LA GALLINA
CLUECA
1941. Dir.
Fernando de Fuentes.
Para Fernando Gaona,
a quien agradezco
la copia nítida de esta película.
En 1930, la viuda Teresa de Treviño
(Sara García) viaja desde Santiago, cerca de Monterrey, hacia la capital, por
carretera, junto con sus cuatro hijos: la mayor Lucía (Josefina Romagnoli) y
los pequeños José, Laura y Lupita. En el camino se le ha descompuesto su Ford
descapotable y luego de batallar, pasa el buen comerciante Ángel (Domingo
Soler) quien le ayuda para llegar a su destino. Se detienen en un mercado donde
intenta vender su mercancía, a la cual se niega el posible comprador, pero
Teresa interviene, demostrando sus buenas artes negociadoras. Ángel le ofrece
juntar su capital y su talento como socia para crear una tienda que irá
creciendo en el tiempo. Teresa logra hacerse de una casa que va construyendo
poco a poco. Sus hijos comparten escuela y tiempo libre con los hijos de una
vecina, Consuelo (Eugenia Galindo), cuyo esposo es borracho violento: Eduardo
(Pepe del Río), Cacho (Narciso Busquets) y Esther. Llega un hombre a platicar
con Teresa a quien le pide que regrese a su casa regiomontana con su marido. De
esta manera se descubre que vive y que ella lo abandonó por infiel y golpeador.
Se niega a volver. Teresa impide el noviazgo de Lucía con un tal Roberto
(Ernesto Alonso) a quien considera pusilánime. Pasan nueve años. Los niños
ahora son jóvenes: José (David Silva), estudiante de medicina; Laura (Gloria
Marín), novia de un compañero yucateco de José llamado Goyo (Miguel Montemayor);
y Lupita (Carmen Molina), novia del ahora cadete Cacho (Alfredo Varela Jr.).
Lucía finalmente se casó con Roberto y se fue a vivir lejos de la ciudad. La
joven Esther (Virginia Manzano) invita a Laura para que la acompañe a pasear
con unos amigos. Laura se niega para beneplácito de Teresa. Una ridícula doble
viuda Rosario (Emma Roldán) coquetea abiertamente con el solterón Ángel que se
ha ido a vivir a la casa de Teresa a la cual propone matrimonio. Teresa le
revela que no es viuda y le pide que guarde el secreto. José y Cacho consiguen
empleo como practicantes de hospital. Luego Lupita se casa con Cacho y tienen
mellizos. Laura, por su parte, va a casarse con Goyo y llegan sus padres el
mismo día en que Teresa se entera que su esposo ha muerto por lo que da ciertas
esperanzas a Ángel. La prostituida Esther llega a pedirle a Teresa que le ayude
a regresar a su casa, a lo que ésta se alegra y le ofrece ayuda a cambio de que
deje su mala vida: Esther se niega y Teresa la rechaza aunque le ofrece que si
queda pobre, será bienvenida. José acepta un empleo en Oaxaca y regresa Lucía
con sus cuatro hijos al ser abandonada por su marido. Al quedar vacío el hogar,
Teresa ahora lo ha repuesto con la presencia de sus nietos.
Teresa (Sara García) con sus hijos en la carretera
nacional, de Santiago N.L. al D.F. (1930)
El realizador De Fuentes adaptó, junto
con Carlos Orellana, una de las tantas obras teatrales escritas por los
argentinos Nicolás de las Llanderas (1888 – 1938) y Arnaldo Malfatti (1893 –
1968) de quienes el cine mexicano también les produciría Miente y serás feliz (1939, Raphael J. Sevilla), Caminito alegre (1944, primera película
de Miguel Morayta), Los hijos de don Venancio (1944, Joaquín
Pardavé), Azahares para tu boda
(1951, Julián Soler), El gran premio
(1957, Carlos Orellana).
Teresa, orgullosa de su hijo José (David Silva)
cuando le ha dado su primer sueldo.
