EL
MANTO SAGRADO
(The Robe)
1953. Dir. Henry Koster.
El tribuno Marcellus Gallio (Richard
Burton) pasea por las calles de Roma cuando va a llevarse a cabo un mercado de
esclavos. Llega Calígula (Jay Robinson), hijo del emperador Tiberio, a realizar
una compra. En el proceso, se hacen notar las diferencias entre ellos, sobre
todo cuando Marcellus ofrece una cantidad exorbitante para adquirir al griego Demetrio
(Victor Mature). Por tal motivo, Calígula ordena que Marcellus viaje hasta Jerusalén
para supervisar las actividades de Poncio Pilato, aunque en realidad es para
exiliarlo hacia un lugar inhóspito. Al llegar a su destino, se le informa que
han ocurrido varios problemas con los fanáticos de un supuesto Mesías, llamado
Jesús, que recorre las ciudades con sus predicaciones. En ese momento aparece montado
en un burro y es saludado con palmas. Demetrio, quien sigue a su amo, queda
impresionado cuando le mira Jesús al pasar. Después de varios días en los
cuales Marcellus se ha emborrachado, le mandan a ver a Pilato quien le pide que
se encargue de la crucifixión de Jesús ya que ha sido un mandato popular. Demetrio
es testigo del escarnio que sufre Jesús e intenta ayudarlo, pero es golpeado y
dejado inconsciente. Al despertar, la crucifixión se ha llevado a cabo. Marcellus
se encuentra al pie de la cruz jugándose al azar el manto que llevaba Jesús. En
ese momento, Jesús expira, sobreviene una fuerte tormenta, y le cae encima la
sangre del crucificado. Luego, al quitarle el manto a Demetrio, empieza a
gritar hasta que el esclavo se lo quita y se le enfrenta, diciéndole que ese
hombre le ha dado libertad por lo que no volverá a su lado. Demetrio parte con
el manto. Marcellus queda inquieto y empieza a delirar. Convencido de que el
manto fue el culpable de sus males, va en busca de su esclavo y la prenda que
considera hechizada, pero en el camino va aprendiendo las enseñanzas del hombre
que crucificó y adquiere la fe y el sentido de la vida.
(The Robe)
1953. Dir. Henry Koster.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera,
la certeza de lo que no se ve.
Marcellus (Richard Burton)
ante la magnificencia de Roma
El esplendor y derroche que se muestra
en la Roma pagana, exitosa, donde las construcciones exigen que haya más
esclavos que ciudadanos y que incidan todas las culturas de territorios hasta
entonces conquistados, viene a contrastar con la pobreza y el desprecio de los
pobladores en Jerusalén. El materialismo romano contra la esperanza de quienes
han seguido las enseñanzas del Señor, además de haber sido testigos de sus
milagros. El delirio de Marcellus, que no es nada más que su conciencia, se
relaciona con la brujería, el hechizo. Al atestiguar Marcellus la honestidad y
la paciencia de la gente en Caná, comunidad privilegiada al haber sido el lugar
donde Jesús realizó su primer milagro, siente, sin preguntárselo, como mera
intuición, que hay una marcada diferencia entre su vida ordinaria y lo que este
hombre, su víctima, propició. Su sensibilidad empieza a alterarse, aunque
luego, cuando haya necesidad de otro milagro, se convencerá por completo de su compromiso
con la vida. Un posterior enfrentamiento con Calígula será la prueba
definitiva. Ya no hay vuelta atrás. De hombre instintivo ha pasado a ser un
hombre consciente y creyente.
Marcellus compra al esclavo rebelde Demetrio
(Victor Mature) quien hallará la fe en Jerusalén
De hecho, Marcellus será el
protagonista absoluto. Todos los demás personajes estarán a su alrededor para
servirle y será el modelo para ejemplificar el significado de la fe cristiana,
y ese fue el principal objetivo del autor de la novela en que se basó la
película: representar simbólicamente el inicio de una era con todas sus
tribulaciones. Demetrio se convierte por una mirada, Marcellus por las acciones
de un pueblo y Diana, simplemente por el amor hacia su ser querido. Y esa ha
sido la base de toda religión porque se centra en una esperanza y en lo que no
es palpable. De ahí que El manto sagrado sea uno de los mejores ejemplos
como película de Semana Santa para cristianos y católicos principalmente. No
deja de ser gran espectáculo de Hollywood, por lo que cualquier persona no
religiosa puede disfrutarla desde muchos otros ángulos. De hecho, una secuela que se filmó al año siguiente Demetrio el gladiador (Demetrius and the Gladiators, Delmer Daves, 1954) utilizará la pérdida y recuperación de la fe, como tema principal.
