AL
AZAR BALTAZAR
(Au
hasard Balthazar)
1966.
Dir. Robert Bresson.
Para Bresson el cine era movimiento
interior. No le interesaba el realismo ni la imitación de la realidad porque
finalmente toda imitación es falsedad. No utilizaba actores profesionales
porque están conscientes de su oficio y preparan sus roles con intenciones, gestos
y líneas bien aprendidas. Repetía muchas veces las escenas para que sus
“modelos” (así los llamaba a sus actores) llegaran a la automatización.
Abundaba el asunto diciendo que una persona encantadora no sabe que lo es, sino
que otros lo juzgan y eso es lo que buscaba en ellos. No estaba en contra del
cine de entretenimiento y respetaba a los actores profesionales, pero eso no
iba con él. Exploraba lo que era importante para narrar una historia y eliminar
lo superfluo. Por otro lado, muy importante, era católico y le interesaba el
aspecto de santidad contrastándolo con vicios y maldad, aunque imperaba el
“jansenismo” en su manera de pensar, o sea, la predestinación.
Un gran ejemplo de todas esas ideas
se encuentran en esta cincuentenaria película que fue estrenada en nuestro país
hasta 1974 gracias a las buenas intenciones de la primitiva Cineteca Nacional,
inaugurada ese mismo año, para luego pasar esporádicamente por los cineclubes.
Se tienen dos líneas argumentales sobre el personaje de la película: ¡un burro!
Por un lado está el nacimiento, sus primeros años felices, luego el trabajo,
ciertos momentos de brillantez artística, para luego caer en la decadencia y
muerte. Por otro, está su pasaje a través de varios propietarios que
representan vicios y pecados contra su natural sumisión. Y como la película no
podía centrarse solamente en dicha anécdota, Bresson integra la historia de
Marie, una joven cuya vida igualmente será de dicha y sufrimiento. Ambas serán
almas inocentes que llegarán al sufrimiento.
Robert Bresson dirigiendo "Al azar, Baltazar"
Un verano nace el burro al cual los
niños Jacques, hijo del dueño del lugar, y Marie, hija del maestro del pueblo y
cuidador de la propiedad del dueño, bautizan como Baltazar. Los niños tienen un
romance infantil que termina como la misma estación. Pasan los años. Marie
(Anne Wiazemsky) es una jovencita agraciada y taciturna. Baltazar ha pasado a
manos de un granjero pero luego de un accidente queda suelto. Marie es seducida
por un joven repartidor de pan, Gérard (Francois Lafarge), que además pertenece
a una pandilla rebelde. Baltazar pasa con otros dueños: el mismo repartidor, un
vagabundo, un circo, un miserable molinero que lo golpea. Al regresar con la
familia de Marie, quien ha sido repudiada por Gérard, vuelta a buscar por el ahora
joven Jacques (Walter Green) y humillada por la pandilla, la chica desaparece.
Gérard toma “prestado” a Baltazar para contrabandear, con otro amigo, medias,
cigarros, oro, en la frontera. Son descubiertos por la policía, los jóvenes
escapan mientras les disparan. Una bala alcanza un muslo del burro que empieza
a vagar desangrándose hasta morir en medio de un rebaño de cabras y ovejas.
La película está narrada en el
estilo seco y directo usual en Bresson. Cuenta el fotógrafo Ghislain Cloquet,
que todo se filmaba con un solo tipo de lente por lo que no podían hacerse efectos
ni preciosidades visuales. De todas maneras, la cinta ofrece un esplendor visual,
sobre todo en sus claroscuros (está filmada en blanco y negro: sería la
penúltima cinta de Bresson con este proceso; luego entraría al color). Las
actuaciones del elenco son frías, desprovistas de emoción pero eficaces en
miradas y reacciones. Bresson no utilizaba actores profesionales y solamente
algunos, como es el caso de Anne Wiazemsky quien luego sería esposa de Jean-Luc
Godard y actriz en sus cintas y con otros directores, además de tornarse
novelista (también estaría el caso de Martin Lasalle, quien luego de Pickpocket, filmaría una cinta en España
y vendría a México para llevar una carrera constante, aunque usualmente
secundaria; otro caso importante es Dominique Sanda quien luego de Una mujer dulce pasaría a manos de
Bertolucci en El conformista y luego
con De Sica para El jardín de los Finzi
Contini, e iniciar una carrera relevante). Ninguno de los demás actores
seguirían adelante en el cine, pero debe destacarse la presencia del escritor
Pierre Klosowski (autor de joyas como La
revocación del edicto de Nantes, por ejemplo) como el mísero molinero.
Pierre Klosowski
Bresson utiliza elipsis visuales y
narrativas. Hay una escena donde los jóvenes pandilleros derraman aceite sobre
la carretera. Llega un auto y lo vemos derrapar. Luego se nota que pasa otro y
solamente se escucha el sonido de una colisión. Y más significativo es un
momento en el cual abruptamente llega la policía con una citación para Gérard.
Va a la demarcación y uno se entera que ha habido un asesinato y existe otro
sospechoso que es un vagabundo. El espectador no tiene idea de lo que sucedió,
pero solamente sirve para introducir a ese personaje. Bresson mencionaba en una
entrevista que eso es accesorio, no es importante para la trama, sirve para
ejercer su función y hay que desecharla.
Lo más significativo es el símbolo
de Baltazar: como ente sufrido, viene a ser personaje religioso. En algún
momento Marie le corona con una guirnalda que llena de flores. Se le propinan
latigazos que lo hacen caer cuando ya se encuentra en sus etapas finales de
vida. Así como el animal es humillado, lo mismo sucederá con Marie. En otra
etapa, el padre de Marie se encuentra agónico y reacio a la presencia de un
sacerdote que muestra abiertamente una Biblia de la cual lee sobre la
misericordia divina. Bresson comenta que desde el momento que el moribundo
rechaza a Dios, está confirmando su existencia. Marie llega a pedir refugio al
molinero quien le niega comida y Baltazar vive lo mismo cuando el tipo le
retira su avena. Marie ha llegado empapada y Baltazar permanece bajo la lluvia.
Hay una secuencia donde Baltazar
llega a un circo. Primero lo utilizan para trasladar alimento a los demás
animales. Hay tomas donde el burro mira a un tigre, a un chimpancé, a un oso y
a un elefante. Tal parece que el animal comparte las miserias de otras especies
enjauladas y que son utilizadas para el entretenimiento general. Luego, el
dueño del circo descubrirá que Baltazar es inteligente: lo introduce con un
truco adivinatorio que terminará cuando lo reencuentre uno de sus antiguos
dueños viciosos. De esta manera, Bresson “humaniza” (por expresarlo de alguna
manera) a la pobre víctima de nuestros pecados.
Los finales de dos vidas de sufrimiento
Robert
Bresson (1901 – 1999) empezó su carrera con un cortometraje cómico en 1934
que pasó sin pena ni gloria. En 1943 filmó su primer largometraje Los ángeles del pecado y en 1945 realizó
Las damas del bosque de Bolonia que
sería la última vez donde trabajaría con actores profesionales. Luego vendrían
once obras maestras, a partir de 1951 (Diario
de un cura rural) que filmaría en intervalos de cuatro o cinco años (a
veces menos tiempo) ya que la decena de cintas restantes terminarían en 1983.
Fue pintor y escribió unas importantísimas Notas
sobre el cinematógrafo donde dejó plasmadas sus teorías e ideas personales
que diferenciaban al cine común y corriente, de sus propias películas. Una
experiencia mística.
Robert Bresson (1901 - 1999), uno de los grandes
maestros del cine, fiel consigo mismo y creador
de 13 largometrajes soberbios.
Aquí puede verse el avance de la
película. Hay una versión recortada de la cinta en You Tube, pero sin
subtítulos. Ojalá la encuentren de alguna manera para disfrutarla.
https://youtu.be/vbXB3xN35p8
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