En realidad no pasan grandes cosas, ni
tampoco se inscribe la cinta en el melodrama. Tal parece que al maestro De
Fuentes le interesó construir el retrato de una mujer de tesón y temple,
siempre regida por los grandes valores humanos y su labor entre los hijos,
única razón de sus esfuerzos: metas que jamás serán imposibles y estarán
siempre por encima del cansancio o el sacrificio. Al ser una época donde las
principales carreras de vida para la mujer eran el magisterio o el cuidado del
hogar y la seguridad de la niñez, aparte de las actividades comerciales (a
fines del siglo XIX se habían graduado las primeras médicas y abogadas, pero su
número en la universidad era bajo), De Fuentes no se equivocó al mostrar a una
mujer que mezclaba el trabajo de dependienta en tienda de abarrotes con el rol
de madre. De hecho, las hijas al crecer se dedicaban al hogar y la espera de
casarse para formar una familia y continuar con las tradiciones: buenas para la
cocina, la limpieza y las manualidades. En la cinta, Lupita baila un número
folclórico en una kermesse, y junto con Laura se dedican a mantener el hogar
mientras Teresa trabaja, aunque sin retomar su rol de madre al retornar del
trabajo al hogar por lo que vive cansada.
El buen Ángel (Domingo Soler), solterón que ama
a Teresa, siendo acosado por la viuda Rosario (Emma Roldán)
Teresa ha escapado del yugo masculino.
El esposo era desobligado, borracho e infiel. La madre, entonces, se convierte
en salvaguarda y todo lo hace por sus hijos a los cuales vigila incesantemente.
Las primeras imágenes la muestran en su automóvil descompuesto por la primitiva
y peligrosa carretera: la acompañaba un chofer que la ha abandonado. De hecho
el título de “gallina clueca” viene al caso por las aves que han dejado de
poner huevos y se dedican a empollarlos para que luego de nacer, se les
proteja. De hecho, cada vez que Ángel categoriza a Teresa como esta ave, le
dice “ya salió la gallina clueca: cló, cló, cló”.
Laura (Gloria Marín) le cierra la boca a Cacho (Alfredo Varela, Jr.)
mientras mira embelesado a su novia. A la izquierda está Goyo (Miguel Montemayor)
En la
película también se muestra su calidad moral: al tener el caso de su vecina
Consuelo que sufre también la violencia familiar por un hombre que golpea a los
hijos cuando no le consiguen dinero para su vicio, le aconseja que se vaya y
los cuide, que cualquier cosa será mejor a esa vida, aunque “es muy fácil
decirlo, mi marido, que en gloria esté, no me pegaba nunca, una piensa así
porque no lo ha vivido”. Inmediatamente después, aparece un viejo amigo de su
familia que le pide que regrese a casa porque su marido está peor. De esta
manera, uno se da cuenta que ella ha seguido el consejo que acaba de dar: “si
trata de quitármelos, con tal de defenderlos no sé de lo que sería capaz”.
La ambiciosa Esther (Virginia Manzano) busca la ayuda
de Teresa para alcanzar el perdón de su madre
al haberse deshonrado para conseguir lujos.
La gallina protectora de sus hijos está
siempre al lado. Reclama al “vago sin oficio ni beneficio” que pretende a la
mayor Lucía. No obstante, sin mostrarlo, nos enteramos con el paso del tiempo
de la trama (que se muestra con la sucesión de los números 1930, 1931… hasta
1939, donde también se nota la mejora de la casa con barda, nueva puerta, techo
de tejas), que la joven se ha casado e ido a vivir a Veracruz. A Lupita, que se
ha hecho novia de Cacho, la va a buscar cuando en la kermesse se “pierden” en otro
lugar a tomar refrescos y abrazarse. A Laura le agradece que no haya aceptado
la invitación de la ahora joven y desorientada Esther para que la acompañe a
pasear con unos hombres.
No en balde fue uno de los importantes galanes del cine nacional
aunque el tiempo sería muy cruel con David Silva.
Sin embargo, es curioso que el hijo
varón tenga mayor libertad. De hecho, cuando el joven bastante correcto le
entrega su primer sueldo, algo que emociona sobremanera a la mujer, le da más
dinero para que vaya a celebrarlo. Quizás sea por la condición masculina y esa
respuesta noble, que Teresa no tiene que aconsejarle: es el hombre de la casa.
El otro personaje varón de importancia es el buen Ángel que siempre ha vivido
deseando el matrimonio con Teresa y es acosado por una doble viuda que lo cita
a su casa a comer con la intención de seducirlo sin lograrlo. Los hombres desobligados
jamás se muestran en pantalla. El caso de Roberto, quien será esposo de Lucía,
es la excepción aunque su paso por pantalla es mínimo y su canallada ocurre por
mera referencia.
