MISTERIOS
DE ULTRATUMBA
1958.
Dir. Fernando Méndez.
60 aniversario de esta joya
del cine mexicano de terror
Los
curiosos caminos de la memoria: al leer un artículo de Alberto Manguel donde citaba
una referencia de Séneca (en Sobre la
tranquilidad del alma) en la cual el justo Cano, al ser condenado a morir, exclamó
que observaría en ese instante fugacísimo si el alma percibía que se iba y le
prometía a su consejero que, si averiguaba algo, visitaría uno tras otro a sus
amigos y les revelaría cuál es la condición de los espíritus en el más allá, me
acordé de Misterios de ultratumba,
una curiosa cinta de terror dirigida por Fernando Méndez en 1958, porque es
precisamente la base de su argumento, o sea, el intento por descifrar qué
ocurre después de la muerte.
La promesa y la sesión espiritista
En
este caso, la trama nos narra la inquietud del Dr. Mazali (Rafael Bertrand) por
descubrir el misterio de la muerte y saber qué hay más allá de ese paso seguro
y natural para todo ser vivo. Para ello, ha sellado un pacto con el Dr. Jacinto
Almada (Antonio Raxel): el primero que muera deberá buscar la manera de
comunicarse para hacérselo saber al otro. Es precisamente al inicio de la cinta
cuando Mazali le está recordando su juramento al agonizante Almada. Inmediatamente
después de fallecer, Mazali organiza una sesión espiritista para convocar a
Almada quien se hace presente. A través de la médium (Beatriz Aguirre), Almada
le hace saber que existe un camino para ir al más allá y retornar pero tendrá
que pagarlo de manera horrible. Todo sucederá en tres meses cuando una puerta
se cierre para abrir otra al mundo de ultratumba pero, a partir de ese momento,
se concatenarán diversos hechos extraños y ya no habrá marcha atrás.
La loca furiosa y la pelea que desfigura
La
acción sucede a finales del siglo XIX (a juzgar por el vestuario sobre todo
femenino) en la inmensa Hacienda de las Mercedes donde Mazali tiene un
sanatorio para enfermos mentales. Lo ayuda el Dr. González (Luis Aragón) junto
con otros enfermeros entre los cuales se encuentra Elmer (Carlos Ancira). Uno
de los primeros hechos mencionados ocurre cuando una loca furiosa, la Gitana
(Carolina Barret), sufre un ataque que impide la administración de un
medicamento. Mazali llega con una caja de música que al abrirla produce un
efecto tranquilizador en la mujer. Aparece el espíritu de Almada que provoca el
cierre inesperado de la caja por lo que la mujer retorna a su estado alterado.
Durante la lucha por dominarla, toma un frasco de ácido que arroja sobre el
rostro de Elmer.
El extraño e inmenso Café Concierto
Otro
hecho sucede en la ciudad, lejos de Las Mercedes: La joven bailarina Patricia
(Mapita Cortés) se ha asustado al ver al joven Eduardo (Gastón Santos) entre el
público. Al llegar a su camerino se encuentra, sin conocerlo, con el espíritu
de Almada quien es en realidad su padre que la había abandonado desde pequeña. Le
hace saber sobre su muerte y acerca de una pequeña herencia que ha dejado en
Las Mercedes. Le indica que en un relicario hay una llavecita que debe llevar
al lugar.
El espíritu del padre que recupera a su hija
Ya
en la Hacienda, Patricia conoce a Mazali quien la lleva, junto con González, al
cuarto donde se alojaba Almada y en donde está un cofre donde se hallan joyas y
un puñal que, extrañamente, había visto en la sala donde esperaba a su anfitrión,
y que tiene grabada una advertencia fatal para quien lo use con fines malignos.
Al mostrarle Mazali un cuadro con el retrato de Almada, Patricia se desvanece
al reconocer al hombre que ya estaba muerto cuando fue a visitarla. Más tarde,
a la Hacienda llega casualmente Eduardo, quien es médico y va a trabajar como
interno. A Patricia le cuenta que ya la había soñado antes de verla, a lo que
la joven le comenta que ella también lo conocía por sueños y de ahí su temor al
verlo.
El hombre de los sueños
Mazali
se enamora de Patricia y, sin decírselo, le ofrece que se quede en la Hacienda
como enfermera. Por su lado, Eduardo también se ha enamorado y es correspondido.
Todo esto ha sucedido con el paso de un tiempo que se desliza imperceptible
para el espectador sin que afecte a la narración por la sobriedad y flujo de la
trama. Han transcurrido casi los tres meses que había profetizado Almada en la
sesión espiritista por lo que todo está a punto de cumplir con el destino
predicho.
Los dos enamorados de la misma mujer
Elmer apenas se ha
recuperado del incidente pero con el rostro horriblemente desfigurado. La
Gitana ha estado despostillando el marco de la puerta de su prisión. Al tiempo
que escapa, Elmer la encuentra en la sala de Mazali y con el puñal la asesina,
luego se va. Llega Mazali al tiempo que las puertas se cierran, como se había
profetizado, detrás de él. Al forzarlas, el personal encuentra a Mazali con el
cuerpo de la Gitana en sus brazos. Al ser el único sospechoso Mazali se somete
a la justicia que lo encuentra culpable aunque todavía confía en que no morirá
si se considera la promesa de Aldama. Sin embargo, nada sucede y está a punto
de ir a la horca.
