AMOR QUE VUELVE
(Woman on the Run)1950. Dir. Norman Foster.
Frank Johnson (Ross Elliott) pasea a su perro cuando de
pronto escucha tiros y, sin esperarlo, es testigo de un asesinato. Un vecino
llama a la policía y llega el Inspector Ferris (Robert Keith) quien le indica
que deberá atestiguar ya que puede identificar al asesino. Johnson, temeroso de
que su vida quede en peligro si el tipo fuera absuelto, prefiere huir. Ferris
busca a la esposa de Johnson, Eleanor (Ann Sheridan), para darse cuenta de que
existen problemas matrimoniales al demostrar ella mucha indolencia ante la
situación de su marido. No obstante, cuando van al departamento donde viven,
Eleanor le pide a Frank, cuando éste le llama, que cuelgue porque están
rastreando el telefonema. Ferris, ante la actitud de la mujer, la coloca bajo
vigilancia ya que está seguro que, de alguna manera, buscarán la manera para
encontrarse. Aunado a ello, el periodista Daniel Legget (Dennis O’Keefe) la
contacta para ofrecerle dinero por la nota exclusiva cuando aparezca el marido.
Eleanor confía en este tipo al verse sola.
Eleanor se vuelve presa del inspector...
...y del periodista.
La cinta se va desarrollando dentro del más puro estilo del Cinema Noir, género al cual pertenece,
ya que estamos dentro del ambiente criminal, con personajes bajo amenaza de
muerte, en el caso de los inocentes, y personajes dobles, perversos, ocultos en
la inocencia bajo falsas premisas de apoyo o seres endurecidos porque se han
decepcionado ante la falta de muestras de amor. En este último caso, Eleanor se
tornará en el foco de atención de la policía (¡y del mismo asesino!): ella será
la que investigue con personas cercanas a su marido las alternativas para
reencontrarlo y en el camino se va dando cuenta de facetas desconocidas de su
marido quien verdaderamente la ama: la rutina y la decepción es lo que le ha
vuelto lejano y cerrado en sí mismo. Su desprecio se torna angustia (se ha
enterado que Frank sufre del corazón) porque debe entregarle un medicamento
necesario para su sobrevivencia. Su indolencia se vuelve ternura.
El marido es fugitivo y la esposa
se toma como señuelo para pescarlo
Debido a la búsqueda, Amor
que vuelve se convierte en documental indirecto de San Francisco. Calles
que suben y bajan debido a los desniveles naturales de la ciudad, los viejos
tranvías, Chinatown (donde suceden situaciones que llevan a un crimen
inesperado) con un curioso número bailable en uno de sus centros nocturnos,
interpretado por orientales que también se vuelven vulnerables. Esta fue una
tendencia del cine negro de finales de los años cuarenta al filmar en
locaciones naturales, dejando así archivos visuales de cómo eran algunas
ciudades en su momento [como pasó con Nueva York en La ciudad desnuda (Dassin, 1948) o Mientras la ciudad duerme (Huston, 1950)].
Las calles de San Francisco
Por otro
lado, estamos ante un guion desparpajado que utiliza la imagen dura y ácida de
una Ann Sheridan ya en madurez (35
años de edad), coproductora de la película con su propia compañía (Fidelity
Pictures), en busca de un nuevo nicho luego de su popularidad previa dentro de
Warner Brothers durante los años treinta y cuarenta. De hecho, ya no filmaría
éxitos taquilleros sino cintas prestigiosas a las cuales el tiempo les ha dado
otra dimensión, sobre todo por sus directores [Mujer de fuego (Sirk, 1953) o Cita
en Honduras (Tourneur, 1953)]. Sus trabajos posteriores serían
principalmente por televisión. Tristemente, trabajaba en una serie exitosa
cuando el cáncer terminó con su vida. El resto del elenco consiste de actores
que tuvieron carreras largas en el sinfín de personajes secundarios que tantas
producciones de Hollywood necesitaban siempre. De hecho, Amor que vuelve fue una cinta de bajo presupuesto.
Ann Sheridan en "Ángeles con caras sucias"
(1938) en sus tiempos estelares de la Warner
Ann Sheridan ya con sus 35 años de edad
Tanto Sheridan como O’Keefe escribieron sus propios diálogos
para las escenas donde interactuaban. De otra manera tenemos frases deliciosas.
El perro del matrimonio se llama Rembrandt;
ante la pregunta del inspector sobre el nombre tan peculiar, Eleanor responde Fue la única manera de que pudiéramos tener
uno. Ante la rebeldía desesperante de la mujer, el inspector Ferris le
pregunta Sra. Johnson ¿nunca la golpeó su
marido? Cuando la mujer se entera de la enfermedad de su marido, pensando
que Frank la culpaba de sus males, le dice al doctor Sí, soy esa amargada, egoísta, mala esposa. La causa de su infelicidad.
La causa de su fracaso. ¿Es lo que le ha contado? ¿Es lo que le dice a
cualquiera? a lo cual el médico le responde Frank nunca discutió su vida privada conmigo, ni me importa escucharla
de usted… por lo que Eleanor se desconcierta: Fran realmente la ama.
El perro llamado Rembrandt
La importancia de destacar esta película es que tuvo un
destino muy peculiar: en 2003 fue exhibida la única, prístina copia que estaba como
propiedad en las bóvedas de la Universal, compañía que la distribuyó. Fue
devuelta a su dueña, pero en 2007 un incendio destruyó varias películas, entre
ellas, la que le estoy comentando. Por suerte, una copia realizada previamente,
así como otras encontradas en diversos países, permitió la recuperación y
restauración de la que es una magnífica representante de un género, además de
documento invaluable por tantos motivos que puede conseguirse en una copia
brillante en Blu-ray gracias a la compañía británica Arrow Films (se puede
encontrar en You Tube en horrible copia con doblaje al español y una mejor con
subtítulos en inglés).
Una prístina copia británica
en Blu-ray
Finalmente, es una película de Norman Foster. Surgido de las
filas de la compañía de Orson Welles quien fuera su mentor y protector, Foster
se inició con series donde los personajes eran Mr. Moto o Charlie Chan,
detectives orientales. Luego de Jornada
de terror (1943, con Welles y Dolores del Río), gracias a la RKO que
iniciaba producciones en México, llegó a nuestro país para filmar cinco
películas que están entre las mejores de nuestra historia fílmica (hay una
desconocida El canto de la sirena),
donde puede destacarse a la mejor versión de Santa y una obra maestra sobre amor enloquecido llamada La hora de la verdad. Al retornar a
Hollywood fuera de un bello melodrama en el oeste (Raquel) y otro ejemplo de cine negro (Sangre en las manos), la carrera de Foster, igual que Sheridan, se
derivó hacia la televisión y otras cintas poco memorables.
Eleanor identifica al que puede ser
el cadáver de su marido
Amor que vuelve pertenece
a todo un cúmulo de películas que se revaloran para darle otro sentido a la
cinefilia del siglo XXI. Lo que en su momento fue considerada como otra cinta
donde el crimen era disfrutable y su diálogo plausible, ahora se convierte,
dentro de las acotaciones del género, en obra brillante donde locaciones y
pasión erótica son los elementos más importantes. Es el triunfo del amor gracias
a una amenaza inesperada. Es la recuperación de un tiempo pasado para
dimensionarlo con nuestro presente.
Norman Foster en 1931
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