Laura lee la carta que su hermana Lucía ha enviado
a su madre para pedirle que la reciba en casa
al haberle abandonado su esposo.
Por otro lado está el contraste con la
familia disfuncional, sometida por el marido violento, que representa Consuelo,
su vecina. Eduardo, el mayor, al cual se presenta cuando era jovencito,
abandona la casa. Esther, la hija, se vuelve ambiciosa y no le importa llegar a
la deshonra con tal de alcanzar dinero y vida lujosa. Cacho, por la influencia
de la familia de Teresa ha entrado al colegio militar y es novio de Lupita.
Esther es rechazada por Teresa cuando aquella le pide que la ayude a regresar a
casa aunque sin dejar de lado sus lujos. Viene a ser la imagen contraria a lo
que siempre ha cuidado en sus hijas: la virtud y los valores.
Teresa rechaza las intenciones del vago Roberto
(Ernesto Alonso) hacia su hija Lucía (Josefina Romagnoli)
Hay otros momentos complementarios a la
vida cotidiana de Teresa y sus hijos. Lupita interpreta un gracioso baile
regional con dos compañeros incógnitos (para aprovechar las cualidades de Carmen
Molina). Las secuencias entre la viuda Rosario y el buenazo de Ángel son muy
divertidas y dan una perspectiva complementaria del carácter del hombre que,
desde el inicio de la cinta, hizo honor a su nombre como guardián de la mujer y
su familia. Cuando
llegan los padres de Goyo desde Yucatán, se les lleva a ver el Monumento a la
Revolución recién inaugurado tres años atrás luego de los cambios realizados
para su construcción que, originalmente, iba a ser el suntuoso palacio
legislativo.
El Monumento a la Revolución fue inaugurado en 1938
pero ya era un simple cascarón de otra obra frustrada
El elenco es perfecto: Sara García
interpreta su papel sin gran melodramatismo y bastante contenida. Es
equilibrada en sus muestras de afecto e intolerante ante las personas que
rechaza. Domingo Soler aparece como el hombre de buen corazón. David Silva,
apenas en su octava película, a los 23 años, es el galán joven, estudioso, buen
hijo, en la plenitud de su atractivo físico y antes de sus grandes roles que lo
tornarían emblemático. Carmen Molina, Gloria Marín, Virginia Manzano y Josefina
Romagnoli, eran jóvenes actrices que habían iniciado sus carreras en teatro o
cine a finales de la década anterior. Los créditos son escasos y no se menciona
a Eugenia Galindo ni Lupe del Castillo o Humberto Rodríguez, por ejemplo.
El padre del cine mexicano sonoro: Fernando de Fuentes.
A punto de cumplir su 75 aniversario,
es otro de los títulos poco exhibidos de su realizador De Fuentes que no deja
de tener su interés y una coherencia propia en su carrera. De Fuentes ya había
mostrado otra imagen de la familia urbana (La
familia Dressel, 1935) y de la
mujer emancipada (Las mujeres mandan,
1937) que vinieron a ser antecedentes e ideas previas para subrayar en esta
divertida comedia humana que tiene diálogos perfectos y una narrativa ejemplar.
No queda cabo suelto y todo se va mostrando en su momento para información del
espectador. La cinta rebasa las dos horas (en la copia que hay en You Tube se
le han cortado casi 40 minutos; en la que me han regalado le faltan unos
minutos por cortes naturales de la copia en celuloide original) y el ritmo es
tan amable que no se siente el paso del tiempo.
Agustín J. Fink, productor extraordinario que trajo
a Dolores del Río a México e impulsó la carrera del Indio Fernández
La película tiene fotografía de Gabriel
Figueroa y edición de Emilio Gómez Muriel, bajo la producción de Films
Mundiales que sería responsable de los debuts de Emilio Fernández y Julio
Bracho (en este mismo año de 1941) y de la incorporación de Dolores del Río al
cine mexicano en sus cintas con Fernández. El productor ejecutivo era Agustín
J. Fink, hombre de buen gusto e inteligencia nacido en 1901, que fallecería
prematuramente en 1944. La gallina clueca
es otra de las cintas olvidadas, importantes documentos visuales, sobre
México, sus mujeres y su tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario