jueves, 9 de abril de 2020

FE Y SENTIDO DE LA VIDA

EL MANTO SAGRADO
(The Robe)
1953. Dir. Henry Koster.

Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera,
la certeza de lo que no se ve.

         El tribuno Marcellus Gallio (Richard Burton) pasea por las calles de Roma cuando va a llevarse a cabo un mercado de esclavos. Llega Calígula (Jay Robinson), hijo del emperador Tiberio, a realizar una compra. En el proceso, se hacen notar las diferencias entre ellos, sobre todo cuando Marcellus ofrece una cantidad exorbitante para adquirir al griego Demetrio (Victor Mature). Por tal motivo, Calígula ordena que Marcellus viaje hasta Jerusalén para supervisar las actividades de Poncio Pilato, aunque en realidad es para exiliarlo hacia un lugar inhóspito. Al llegar a su destino, se le informa que han ocurrido varios problemas con los fanáticos de un supuesto Mesías, llamado Jesús, que recorre las ciudades con sus predicaciones. En ese momento aparece montado en un burro y es saludado con palmas. Demetrio, quien sigue a su amo, queda impresionado cuando le mira Jesús al pasar. Después de varios días en los cuales Marcellus se ha emborrachado, le mandan a ver a Pilato quien le pide que se encargue de la crucifixión de Jesús ya que ha sido un mandato popular. Demetrio es testigo del escarnio que sufre Jesús e intenta ayudarlo, pero es golpeado y dejado inconsciente. Al despertar, la crucifixión se ha llevado a cabo. Marcellus se encuentra al pie de la cruz jugándose al azar el manto que llevaba Jesús. En ese momento, Jesús expira, sobreviene una fuerte tormenta, y le cae encima la sangre del crucificado. Luego, al quitarle el manto a Demetrio, empieza a gritar hasta que el esclavo se lo quita y se le enfrenta, diciéndole que ese hombre le ha dado libertad por lo que no volverá a su lado. Demetrio parte con el manto. Marcellus queda inquieto y empieza a delirar. Convencido de que el manto fue el culpable de sus males, va en busca de su esclavo y la prenda que considera hechizada, pero en el camino va aprendiendo las enseñanzas del hombre que crucificó y adquiere la fe y el sentido de la vida.
Marcellus (Richard Burton)

ante la magnificencia de Roma
         El esplendor y derroche que se muestra en la Roma pagana, exitosa, donde las construcciones exigen que haya más esclavos que ciudadanos y que incidan todas las culturas de territorios hasta entonces conquistados, viene a contrastar con la pobreza y el desprecio de los pobladores en Jerusalén. El materialismo romano contra la esperanza de quienes han seguido las enseñanzas del Señor, además de haber sido testigos de sus milagros. El delirio de Marcellus, que no es nada más que su conciencia, se relaciona con la brujería, el hechizo. Al atestiguar Marcellus la honestidad y la paciencia de la gente en Caná, comunidad privilegiada al haber sido el lugar donde Jesús realizó su primer milagro, siente, sin preguntárselo, como mera intuición, que hay una marcada diferencia entre su vida ordinaria y lo que este hombre, su víctima, propició. Su sensibilidad empieza a alterarse, aunque luego, cuando haya necesidad de otro milagro, se convencerá por completo de su compromiso con la vida. Un posterior enfrentamiento con Calígula será la prueba definitiva. Ya no hay vuelta atrás. De hombre instintivo ha pasado a ser un hombre consciente y creyente. 

Marcellus compra al esclavo rebelde Demetrio

(Victor Mature) quien hallará la fe en Jerusalén
         De hecho, Marcellus será el protagonista absoluto. Todos los demás personajes estarán a su alrededor para servirle y será el modelo para ejemplificar el significado de la fe cristiana, y ese fue el principal objetivo del autor de la novela en que se basó la película: representar simbólicamente el inicio de una era con todas sus tribulaciones. Demetrio se convierte por una mirada, Marcellus por las acciones de un pueblo y Diana, simplemente por el amor hacia su ser querido. Y esa ha sido la base de toda religión porque se centra en una esperanza y en lo que no es palpable. De ahí que El manto sagrado sea uno de los mejores ejemplos como película de Semana Santa para cristianos y católicos principalmente. No deja de ser gran espectáculo de Hollywood, por lo que cualquier persona no religiosa puede disfrutarla desde muchos otros ángulos. De hecho, una secuela que se filmó al año siguiente Demetrio el gladiador (Demetrius and the Gladiators, Delmer Daves, 1954) utilizará la pérdida y recuperación de la fe, como tema principal.