Diana (Jean Simmons) ante la inexplicable locura de su amado
Marcellus que es, simplemente, su conciencia
Basada en una novela popularísima de Lloyd C.
Douglas (1877 – 1951) publicada en 1942, bajo el título original The Robe (y
en español como El manto sagrado) que llegó a vender seis millones de
ejemplares en el mundo, y que había surgido de una pregunta que le había hecho
alguna vez una de sus fieles a Douglas (quien fue ministro luterano hasta 1933
cuando se retiró del oficio para dedicarse por entero a la literatura) acerca
del destino que tuvo el manto que llevaba Jesucristo durante su vía crucis. La
novela fue comprada por el productor Frank Ross por cien mil dólares, una
cantidad muy fuerte para esos años, y logró el apoyo de la RKO para que fuera dirigida
por Mervyn LeRoy, luego Victor Fleming, pero nunca se llegó a un acuerdo.
Durante este tiempo, el guionista Albert Maltz comenzó la adaptación de la
novela, pero pasaron los años y cuando Howard Hughes se tornó jefe de la RKO,
decidió no producirla. Igualmente, para esos inicios de los años cincuenta,
había comenzado la cacería de comunistas por el gobierno norteamericano y Maltz
fue una de las víctimas.
Calígula (el extraordinario Jay Robinson)
disfruta condenar a Marcellus a la muerte
Frank Ross logró convencer a Darryl F.
Zanuck, jefe de la Fox para que la produjera, aunque bajo un costo elevadísimo
para recuperar los derechos, ya que se pagaría casi un millón de dólares a la
RKO, aunque sobre futuras utilidades de taquilla. Durante la preproducción,
Zanuck compró los derechos de los lentes anamórficos del inventor francés Henri
Chrétien quien los había patentado desde 1926. Con el advenimiento y gran éxito
de la televisión que le robó espectadores al cine, se buscaban trucos que ofrecieran
otras cualidades más allá de la pantalla casera en blanco y negro. Con estos
lentes, que se bautizaron como Cinemascope, las imágenes se comprimían al
filmar y se dilataban al proyectar. Zanuck decidió iniciar este tipo de
producciones con El manto sagrado. En lugar de Maltz, Zanuck asignó al
guionista Philip Dunne para el guion (aunque utilizó la base que había iniciado
Maltz junto con Ross) y la adaptación final fue de Gina Kaus. No obstante, no
se le dio crédito en pantalla a Maltz (sería hasta 2007 cuando se restauraría y
así aparece en las copias que circulan para funciones en sala o en formatos
diversos).
Marcellus y Diana se dirigen
hacia su ejecución por la fe
Y finalmente, el realizador Henry
Koster (1905 – 1988). Nació en Berlín, pero emigró a Francia cuando empezó a
sentir las consecuencias del antisemitismo hitleriano. Llegó a Francia donde
tuvo contacto con el productor Joe Pasternak quien lo envió a Hollywood para trabajar
en los estudios de la Universal. Su primera película aquí fue Los tres
diablillos (Three Smart Girls, 1936), donde dirigió a la joven cantante de
ópera Deanna Durbin quien se tornó favorita del público y la película fue un taquillazo
al grado de salvar a la Universal de la ya inminente bancarrota. Como consecuencia,
Koster filmó su siguiente gran éxito Cien hombres y una muchacha (One
Hundred Men and a Girl, 1937) donde Durbin alternó con Leopold Stokowski. De
la Universal pasó a la MGM debido a su amistad con Pasternak quien era
productor en ese estudio, pero su gran etapa vendría a finales de los años
cuarenta al llegar a la Fox. Por su experiencia musical, dirigió dos comedias
con Betty Grable (La calle de las tentaciones, La cigüeña se demora, 1950)
y en préstamo a la Universal dirigió su cinta más alabada Harvey (1950),
aunque por El manto sagrado sería nominado al Óscar como mejor director.
)
No hay comentarios:
Publicar un comentario