JEANNE MOREAU
I
Durante los años sesenta, y por largo tiempo, la Alianza Francesa se encontraba por la calle Padre Mier
cercana a Pino Suárez. Ahí se exhibía el tradicional cineclub, con proyecciones
en celuloide y formato de 16 mm, que permitió conocer películas que, de otra
manera, no hubieran llegado a nuestro país. En ocasiones sí, algunas habían
pasado años atrás por las salas de cine y eran felices rescates para quienes no
habíamos tenido la edad para gozarlas . Gracias a la Alianza pude descubrir Marie-Octobre (Duvivier, 1959), El año pasado en Marienbad (Resnais, 1961),
El signo de Leo (Rohmer, 1962), Les carabiniers (Godard, 1963), entre
muchas otras. En ocasiones me tocó ser el único espectador pero generosamente
me exhibían la película. Los cinéfilos de entonces le debemos mucho a los
cineclubes de antaño. Ahora dicha cinefilia se ha transformado, pero ese es
tema para otro comentario.
Florence Carala, la esposa infiel
En
una de esas sesiones conocí Ascensor para
el cadalso (1958) de otro baluarte de la Nueva Ola Francesa: Louis Malle. La trama era compleja,
asesinatos planeados fríamente para que entrara el azar y todo se fuera al
traste. La mujer, Florence, la esposa infiel del hombre asesinado, vagaba por las calles
mientras que su amante vivía otro tipo de aventuras impensadas. Esa esposa era
interpretada por Jeanne Moreau,
figura que se volvió icónica y trascendente para quien esto escribe. Gran actriz, versátil, siempre distinta aunque en esencia pareciera igual.
II
En
el desaparecido Cine Rex que estaba por la calle Zaragoza exhibieron un
programa doble. De pronto se pasaban magníficas duplas que mezclaban alguna
película “vieja” con otra más reciente. Así pude ver, a pesar de que era “para
mayores de 21 años” (edad que no tenía, pero anhelaba porque “en los ojos del
joven, arde la llama” como dijo Víctor Hugo), Los amantes que también fue de 1958, dirigida por el mismo Louis Malle, donde narraba otra historia
de esposa infiel que, en este caso, deja todo (esposo, hija, riqueza) por irse
con el hombre del cual se ha enamorado perdidamente. La esposa fue nuevamente Jeanne Moreau. La cinta me pareció
demasiado erótica para su tiempo (por la misma llama ardiente de los ojos
juveniles) porque había una escena donde la cámara se fijaba en el rostro de la
actriz quien reflejaba éxtasis y uno se imaginaba lo que estaba ocurriendo en
la mitad de su cuerpo.
El orgasmo de Jeanne Tournier
III
Llegué
tarde a Jules et Jim (Una mujer para dos,
1962), la obra maestra de Francois Truffaut. Durante años estuve a la
expectativa pero nunca pasó (o se me pasó) su exhibición en la Alianza
Francesa. A principios de los años setenta trabajé en Saltillo y una noche la
anunciaron en la Alianza de esa ciudad, pero fue falsa alarma. Monté en cólera
inútil porque no había llegado la copia y a pesar de tanto berrinche no
aparecería esa mujer que casada con un amigo era compartida por el otro dando
pie a los cambios en las percepciones morales de la sociedad de su tiempo y que
para esos años posteriores a Woodstock, Hair
y la píldora anticonceptiva significaba un gran manifiesto de libertad. Finalmente
la pude ver ¡por televisión! pero como la copia venía en formato anamórfico (o sea pantalla ancha) y en
esa época no existían las televisiones rectangulares, de alta definición, me tocó una
versión prácticamente diseñada por Modigliani donde los personajes aparecían alargados y, por
ende, delgados. Catherine, amada por Henri Serre (Jim) aunque pertenecía a
Jules (Oskar Werner) era Jeanne Moreau. Cuando empezó la furia del DVD
finalmente pude disfrutar de una cinta espléndida que ahora se encuentra
con facilidad (¡y hasta en Blu-ray!). Irónicamente, en unas vacaciones extraordinarias en el Distrito
Federal del verano de 1966 conseguí un EP que traía las canciones interpretadas
por Jeanne Moreau: tenía la música y la voz, pero ¡me faltaban las imágenes! Hace un par de
años, pude ordenar un CD con éxitos de la actriz que tuvo su faceta como
cantante exitosa, aunque a través del disco más que del espectáculo.
Henri Serre, Oskar Werner y Jeanne Moreau
Jim, Jules y Catherine
El disco icónico de la Moreau, cantante
IV
En
1961 mis padres, siempre, y por fortuna, muy abiertos para lo que veía su hijo pequeño en el
cine, me llevaron al Cine Juárez a ver Cinco
mujeres marcadas (Martin Ritt, 1960) que no entendí por completo pero que
me impactó porque las cinco mujeres de la película eran rapadas. Me sabía sus
nombres porque mi cinefilia fue precoz (Carla Gravina, Barbara Bel Geddes,
Silvana Mangano, Vera Miles y, por supuesto, Jeanne Moreau) Años más tarde entendí el argumento de las mujeres
que habían sido amantes del enemigo durante la Segunda Guerra Mundial y sufrían
ese castigo humillante. De todas maneras, a esa edad, Moreau fue nombre conocido pero otro entre tantos que me despertaban a la pasión del cine.
Silvana Mangano, Barbara Bel Geddes, Vera Miles,
Carla Gravina y Jeanne Moreau
V
1970
y otra vez en el Cine Juárez de mis amores se exhibió una cinta barroca,
bizarra, extrema que narraba la historia de una venganza. Otra vez era el Francois Truffaut de mis admiraciones.
La cinta era de 1968 y se llamaba La
novia vestía de negro. Julie Kohler sufría la pérdida de su recién casado
esposo debido a un accidente perpetrado por un grupo de hombres. Ella debía
hacerles pagar por el daño irreparable que le provocaron. Y esa mujer,
enigmática, era por supuesto Jeanne
Moreau.
Julie Kohler alimenta su venganza
VI
La
película más antigua que conozco en la carrera de Jeanne Moreau es de 1954. Se llama Grisbi (aunque mi DVD español dice No tocar la pasta) y es del director Jacques Becker. Una trama sobre el hampa donde Moreau es una joven bailarina
que abandona a su viejo amante, un gangster que ha robado barras de oro junto
con un compañero de crimen que las tiene escondidas. La mujer se ha enterado y
lo cuenta a su nuevo amante. Desde siempre, Jeanne
Moreau sería mujer fatal. Aquí aparece como una jovencita de 25 años
apenas.
La traidora Josy cuenta sobre las barras de oro
a su nuevo amante, Ángelo (Lino Ventura)
VII
Y así
podría contar circunstancias alrededor de las experiencias cinefílicas con Jeanne Moreau quien fuera dirigida por
Losey, Buñuel, Antonioni, Blier, De Broca, Fassbinder, Richardson, Duras, entre
muchos otros nombres. Supo darse a conocer gracias a su talento como actriz y a
su inteligencia para seleccionar los proyectos en los cuales participó. Deja un
gran legado.
VIII
En sus propias palabras:
“Saber morir es saber cómo vivir.
¿Qué es
la muerte de todos modos? Es el resultado de la vida”
Jeanne Moreau (1928 – 2017)
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