domingo, 10 de abril de 2016

LA VIDA INTERIOR


 
 
AL AZAR BALTAZAR
(Au hasard Balthazar)
1966. Dir. Robert Bresson.
 

            Para Bresson el cine era movimiento interior. No le interesaba el realismo ni la imitación de la realidad porque finalmente toda imitación es falsedad. No utilizaba actores profesionales porque están conscientes de su oficio y preparan sus roles con intenciones, gestos y líneas bien aprendidas. Repetía muchas veces las escenas para que sus “modelos” (así los llamaba a sus actores) llegaran a la automatización. Abundaba el asunto diciendo que una persona encantadora no sabe que lo es, sino que otros lo juzgan y eso es lo que buscaba en ellos. No estaba en contra del cine de entretenimiento y respetaba a los actores profesionales, pero eso no iba con él. Exploraba lo que era importante para narrar una historia y eliminar lo superfluo. Por otro lado, muy importante, era católico y le interesaba el aspecto de santidad contrastándolo con vicios y maldad, aunque imperaba el “jansenismo” en su manera de pensar, o sea, la predestinación.
 


            Un gran ejemplo de todas esas ideas se encuentran en esta cincuentenaria película que fue estrenada en nuestro país hasta 1974 gracias a las buenas intenciones de la primitiva Cineteca Nacional, inaugurada ese mismo año, para luego pasar esporádicamente por los cineclubes. Se tienen dos líneas argumentales sobre el personaje de la película: ¡un burro! Por un lado está el nacimiento, sus primeros años felices, luego el trabajo, ciertos momentos de brillantez artística, para luego caer en la decadencia y muerte. Por otro, está su pasaje a través de varios propietarios que representan vicios y pecados contra su natural sumisión. Y como la película no podía centrarse solamente en dicha anécdota, Bresson integra la historia de Marie, una joven cuya vida igualmente será de dicha y sufrimiento. Ambas serán almas inocentes que llegarán al sufrimiento.
 


Robert Bresson dirigiendo "Al azar, Baltazar"
 
            Un verano nace el burro al cual los niños Jacques, hijo del dueño del lugar, y Marie, hija del maestro del pueblo y cuidador de la propiedad del dueño, bautizan como Baltazar. Los niños tienen un romance infantil que termina como la misma estación. Pasan los años. Marie (Anne Wiazemsky) es una jovencita agraciada y taciturna. Baltazar ha pasado a manos de un granjero pero luego de un accidente queda suelto. Marie es seducida por un joven repartidor de pan, Gérard (Francois Lafarge), que además pertenece a una pandilla rebelde. Baltazar pasa con otros dueños: el mismo repartidor, un vagabundo, un circo, un miserable molinero que lo golpea. Al regresar con la familia de Marie, quien ha sido repudiada por Gérard, vuelta a buscar por el ahora joven Jacques (Walter Green) y humillada por la pandilla, la chica desaparece. Gérard toma “prestado” a Baltazar para contrabandear, con otro amigo, medias, cigarros, oro, en la frontera. Son descubiertos por la policía, los jóvenes escapan mientras les disparan. Una bala alcanza un muslo del burro que empieza a vagar desangrándose hasta morir en medio de un rebaño de cabras y ovejas.
 
 

            La película está narrada en el estilo seco y directo usual en Bresson. Cuenta el fotógrafo Ghislain Cloquet, que todo se filmaba con un solo tipo de lente por lo que no podían hacerse efectos ni preciosidades visuales. De todas maneras, la cinta ofrece un esplendor visual, sobre todo en sus claroscuros (está filmada en blanco y negro: sería la penúltima cinta de Bresson con este proceso; luego entraría al color). Las actuaciones del elenco son frías, desprovistas de emoción pero eficaces en miradas y reacciones. Bresson no utilizaba actores profesionales y solamente algunos, como es el caso de Anne Wiazemsky quien luego sería esposa de Jean-Luc Godard y actriz en sus cintas y con otros directores, además de tornarse novelista (también estaría el caso de Martin Lasalle, quien luego de Pickpocket, filmaría una cinta en España y vendría a México para llevar una carrera constante, aunque usualmente secundaria; otro caso importante es Dominique Sanda quien luego de Una mujer dulce pasaría a manos de Bertolucci en El conformista y luego con De Sica para El jardín de los Finzi Contini, e iniciar una carrera relevante). Ninguno de los demás actores seguirían adelante en el cine, pero debe destacarse la presencia del escritor Pierre Klosowski (autor de joyas como La revocación del edicto de Nantes, por ejemplo) como el mísero molinero.
 
Pierre Klosowski
 
            Bresson utiliza elipsis visuales y narrativas. Hay una escena donde los jóvenes pandilleros derraman aceite sobre la carretera. Llega un auto y lo vemos derrapar. Luego se nota que pasa otro y solamente se escucha el sonido de una colisión. Y más significativo es un momento en el cual abruptamente llega la policía con una citación para Gérard. Va a la demarcación y uno se entera que ha habido un asesinato y existe otro sospechoso que es un vagabundo. El espectador no tiene idea de lo que sucedió, pero solamente sirve para introducir a ese personaje. Bresson mencionaba en una entrevista que eso es accesorio, no es importante para la trama, sirve para ejercer su función y hay que desecharla.
 
            Lo más significativo es el símbolo de Baltazar: como ente sufrido, viene a ser personaje religioso. En algún momento Marie le corona con una guirnalda que llena de flores. Se le propinan latigazos que lo hacen caer cuando ya se encuentra en sus etapas finales de vida. Así como el animal es humillado, lo mismo sucederá con Marie. En otra etapa, el padre de Marie se encuentra agónico y reacio a la presencia de un sacerdote que muestra abiertamente una Biblia de la cual lee sobre la misericordia divina. Bresson comenta que desde el momento que el moribundo rechaza a Dios, está confirmando su existencia. Marie llega a pedir refugio al molinero quien le niega comida y Baltazar vive lo mismo cuando el tipo le retira su avena. Marie ha llegado empapada y Baltazar permanece bajo la lluvia.
 


            Hay una secuencia donde Baltazar llega a un circo. Primero lo utilizan para trasladar alimento a los demás animales. Hay tomas donde el burro mira a un tigre, a un chimpancé, a un oso y a un elefante. Tal parece que el animal comparte las miserias de otras especies enjauladas y que son utilizadas para el entretenimiento general. Luego, el dueño del circo descubrirá que Baltazar es inteligente: lo introduce con un truco adivinatorio que terminará cuando lo reencuentre uno de sus antiguos dueños viciosos. De esta manera, Bresson “humaniza” (por expresarlo de alguna manera) a la pobre víctima de nuestros pecados.
 
 

Los finales de dos vidas de sufrimiento
 

            Robert Bresson (1901 – 1999) empezó su carrera con un cortometraje cómico en 1934 que pasó sin pena ni gloria. En 1943 filmó su primer largometraje Los ángeles del pecado y en 1945 realizó Las damas del bosque de Bolonia que sería la última vez donde trabajaría con actores profesionales. Luego vendrían once obras maestras, a partir de 1951 (Diario de un cura rural) que filmaría en intervalos de cuatro o cinco años (a veces menos tiempo) ya que la decena de cintas restantes terminarían en 1983. Fue pintor y escribió unas importantísimas Notas sobre el cinematógrafo donde dejó plasmadas sus teorías e ideas personales que diferenciaban al cine común y corriente, de sus propias películas. Una experiencia mística.
 

Robert Bresson (1901 - 1999), uno de los grandes
maestros del cine, fiel consigo mismo y creador
de 13 largometrajes soberbios.
 

Aquí puede verse el avance de la película. Hay una versión recortada de la cinta en You Tube, pero sin subtítulos. Ojalá la encuentren de alguna manera para disfrutarla.
https://youtu.be/vbXB3xN35p8

 
 

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