoneros y Tarahumara o El toro
negro y El hombre del alazán, por mencionar unos cuantos títulos).
Esta subestimada comedia viene a demostrarlo.
Un joven Gilberto Martínez Solares
quien ya era cincuentón en la filmación
de "El duende y yo"
Aquí pueden verse los "Ojos traviesos"
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