GLORIA GRAHAME
Ya
están anunciando en las salas de cine el próximo estreno de la película Las estrellas de
cine nunca mueren (Film Stars Don’t Die in Liverpool, Paul McGuigan, 2017) que esperamos que los azares (y zares) de la
distribución no vayan a frustrar. El probable espectador podrá conocer el
último romance que la actriz Gloria Grahame tuvo
en su vida antes de morir por cáncer en 1981. Sin embargo, para estos tiempos
de extrañas cinefilias, nuevas generaciones con múltiples distractores, y
públicos que consumen películas de manera indiscriminada e irreflexiva, la gran
pregunta será ¿Y quién es Gloria Grahame?
Basada
en un libro autobiográfico (que se lee rápidamente, apenas tiene 143 páginas,
publicado en 1987 por la Grove Press) del británico Peter Turner que narra su
relación con la Grahame en los dos últimos años
de su existencia, se mencionan los títulos de sus cintas más populares pero
nunca se introduce en los antecedentes de la actriz ni, por supuesto, se mete
en profundidad al hecho cinematográfico. Turner es demasiado respetuoso como
amante agradecido que fue: la conoció casualmente, se hicieron amigos, luego pasaron
a otro nivel. Turner, actor de teatro, era originario de Liverpool hacia donde
llevó a Gloria para presentarle a su familia.
Ambos viajaron de Inglaterra a Estados Unidos. Turner retornó a su patria y a
su carrera, Gloria volvió para actuar en el
escenario teatral cuando se sintió mal, se desmayó, habló con Turner para
volver a Liverpool y estar en su casa ya que no quería ir al hospital ni que la
atendiera ningún médico. Esa es la sustancia del libro y de la cinta. Pero
insisto que la pregunta que se estarán haciendo muchos de los lectores de este
artículo ha de ser: ¿quién fue Gloria Grahame?
¡Qué bello es vivir! (1946)
Gloria Grahame (1923
– 1981) fue hija de escoceses que
emigraron a Canadá primero y luego a Estados Unidos, particularmente a
Pasadena, California, donde nació la futura actriz. Su madre había sido
igualmente actriz de teatro y luego, maestra de actuación, por lo que Gloria lo traía en la sangre. Ella alentó las primeras
incursiones en producciones escolares, luego la llevó hasta Chicago y Nueva
York donde fue “descubierta” por la MGM quien le ofreció un contrato que la
colocó en pequeños papeles, pero nunca supo qué hace con ella y su
personalidad, la “prestaron” a Frank Capra para que hiciera un sencillo, pero
llamativo, papel en ¡Qué bello es vivir! (It’s a Wonderful Life, 1946), para
que luego fuera cedida a la RKO para aparecer en Encrucijada de odios (Crossfire, Edward
Dmytryk, 1947), polémica e
interesante película acerca de un crimen por antisemitismo (aunque en la novela
de la cual se originaba el argumento era el asesinato de un homosexual) donde
interpretaba a una prostituta. Gloria encajó perfectamente
en el género del cine negro y como mujer fatal o fatalista, que la llevó a ser
nominada al Óscar como mejor coprotagonista femenina.
Encrucijada de odios (1947)
Su
mejor etapa ocurrió en los años cincuenta. Se había casado con Nicholas Ray,
realizador importante en el cine norteamericano por un grupo de cintas
transgresoras (Mujer
pasional o Rebelde sin causa y la que ha sido la mejor transposición al cine del
Cristo en Rey de
reyes), con el cual había filmado El secreto de una mujer (A Woman’s Secret,
1949) y a continuación una verdadera joya del género La muerte en un
beso (In a Lonely Place, 1950) que
mostraba a una Gloria sensual, enamorada de un
hombre violento por lo que decide sacrificar el amor a ser futura víctima.
La muerte en un beso (1950)
A
continuación llegaron dos superproducciones: El espectáculo más grande del mundo (The
Greatest Show on Earth, Cecil B. DeMille, 1952) como cirquera que se sometía a estar bajo la pata de
un elefante, además de Cautivos del mal (The Bad and the Beautiful, Vincente
Minnelli, 1952), una sarcástica
visión del mundo interior de Hollywood donde hay traiciones e intereses dentro
del éxito y la fama. En esta cinta interpretó a una esposa infiel que recibía
su castigo moral pero la llevó a ganarse, ahora sí, el Óscar por la misma categoría
en la cual había sido nominada.