Diana (Jean Simmons) ante la inexplicable locura de su amado

Marcellus que es, simplemente, su conciencia
Basada en una novela popularísima de Lloyd C. Douglas (1877 – 1951) publicada en 1942, bajo el título original The Robe (y en español como El manto sagrado) que llegó a vender seis millones de ejemplares en el mundo, y que había surgido de una pregunta que le había hecho alguna vez una de sus fieles a Douglas (quien fue ministro luterano hasta 1933 cuando se retiró del oficio para dedicarse por entero a la literatura) acerca del destino que tuvo el manto que llevaba Jesucristo durante su vía crucis. La novela fue comprada por el productor Frank Ross por cien mil dólares, una cantidad muy fuerte para esos años, y logró el apoyo de la RKO para que fuera dirigida por Mervyn LeRoy, luego Victor Fleming, pero nunca se llegó a un acuerdo. Durante este tiempo, el guionista Albert Maltz comenzó la adaptación de la novela, pero pasaron los años y cuando Howard Hughes se tornó jefe de la RKO, decidió no producirla. Igualmente, para esos inicios de los años cincuenta, había comenzado la cacería de comunistas por el gobierno norteamericano y Maltz fue una de las víctimas. 

Calígula (el extraordinario Jay Robinson)

disfruta condenar a Marcellus a la muerte
         Frank Ross logró convencer a Darryl F. Zanuck, jefe de la Fox para que la produjera, aunque bajo un costo elevadísimo para recuperar los derechos, ya que se pagaría casi un millón de dólares a la RKO, aunque sobre futuras utilidades de taquilla. Durante la preproducción, Zanuck compró los derechos de los lentes anamórficos del inventor francés Henri Chrétien quien los había patentado desde 1926. Con el advenimiento y gran éxito de la televisión que le robó espectadores al cine, se buscaban trucos que ofrecieran otras cualidades más allá de la pantalla casera en blanco y negro. Con estos lentes, que se bautizaron como Cinemascope, las imágenes se comprimían al filmar y se dilataban al proyectar. Zanuck decidió iniciar este tipo de producciones con El manto sagrado. En lugar de Maltz, Zanuck asignó al guionista Philip Dunne para el guion (aunque utilizó la base que había iniciado Maltz junto con Ross) y la adaptación final fue de Gina Kaus. No obstante, no se le dio crédito en pantalla a Maltz (sería hasta 2007 cuando se restauraría y así aparece en las copias que circulan para funciones en sala o en formatos diversos).

Marcellus y Diana se dirigen

hacia su ejecución por la fe
         Y finalmente, el realizador Henry Koster (1905 – 1988). Nació en Berlín, pero emigró a Francia cuando empezó a sentir las consecuencias del antisemitismo hitleriano. Llegó a Francia donde tuvo contacto con el productor Joe Pasternak quien lo envió a Hollywood para trabajar en los estudios de la Universal. Su primera película aquí fue Los tres diablillos (Three Smart Girls, 1936), donde dirigió a la joven cantante de ópera Deanna Durbin quien se tornó favorita del público y la película fue un taquillazo al grado de salvar a la Universal de la ya inminente bancarrota. Como consecuencia, Koster filmó su siguiente gran éxito Cien hombres y una muchacha (One Hundred Men and a Girl, 1937) donde Durbin alternó con Leopold Stokowski. De la Universal pasó a la MGM debido a su amistad con Pasternak quien era productor en ese estudio, pero su gran etapa vendría a finales de los años cuarenta al llegar a la Fox. Por su experiencia musical, dirigió dos comedias con Betty Grable (La calle de las tentaciones, La cigüeña se demora, 1950) y en préstamo a la Universal dirigió su cinta más alabada Harvey (1950), aunque por El manto sagrado sería nominado al Óscar como mejor director.

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