UN
ALMA TORTURADA
(This
Gun for Hire)1942. Dir. Frank Tuttle.
El llamado film noir , o “cine negro” si lo traducimos literalmente, fue un
concepto inventado por los críticos franceses cuando descubrieron, al término
de la Segunda Guerra Mundial, a un grupo de producciones norteamericanas que,
filmadas a partir de 1941, poseían una atmósfera y ciertos elementos constantes
en común. El halcón maltés (Huston, 1941),
Pacto de sangre (Wilder, 1944) o Los asesinos (Siodmak, 1946), por
mencionar unos cuantos títulos, hablaban de crimen, luego mostraban a
personajes sombríos con algún terrible pasado, mujeres traidoras, rasgos psicológicos
desequilibrados, que conectaban con la realidad circundante (alguna conspiración,
siempre la ambición, espionaje de guerra, pasiones amorosas). El
establecimiento del género se dio a partir de 1941 para florecer en 1944 y
llegar a su pico máximo y representativo entre 1945 y 1949. Por supuesto que
continuó, aunque con variantes y diluciones. En su magnífico estudio inicial e
incomparable, los críticos Raymond Borde y Etienne Chaumon (Panorama del cine negro, Ediciones Losange,
Buenos Aires, 1958) establecen historia, constantes, paradigmas y
clasificaciones. Entre las cintas principales, filmadas al año del primigenio El halcón maltés, nos destacan a Un alma torturada (This Gun for Hire, Frank
Tuttle, 1942) que aprovecha el tema con la realidad entonces de la Guerra
Mundial.
El papel que lanzó a la fama a Alan Ladd,
el siniestro Raven
Basada en una novela de Graham
Greene (1904 – 1991), escritor británico, llamada originalmente A Gun for Sale, y publicada en 1936, la
adaptación sigue muy de cerca la trama de la novela aunque cambia la acción a San
Francisco y Los Ángeles, aparte de los nombres de los personajes principales,
exceptuando el del pistolero a sueldo Raven (Alan Ladd). Lo conocemos en su
cuarto de hotel en San Francisco, preparándose a salir, revisando un documento
que le indica un nombre, una dirección y un horario. Un gatito llama su atención
desde la ventana, lo hace entrar y le sirve leche. Lo acaricia. Se aleja y entra
una vulgar recamarera que maltrata al minino. La dulzura de Raven se torna
furia, abofetea a la mujer y luego la saca del cuarto antes de volverle a dar
su leche al gatito. En la siguiente escena, se dirige a la dirección indicada,
encuentra a la persona mencionada quien se encontraba con una mujer cuando
debía haber estado solo. El hombre le entrega un sobre (ya que estaba
chantajeando a su cliente). Raven le dispara a sangre fría, y luego tiene que
hacerlo con la mujer, inesperado testigo. De esta manera comienza una trama
fuerte para su tiempo. A Raven le pagan con billetes marcados por haber terminado
con un chantajista. Gates (Laird Cregar), el tipo que lo ha contratado, lo
delata a la policía por lo que empieza a ser buscado. En otro segmento de la
historia, Ellen (Veronica Lake), una cantante que mezcla magia en su número,
busca trabajo en el cabaret que pertenece al mismo Gates: aparte de ser novia
de un policía (Robert Preston), ha sido buscada por un político para que
averigüe unas sucias maniobras del tipo cuyo trabajo principal está en la
empresa química Nitro. Aquí convergen dos tramas de persecución: en el tren que
la dirigirá a Los Ángeles, Ellen tiene como compañero de asiento a Raven. En el
mismo tren viaja Gates. Luego de una serie de situaciones, Raven ayuda a Ellen
para desenmascarar al jefe de Gates, alcanzar su venganza y morir,
contribuyendo a una buena causa: lo que iba a hacer el dueño de la empresa era
vender gas tóxico a Japón y esto había sido el motivo del chantaje inicial.
Un alma torturada inicia con el crimen brutal del chantajista y su
secretaria (bastante fuertes para su tiempo). Muestra a un asesino a sueldo que
tiene su lado suave e inocente (al acariciar y cuidar de un gatito) para
tornarse violentísimo en un instante (tanto la golpiza a la recamarera como los
asesinatos). La trama de Graham Greene, adaptada por Albert Maltz y W.R.
Burnett, contiene muchas casualidades que le darían el tono de inverosimilitud
pero también las libertades poéticas de la ficción. Al converger los destinos
de Ellen y Raven, la situación toma otro matiz: inicialmente Raven piensa que
Ellen está coludida con Gates por lo que piensa matarla pero se interpone una situación
inesperada: posteriormente, al encontrarla en la casa de Gates, Raven la salva
pero la hace su rehén. No obstante, al ser la noche, tener que esperar para
seguir adelante, permite que Ellen se dé cuenta de las motivaciones del
asesino: le cuenta un sueño recurrente que tiene que ver con una tía abusiva
que lo golpeaba, a la cual mató. A partir de entonces, el crimen es su placebo
para la libertad (como los gatos). Mientras platica con Ellen, un gato callejero
llega a los brazos de Raven. Este lo acaricia hasta que tiene que callar sus
maullidos pero, sin querer, lo mata. Es el fin de su libertad. La cinta cuenta
con dos números musicales espléndidos: en uno, Verónica Lake mezcla magia:
cartas, pañuelos, desapariciones, con la canción. En otro, un paisaje marítimo,
con sirenas, hace que aparezcan peces de la nada. La mezcla de irrealidad con
una realidad brutal, de coincidencias con la naturaleza humana, de personajes
sombríos con muertes inesperadas, es lo que coloca a Un alma torturada entre los grandes títulos del Film Noir.
Alan Ladd, menudo y rubio, quien
medía 1.65 m, llevaba una década en el cine con papeles menores, muchas veces
sin crédito, hasta que aquí tuvo una oportunidad que lo lanzó al estrellato:
fue tan poderoso su personaje y tan fuerte su personalidad, que inició una
carrera que mantendría hasta 1964 cuando moriría a los 50 años por una mezcla
de alcohol y medicamentos. En 1953 filmó Shane,
el desconocido (George Stevens) que es un clásico del género del oeste. Veronica
Lake también llevaba pocos años buscando una oportunidad. En 1941 tuvo el
estelar de Por meterse a redentor
(Preston Sturges) que la catapultó a la fama, sobre todo por su cabello
largo, rubio, que le tapaba medio rostro. Luego de una carrera discreta, cuatro
matrimonios, alcoholismo, murió en 1973 también a los 50 años. Un alma
torturada fue uno de los garbanzos de a libra del realizador Frank Tuttle quien
había comenzado su carrera en los años veinte. Luego de esta cinta no alcanzó
otro éxito similar. Antes de morir en 1963, dirigió a Alan Ladd en Ratas de San Francisco (Hell on Frisco Bay,
1955), también inscrita dentro del cine negro tardío, sin alcanzar mayor
trascendencia.
Frank Tuttle y su garbanzo de a libra
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