El espectáculo más grande del mundo (1952)
En 1953
filma su rol más representativo bajo las órdenes de Fritz
Lang: Los
sobornados (The Big Heat) como Debby
Marsh, novia convencional, rubia superficial, del hampón Lee Marvin por el cual
va descubriendo paulatinamente su perversidad y reflexiona sobre su actuación
dentro de una relación reprobable por lo que, al ser descubierta por su amante que
va a denunciarlo, le quema el rostro con café hirviente. Al año siguiente, nuevamente bajo las órdenes de Lang, aparece en La bestia humana (Human Desire), versión de la novela de Emile Zolá que ya había
sido adaptada por Jean Renoir al cine francés en 1938. Otra vez interpreta a la
esposa infiel de un ferrocarrilero que se ve involucrada en un crimen.
Los sobornados (1953)
antes, durante y después...
En
1955 aparece en Oklahoma
(Fred Zinnemann), versión fílmica de
una comedia musical que había revolucionado la manera de realizar el género
sobre los escenarios de Broadway al incluir conceptos dancísticos que daban
otro sentido a la representación. Interpretó a Ado Annie, una chica campesina e
ingenua, ligera de cascos sin llegar a pasarse de sus límites morales. Es un
rol pequeño pero sustancial para la continuidad y la creación de ese
microcosmos rural. Excepción oblícua a sus roles usuales.
La bestia humana (1954)
A
partir de ese momento llegaron roles secundarios o pequeños en películas que no
fueron muy destacables a nivel de público. Siguieron muchos roles en episodios
televisivos y posteriormente su retorno al escenario teatral. De ahí que
viajara intermitentemente a Londres y regresara a estar presente, aunque fuera
efímeramente, en los medios de la televisión y en películas sensacionalistas o
menores. Esos viajes a Londres permitieron que conociera a Peter Turner y que
viviera el que fuera el último de sus tantos romances.
Publicidad de Cautivos del mal (1952)
Gloria Grahame tuvo una vida transgresora, como algunas de sus
películas. Al estar casada con Nicholas Ray (con quien tuvo un hijo) fue descubierta
en el lecho con su hijastro Anthony (de apenas 13 años) por lo que vino el
divorcio. Luego de otro matrimonio que también se disolvería, se casó con el
mencionado Anthony del cual engendraría dos hijos creando toda una mescolanza
de parentescos extraños. En su vida artística no cedía entrevistas ni le
preocupaba quedar bien con las columnistas de chismes en los periódicos. No
vestía de manera glamorosa y cuando ganó el Óscar simplemente lo tomó, dijo gracias
y sin detenerse bajó del estrado, ante la ironía de Bob Hope quien era el
maestro de ceremonias.
Oklahoma (1955)
Gloria Grahame es el ejemplo de la actriz que se salió del molde de
su tiempo. No fue gratuito que la MGM no supiera cómo transformarla ni
colocarla en algún nicho. En las productoras menores encontró el mejor acercamiento
a su aspecto cínico y amoral. A pesar de ser víctima potencial, su dureza la
salvaba no sin haber disfrutado del hombre que hubiera sido su perdición y
hasta su muerte. Aunque fuera coqueta, interesada e irresponsable, tomaba
conciencia de que estaba participando dentro de hechos perversos y asesinos: recibía
su castigo pero podía consumar la venganza. Contra el papel de esposa atendida
por un marido que le era fiel y amaba, debía faltar a sus obligaciones y
sucumbir ante el macho excitante. No hay un rol positivo en su cine porque en
todos siempre estuvo al borde, dentro de o sumergida en la amoralidad.
El Óscar y la edad adulta
Annette Bening la interpreta en Las estrellas de cine nunca mueren que le permitirá a Usted a acercarse, aunque sea
ya en el ocaso de su existencia, a la persona y personaje de Gloria Grahame,
una extraordinaria y singular actriz fuera de serie.
Marzo de 2018
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