lunes, 27 de julio de 2020

LA DAMA DUENDE


EL DUENDE Y YO
1960. Dir. Gilberto Martínez Solares.
         Unas tomas, en los créditos de entrada en esta película, del entonces Distrito Federal, muestran la modernidad del nuevo sexenio: iniciaban los años sesenta y se había accesado a otra etapa histórica. El mismo Germán Valdés se ha transformado tanto en físico (ya no es el delgadísimo pachuco de los años cuarenta, ni, por ejemplo, el hombre mosca de El revoltoso) como en ambiciones (desde Las aventuras de Pito Pérez, donde demostró su faceta dramática con mucha pasión, trató de alternar cintas con personajes más reales, aunque sin dejar de lado el humor, como pasó con La tijera de oro o Vivir del cuento). Esta película es otro intento diferente donde Tin Tan interpreta a un gris oficinista cuyos jefes ignoran hasta que conoce a una mujer que se vuelve su amuleto de la suerte. Cuando ella se hace pasar como su esposa, los jefes empiezan a atenderle y a darle su lugar. Surgen los ascensos y otras ventajas.
         Modesto Fauno (Tin Tan) es contable en la compañía Vulcania aunque detesta los números y comete errores. Cierta noche asiste a un cabaret porque dos de sus compañeros, ya ebrios, lo confunden con un tercer amigo. Ahí conoce a la escultural cantante Diana (Mary Esquivel) con la cual congenia y cuenta sus problemas e ilusiones (tiene un proyecto para mejorar la fábrica y proteger a los empleados). Al día siguiente, ella va a buscarlo a su oficina para devolverle unos lentes olvidados. Cuando le dicen que un empleado no recibe visitas, ella responde que es su esposa. Nadie lo puede creer, pero la actitud de la oficina cambia radicalmente ante el atractivo de la mujer.
La animación del duende
sobre la nariz de Tin Tan
         El duende del título viene a ser un personaje animado, regordete, que surge de las burbujas de la champaña que toma con Diana desde el inicio de su relación. Modesto, casi ebrio, le dice que las gotas de su bebida son como mujeres hermosas, cristalinas, a lo que Diana responde que son las palabras que provoca un duende que está en ellas. De esta manera, ella vendrá a representar el impulso necesario para que Modesto logre cambiar su destino, aunque en realidad, ambos se apoyen: él aconsejando cambios en el físico y la manera de vestir de la mujer mientras que ella será quien haga irrupción en su vida cotidiana para sacarlo de la rutina. Ambos vivirán momentos idílicos, aunque castos y ficticios haciéndose pasar como esposos mientras surgen los cambios.
Mary Esquivel, penúltima
musa de Juan Orol
         Mary Esquivel fue la penúltima musa de Juan Orol con quien estuvo casada de 1955 hasta 1963. Filmó 9 películas bajo su dirección, pero alternó otros roles en producciones diversas y hasta interpretó telenovelas y grabó discos. En esta película comete un error que quedó para la posteridad: al encontrar a Modesto luego de haber ido a la oficina y platicado con su jefe, donde reclamó su indolencia, le comenta: “Modesto, creo que le he causado un prejuicio…”, cuando en realidad debería ser la palabra perjuicio. Tanto Esquivel como Tin Tan cantan en la película, pero la mejor secuencia es cuando ambos interpretan “Ojos traviesos” del compositor Claudio Estrada.
El reparto es diverso y secundario pero competente: Tito Novaro, Marcelo Chávez y Francisco Reiguera como los jefes. Alicia Montoya aparece como la secretaria Marga, enamorada no correspondida por el otrora despreciado Modesto, en un rol que la aleja de la usual madre sufrida o esposa de José Luis Jiménez que repitió en varias películas: aquí se muestra bien peinada y vestida. El maestro Gilberto Martínez Solares, ya inmerso en una producción muy variada, acompañó a Tin Tan en estas obras de edad madura procurando mantener el espíritu libre del cómico.
El productor Antonio Matouk
Fue producción de Antonio Matouk quien ya había financiado La tijera de oro con Tin Tan y más adelante filmarían también juntos Suicídate mi amor. Matouk fue un productor que apostó por un cine con mayores aspiraciones, sin dejar de lado el necesario aspecto comercial (la trilogía T de Alcoriza: Tlayucan, Tiburoneros y Tarahumara o El toro negro y El hombre del alazán, por mencionar unos cuantos títulos). Esta subestimada comedia viene a demostrarlo.
Un joven Gilberto Martínez Solares
quien ya era cincuentón en la filmación
de "El duende y yo"


