domingo, 17 de junio de 2018

UN "FILM NOIR" ESENCIAL...


UN ALMA TORTURADA
(This Gun for Hire)
1942. Dir. Frank Tuttle.

               

                El llamado film noir , o “cine negro” si lo traducimos literalmente, fue un concepto inventado por los críticos franceses cuando descubrieron, al término de la Segunda Guerra Mundial, a un grupo de producciones norteamericanas que, filmadas a partir de 1941, poseían una atmósfera y ciertos elementos constantes en común. El halcón maltés (Huston, 1941), Pacto de sangre (Wilder, 1944) o Los asesinos (Siodmak, 1946), por mencionar unos cuantos títulos, hablaban de crimen, luego mostraban a personajes sombríos con algún terrible pasado, mujeres traidoras, rasgos psicológicos desequilibrados, que conectaban con la realidad circundante (alguna conspiración, siempre la ambición, espionaje de guerra, pasiones amorosas). El establecimiento del género se dio a partir de 1941 para florecer en 1944 y llegar a su pico máximo y representativo entre 1945 y 1949. Por supuesto que continuó, aunque con variantes y diluciones. En su magnífico estudio inicial e incomparable, los críticos Raymond Borde y Etienne Chaumon (Panorama del cine negro, Ediciones Losange, Buenos Aires, 1958) establecen historia, constantes, paradigmas y clasificaciones. Entre las cintas principales, filmadas al año del primigenio El halcón maltés, nos destacan a Un alma torturada (This Gun for Hire, Frank Tuttle, 1942) que aprovecha el tema con la realidad entonces de la Guerra Mundial.

El papel que lanzó a la fama a Alan Ladd, 
el siniestro Raven

                Basada en una novela de Graham Greene (1904 – 1991), escritor británico, llamada originalmente A Gun for Sale, y publicada en 1936, la adaptación sigue muy de cerca la trama de la novela aunque cambia la acción a San Francisco y Los Ángeles, aparte de los nombres de los personajes principales, exceptuando el del pistolero a sueldo Raven (Alan Ladd). Lo conocemos en su cuarto de hotel en San Francisco, preparándose a salir, revisando un documento que le indica un nombre, una dirección y un horario. Un gatito llama su atención desde la ventana, lo hace entrar y le sirve leche. Lo acaricia. Se aleja y entra una vulgar recamarera que maltrata al minino. La dulzura de Raven se torna furia, abofetea a la mujer y luego la saca del cuarto antes de volverle a dar su leche al gatito. En la siguiente escena, se dirige a la dirección indicada, encuentra a la persona mencionada quien se encontraba con una mujer cuando debía haber estado solo. El hombre le entrega un sobre (ya que estaba chantajeando a su cliente). Raven le dispara a sangre fría, y luego tiene que hacerlo con la mujer, inesperado testigo. De esta manera comienza una trama fuerte para su tiempo. A Raven le pagan con billetes marcados por haber terminado con un chantajista. Gates (Laird Cregar), el tipo que lo ha contratado, lo delata a la policía por lo que empieza a ser buscado. En otro segmento de la historia, Ellen (Veronica Lake), una cantante que mezcla magia en su número, busca trabajo en el cabaret que pertenece al mismo Gates: aparte de ser novia de un policía (Robert Preston), ha sido buscada por un político para que averigüe unas sucias maniobras del tipo cuyo trabajo principal está en la empresa química Nitro. Aquí convergen dos tramas de persecución: en el tren que la dirigirá a Los Ángeles, Ellen tiene como compañero de asiento a Raven. En el mismo tren viaja Gates. Luego de una serie de situaciones, Raven ayuda a Ellen para desenmascarar al jefe de Gates, alcanzar su venganza y morir, contribuyendo a una buena causa: lo que iba a hacer el dueño de la empresa era vender gas tóxico a Japón y esto había sido el motivo del chantaje inicial.


                Un alma torturada inicia con el crimen brutal del chantajista y su secretaria (bastante fuertes para su tiempo). Muestra a un asesino a sueldo que tiene su lado suave e inocente (al acariciar y cuidar de un gatito) para tornarse violentísimo en un instante (tanto la golpiza a la recamarera como los asesinatos). La trama de Graham Greene, adaptada por Albert Maltz y W.R. Burnett, contiene muchas casualidades que le darían el tono de inverosimilitud pero también las libertades poéticas de la ficción. Al converger los destinos de Ellen y Raven, la situación toma otro matiz: inicialmente Raven piensa que Ellen está coludida con Gates por lo que piensa matarla pero se interpone una situación inesperada: posteriormente, al encontrarla en la casa de Gates, Raven la salva pero la hace su rehén. No obstante, al ser la noche, tener que esperar para seguir adelante, permite que Ellen se dé cuenta de las motivaciones del asesino: le cuenta un sueño recurrente que tiene que ver con una tía abusiva que lo golpeaba, a la cual mató. A partir de entonces, el crimen es su placebo para la libertad (como los gatos). Mientras platica con Ellen, un gato callejero llega a los brazos de Raven. Este lo acaricia hasta que tiene que callar sus maullidos pero, sin querer, lo mata. Es el fin de su libertad. La cinta cuenta con dos números musicales espléndidos: en uno, Verónica Lake mezcla magia: cartas, pañuelos, desapariciones, con la canción. En otro, un paisaje marítimo, con sirenas, hace que aparezcan peces de la nada. La mezcla de irrealidad con una realidad brutal, de coincidencias con la naturaleza humana, de personajes sombríos con muertes inesperadas, es lo que coloca a Un alma torturada entre los grandes títulos del Film Noir.


                Alan Ladd, menudo y rubio, quien medía 1.65 m, llevaba una década en el cine con papeles menores, muchas veces sin crédito, hasta que aquí tuvo una oportunidad que lo lanzó al estrellato: fue tan poderoso su personaje y tan fuerte su personalidad, que inició una carrera que mantendría hasta 1964 cuando moriría a los 50 años por una mezcla de alcohol y medicamentos. En 1953 filmó Shane, el desconocido (George Stevens) que es un clásico del género del oeste. Veronica Lake también llevaba pocos años buscando una oportunidad. En 1941 tuvo el estelar de Por meterse a redentor (Preston Sturges) que la catapultó a la fama, sobre todo por su cabello largo, rubio, que le tapaba medio rostro. Luego de una carrera discreta, cuatro matrimonios, alcoholismo, murió en 1973 también a los 50 años.  Un alma torturada fue uno de los garbanzos de a libra del realizador Frank Tuttle quien había comenzado su carrera en los años veinte. Luego de esta cinta no alcanzó otro éxito similar. Antes de morir en 1963, dirigió a Alan Ladd en Ratas de San Francisco (Hell on Frisco Bay, 1955), también inscrita dentro del cine negro tardío, sin alcanzar mayor trascendencia. 
Frank Tuttle y su garbanzo de a libra

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