Elmer desfigurado y Mazali, víctima de su destino
Al mismo tiempo, Elmer,
arrepentido, escribe una carta donde confiesa el asesinato para salvar a Mazali
pero, al salir de su cuarto, cae por la escalera y se mata. Un viento se lleva
la carta que traía en sus manos. Elmer es enterrado, por sus propias instrucciones,
bajo la tierra sin ataúd. Cuando Mazali es ejecutado, inmediatamente Elmer
resucita: ¡se ha cumplido la promesa de Aldama aunque pagando un precio
terrible! Mazali es ahora un tipo con el rostro desfigurado, enamorado y obsesionado
por una bella joven, apenas ordenando su raciocinio para explicarse su paso hacia
y desde el Más Allá.
Las extraordinarias atmósferas
de terror en el cine mexicano
Filmada
luego de Ladrón de cadáveres (1956) y
de la dupla de exitosísimas películas El
vampiro y El ataúd del vampiro (ambas
de 1957), el realizador Méndez se encontró etiquetado como efectivo realizador
del género de horror. De hecho, ese mismo año filmaría otra cinta con Gastón
Santos que implicaba al mito de la Llorona, El
grito de la muerte, 1958 donde mezclaba cine del oeste a la mexicana con el
tema terrorífico. Y es que, en verdad, luego de ver todas estas cintas uno se
da cuenta de la solvencia fílmica del director al saber narrar y determinar
ángulos y tomas, junto con su fotógrafo habitual Víctor Herrera, para que no
parecieran absurdas ni forzadas. Uno tiene que destacar las atmósferas logradas
gracias al manejo de la luz y las sombras, además de efectos especiales bien
elaborados, en los jardínes, pasillos, columnas de la Hacienda. Hay una
secuencia en particular, cuando Patricia baila, con un vestuario más bien
moderno, en lo que se menciona como “Café
Concierto”, que muestra a un espacio abierto, como si fuera una gran bodega,
donde no hay paredes, solamente mesas con sillas frente a un escenario inmenso,
sin límites, que parece estar dentro de un sueño más que en la realidad a la
cual se conecta cuando la joven llega al espacio de su camerino.
Mientras entierran a Elmer,
ejecutan a Mazali
Misterios de ultratumba, no obstante, se
queda en estupendo ejercicio de terror que no llega a responder la pregunta
primera porque se transforma en historia de amor condenado. Cuando González
pregunta al desfigurado Elmer, o Mazali resucitado, qué aprendió de su travesía
vida-muerte deja en suspenso la respuesta porque ese pensamiento desordenado está
más preocupado por la reacción de la joven ante su fealdad, insistiendo en que
lo importante es la belleza del espíritu, dando al traste con toda su
curiosidad anterior. Al no poder imaginar las consecuencias de sus acciones, Mazali
ha retado al destino y el pago ha sido terrible. O tal vez esa haya sido la
mejor respuesta: la ironía de su búsqueda. De nada le ha servido a Mazali
traspasar los umbrales de la muerte al regresar a su existencia como ser
degradado. Pasar de una a otra dimensión ofrece solamente el castigo. Habría de
aprovechar la existencia sin tener que adelantar lo que será inminente y fatídico.
Mazali resucitado, loco de pasión amorosa
Es la
brillante recreación de una serie de sucesos que permitirán que se cumpla el
destino fatal o dichoso de los personajes en esta historia. Todo el proceso
está congruentemente ejecutado dentro de un guion que cuida los variados
aspectos de la narración. El fantasma de Almada se mueve entre sombras y jamás
ejerce una presión física en lo que debe ser un ente inmaterial. El puñal que
será objeto de justicia aparece y desaparece en los momentos cruciales. La
advertencia está hecha desde el principio: no hay marcha atrás, todo será
horrible. Al espectador no le resta más que disfrutar de una narración que
juega con sus miedos eternos a lo desconocido. Al final, cuando Elmer-Mazali ha
sido derrotado al ser quemado por Eduardo y salir envuelto en llamas para,
ahora sí, morir, hay una inteligente trasposición de la imagen del científico
loco de amor e inquisitivo sobre el cuerpo carbonizado de Elmer.
La espléndida fotografía de Víctor Herrera
en una visual imagen de redención final
La cinta
inicia con un recorrido a través de la Hacienda de las Mercedes que se
encuentra en ruinas, puertas clausuradas, telarañas, polvo, para que una voz
nos comente: Desde tiempo inmemorial la
humanidad ha venido inquietándose por una pregunta cuya respuesta no se conoce
aún: ¿qué hay más allá de la muerte? Hace mucho tiempo en este lugar ahora
convertido en ruinas habitaba un extraño hombre de ciencia que pudo, empero,
conocer la escalofriante respuesta, el hecho es absolutamente verídico y si
estas piedras pudiesen hablar serían testigos de cuanto aconteció entonces… Por
lo tanto, el cine empieza a narrar y el espectador se tornará en piedra al
empezar a ser testigo de esa búsqueda científica. Más tarde, al término de toda
esta odisea fantástica, la misma voz del inicio nos insiste para no frustrarnos
por esa pregunta sin respuesta ¿A qué
rasgar entonces el místico enigma, si usted, yo, todos, tarde o temprano,
inexorablemente, lo sabremos? subrayando aquello que prometió Cano al morir
para jamás regresar a contárnoslo… Aquí, el cine ha vuelto a cumplir con su misión
como fábrica de sueños cautivando, dándole otros rumbos a la imaginación. ¿Qué
pasaría si acaso…?
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