        
Aquí pueden verse los "Ojos traviesos"
        

lunes, 20 de julio de 2020

PASADO SOBRE PRESENTE


LA TIERNA ENEMIGA
(La tendré ennemie)
1936. Dir. Max Ophüls.
         La película inicia con una introducción que hace el vicepresidente del sindicato de cinematografistas en el París de los años treinta para pedirle al espectador que acepte la fantasía sobre la cual se basa el argumento: dos fantasmas asisten a la fiesta de compromiso de una joven. Uno de ellos es el padre de ella. El otro fue el amante de su madre. Ambos recordarán sus experiencias con la mujer que vino a ser la causante indirecta de sus fallecimientos. Así se narra cómo Annette, la madre (Simone Berriau), tuvo que sacrificar (por instancias de su propia madre) a su verdadero amor por guardar las apariencias sociales y casarse con quien sería el padre (Georges Vitray) de su hija ya que el hombre al cual amaba era pobre. La frustración hizo que Annette se entregara a los brazos del amante (Marc Valbel), un domador de tigres, al cual confundió como su profunda razón de amar. Más tarde en el relato aparece el fantasma de ese primer novio (¡otra víctima del amor no correspondido!) para comprender que ahora la historia se está repitiendo en la hija.
Annette con su marido
         El maestro Ophüls, bastante desconocido en nuestro país (más que nada por el tiempo transcurrido y el olvido de las nuevas generaciones) y sumamente importante en la cinematografía mundial, utiliza el recurso del flashback o analepsis o retroceso en el tiempo para que el espectador pueda comprender cómo el pasado tiene efectos en el presente. Esta forma narrativa será común en varias de sus películas (sobre todo en Cartas de una desconocida, 1948) y en esta cinta llega al grado de introducir un flashback dentro de otro para mostrar de manera sinóptica los pasos del deterioro de una relación emocional de manera inversa con la acumulación de bienes materiales, cada día mayor del esposo. La forma en que lo utiliza recuerda mucho a la secuencia que Orson Welles utilizará años después en El ciudadano Kane (1941) para mostrar precisamente el mismo proceso de la rutina que se va asentando en la relación entre Kane y su esposa.
Annette con su amante
         Ophüls insiste mucho en la tristeza y la melancolía que producen las relaciones románticas: es como si dijera que el amor siempre será la causa de los quiebres existenciales. De hecho, en los créditos iniciales de la película, presenta a los personajes, pero indica como “el culpable” de todo lo que veremos a la existencia. Sus cintas tendrán finales ambiguos o frustrantes pero en esta película no sucede así. En sus escasos 70 minutos, estamos ante una fábula amorosa con antecedente, consecuencia, moraleja y solución: sigue tu pasión y serás feliz.
Los tres fantasmas recordando
sus experiencias amorosas.
La doble exposición fotográfica
fue el truco utilizado como efecto especial
         Ophüls se basó en una obra teatral de 1928 llamada La enemiga y la adaptó al cine junto con el autor, André-Paul Antoine para lograr una cinta cuya sencillez aparente no oculta las intenciones y el genio del realizador (quien más adelante nos dará otras obras maestras: El placer o Codicia, por mencionar solamente dos títulos). No se estrenó en México pero en 1956 se filmó una versión nacional con Silvia Pinal en el rol principal (La dulce enemiga) dirigida por Tito Davison, con guion de Julio Alejandro, quienes se llevaron sendos Arieles por actriz y director en la que sería la última entrega de estos premios en su primera etapa (volverían a instalarse en los tiempos echeverristas) dando una comedia amable y efectiva, con números musicales, pero diferente a las intenciones del realizador alemán.
El maestro Max Ophüls (1902 - 1957)

lunes, 13 de julio de 2020

PARAÍSO ARTIFICIAL


UNA DEL CORAZÓN
(One From the Heart)
1981. Dir. Francis Ford Coppola.
         Estrenada en 1982 luego de haber sido exhibida el año anterior en una copia de trabajo para “probar” la reacción del público, esta comedia musical, romántica, que el maestro Coppola filmó luego de la exuberante y estremecedora Apocalipsis (1979) vino a ser un parteaguas para el otrora exitoso y distinguido representante de la mejor generación de realizadores de los años setenta. Luego del “trancazo” mundial de El padrino (1972), Coppola se tornó en nombre predilecto de los productores en el Hollywood cambiante donde el director se tornó estrella. La inmensa taquilla de su obra cumbre le permitió adquirir sus propios estudios (“American Zoetrope”), así como imponer sus condiciones para siguientes filmaciones. La conversación (1974), su gran metáfora acerca de la paranoia del norteamericano, pudo realizarse gracias a que aceptó dirigir la segunda parte de El padrino (1974). Al ser guionista de El gran Gatsby (1974) se permitió la producción del gran clásico de la novela norteamericana, que inicialmente no fue tan taquillera como se esperaba pero la cual ha ganado mucho valor con el paso de los años. Y todo esto llevó a su gran extravagancia bélica, su gran testimonio acerca de la locura y el horror que fueron los combates norteamericanos en Vietnam y otros puntos asiáticos.
Un suburbio artificial de Las Vegas
         Una del corazón nunca se estrenó en las salas mexicanas. Su fracaso taquillero y la disputa de Coppola primero con la Paramount quien se negó a distribuirla bajo sus condiciones, para que luego la tomara Columbia Pictures, hizo que se le negara el paso por algunos países de América Latina. En España se llamó Corazonada y en Perú o Argentina fue Golpe del corazón. Prefiero traducirla literalmente porque creo que representa lo que significó para Coppola en su momento: compartir con el público una fantasía romántica para alejarse de las sagas de acción y realismo en que se había involucrado. Para ello, recreó partes de Las Vegas por completo, en sus propios estudios. Llenó de extras sus escenas y ofreció una comedia musical donde las letras de las canciones equivalen al coro griego del teatro.
Frannie y Hank antes de la discusión
         La trama es muy sencilla: Frannie (Teri Garr) y Hank (Frederic Forrest) cumplen cinco años de ser pareja el 4 de julio. Sin embargo, una disputa por el uso de sus ahorros (ella quiere viajar a Bora Bora, él ha pagado la casa donde viven) hace que se separen. Cada uno conocerá a una pareja aparentemente ideal: Frannie al atractivo cantante (y mesero) Ray (Raúl Julia) y Hank a la artista de circo y equilibrista Leila (Nastassia Kinski) con las cuales pasarán una noche de amor, algo que bastará para valorar a sus relaciones previas. Las canciones no serán interpretadas directamente sino que se escucharán como comentario alrededor de las secuencias diversas. Sólo habrá unos momentos coreográficos (un tango que bailan maravillosamente Juliá y Garr; una secuencia grupal callejera).
La calle recreada de Las Vegas
El inicio del amorío
         La cinta es bastante artificial. Se nota en los decorados. La narración utiliza paneles transparentes donde la iluminación juega efectos ópticos. Las Vegas de estudio es notoria, aunque el lujo de reproducción es impecable. Casa completa, departamentos, hoteles, centros nocturnos, lotes de chatarra que fueron elevando la producción. Coppola experimentó con vídeo mientras filmaba adelantándose a una práctica que se tornaría común con el tiempo. No obstante, en esos años, incrementó el costo técnico. El costo se elevó hasta los 23 millones de dólares que jamás se recuperaron en taquilla. Debido a este hecho, Coppola entró en quiebra y perdió sus estudios. Luego de esta cinta, la carrera del director se iría bifurcando entre obras maestras poco distribuidas o cintas comerciales efímeras.
Hank con la bella Leila
Frannie con el seductor Ray
         A casi 40 años de su estreno, la película ha adquirido el sabor que otorga el tiempo: se nota la dulzura de sus canciones e impacta el cuidado y la excentricidad de su escenografía. La simple historia de amor contrasta con la dificultad de realización pero ahora, hay que destacar lo que importó en el desarrollo de la producción visual. Todos los realizadores exitosos de los años 70 tuvieron sus fracasos económicos pero esas películas han adquirido otros significados para la expresión del siglo XXI (Scorsese tuvo su desliz con New York, New York, Bogdanovich con Al fin llegó el amor y Friedkin con El salario del miedo).
Raúl Julia
Nastassja Kinski
         Si algo hay que destacar es al reparto que había iniciado en la década previa con mejores resultados (Garr y Forrest) pero Kinski y Julia tendrían mayores éxitos en los años siguientes. Nunca habían aparecido tan bellos físicamente como en esta película: Julia, esbelto y atractivo, Kinski, deslumbrante y seductora. Finalmente, estamos ante una cinta ingenua que nos habla y deslumbra con la historia más común y corriente en la historia de la humanidad: el amor, su fuerza y su potencialidad.
El maestro Coppola