AMAPOLA DEL CAMINO
1937. Dir. Juan Bustillo Oro.
María
(Andrea Palma), joven que ayuda a su familia dedicándose a la costura, es
cortejada por Juan (Pedro Armendáriz) quien goza de mala reputación en el
pueblo de Santa Cruz del Camino por lo que le dice que se irá para ganar dinero
y regresar para desposarla. Sin embargo, la situación económica es tan grave
que su padre Romualdo (Manuel Noriega) le informa que el viejo boticario del
pueblo, Mauricio (Joaquín Coss), ha pedido su mano y que debe aceptar porque si
no es así, perderán hasta su casa. María se resigna y lo desposará. Vuelve al
pueblo el hijo de Mauricio, Antonio (Tito Guízar), quien se había exiliado en
el extranjero por problemas políticos. Al joven le gusta la hermana menor de
María, Amapola (Margarita Mora), y se le declara sin imaginar que la propia
María también lo ama. Amapola se entera por propia boca de su hermana de esta
situación y rehúye a Antonio quien se extraña de sus evasivas. Vuelve Juan
quien se sorprende y enoja al saber que María lo ha traicionado. Al reclamarle,
María le pregunta si se casaría con ella luego de divorciarse, a lo que Juan le
responde afirmativamente y le propone que se vayan juntos. María, antes de
irse, va a confesar su amor a Antonio quien primero se enoja, pero luego la
comprende. Antonio se casará con Amapola.
Leopoldo Ortín y Aurorita Campuzano,
esposos en la vida real y padres
del comediante Polito Ortín.
Aparecen muchos actores de la época en esta cinta:
Paco Martínez, Joaquín Coss, Ricardo Mutio,
Aurorita Campuzano, Humberto Rodríguez
y Honorato Bassoco.
Aquí
está en pocas palabras de lo que trata la octava cinta sonora filmada por el
Mtro. Bustillo Oro sobre un
argumento de Guz Águila al cual metió mano para
alcanzar un guion alejado de exageraciones y simplezas. La cinta era otro
intento de reproducir el gran éxito de Allá
en el Rancho Grande (Fernando de Fuentes, 1936) que había traído fama y
fortuna a su realizador (también con argumento de Guz Águila), además de ser la
cinta que tendría éxito mundial y permitiría el inicio de la industria fílmica
cinematográfica. Había pueblo, galán cantante, melodías rancheras, cómicos que
apoyaban al elenco estelar, y tuvo su aprecio por parte de los espectadores
aunque sin alcanzar jamás el de su antecesor. Por otro lado, trataba un tema
audaz para la época: la protagonista, casada, abandonaba al viejo marido para
irse con quien se tornaría en su joven amante, aunque bajo promesa de
matrimonio (que nunca se sabrá si se cumpliría). En este caso, el personaje de María es el más atormentado -y principal, a pesar de que el título hable sobre su hermana menor- ya que debe aceptar un matrimonio por interés, enamorarse de un hombre que se ha convertido en su hijastro, sufrir la realidad de que su hermana está enamorada del mismo, para finalmente tomar la decisión de irse con el hombre que la cortejaba (y había dejado de amar), vivir el deshonor, más que seguir soportando realidades terribles (llega al grado de confesar la verdad a su hermana y pedir perdón de rodillas a Antonio antes de marcharse hacia la incertidumbre total).
María cose para ganarse la vida
y apoyar a la familia
El libertino Juan corteja
a María quien le corresponde,
ya que no ha vuelto a ver a Antonio
Don Romualdo le pide a María
que se case con el viejo boticario
para salvar su casa
En
su espléndida e interesante autobiografía Vida
cinematográfica (Cineteca Nacional, 1984), el propio Bustillo Oro cuenta
que luego de haber filmado siete cintas que no habían sido éxitos inmediatos
(ni posteriores en algunos casos) para sus productores, pensaba que su carrera
en el cine estaba terminada. Inició una campaña de anuncios de proyectos no
aterrizados, sin mayores resultados. Acostumbraba asistir al Café Tupinamba
donde se reunía con otros colegas y aspirantes a estrellas. Ahí llegaron los
hermanos Grovas quienes pasaban de distribuidores a productores. Le ofrecieron
el rescate de esta película porque ya estaban listas las escenografías, las
estrellas, el equipo técnico. Chano Urueta y luego Gabriel Soria habían
aceptado dirigirla inicialmente para declinar a la postre. Los Grovas le
ofrecieron cinco mil pesos, más de lo usual para un director en esos años
pioneros, con la promesa (nunca cumplida) de darle otros mil si la terminaba a
tiempo.
Antonio llega a la Cruz del Camino
Las hermanas ven el retorno
de Antonio
María frente al espejo reflejando
su dolor
A
Bustillo Oro no le gustó el guion y se puso a corregirlo bajo la autorización y
venia del autor Guz Águila, para darle cierta coherencia. Dejó lo que tenía
como gancho para apoyar al cómico de la cinta, Leopoldo Ortín, quien aparecía
como Margarito, el sirviente del boticario, enamoradizo con la joven hija del
peluquero (Dolores Camarillo), además de ser objeto del amor de la sobrina del
boticario, Pancha (Aurorita Campuzano). Tito Guízar estaba de moda y había
aceptado participar en la película si se terminaba dentro de ciertas fechas ya
que le interesaban más sus presentaciones personales en diversas ciudades
norteamericanas. Andrea Palma era una de las actrices jóvenes de moda (tenía 34
años) y todavía le quedaría algo de tiempo antes de pasar a ser matrona característica.
Margarita Mora era debutante en el cine mexicano donde tendría una corta pero
popular carrera al aparecer junto a Cantinflas y Pedro Infante en sendas
películas. Pedro Armendáriz era un joven galán (apenas 25 años, gran
personalidad, a pocos años de su estrellato obligado) quien se reunía por
primera vez con Andrea Palma (en 1943 vendría la gloriosa Distinto amanecer).
Antonio se enamora de Amapola
María casada con el viejo boticario
María confiesa su amor por Antonio
a su hermana Amapola
La
cinta posee todo el estilo de Bustillo Oro: diálogos cuidadosos con ingenio (el
sirviente Margarito le confiesa al joven Antonio que le hace a la poesía y que
en eso no le ganan “los amados nervios, los santos chocantes y los díaz
fisgones” refiriéndose obviamente a Nervo, Santos Chocano y Díaz Mirón; luego,
le hace un comentario irrespetuoso al muchacho cuando le habla sobre el
casamiento de su padre: “niña que casa
con viejo, es espejo despulido, pues como pasa seguido, todos usan de ese
espejo, todos menos el marido”); atmósfera adecuada (al inicio de la cinta
aparece la Cruz que le da el nombre al pueblo “del Camino”, para que tenga
sentido el título de la película; luego hay imágenes que ofrecen sabor pueblerino
al aparecer un organillero, el policía gordo, el borracho en el suelo, la
fuente central; más tarde la fiesta de bodas, luego un jaripeo que celebraba el
75 aniversario de la Batalla de Puebla; la fiesta celebratoria con tríos
cantadores y hasta la canción retadora); una trama con personajes inmersos en
situaciones dictadas por las circunstancias, con pasiones arrebatadas (en este
caso, el amor imposible, la coincidencia del amor por un mismo hombre, los
comentarios que dan idea de gravedades políticas: nunca se definen los motivos
que hicieron a Antonio salir del país, solamente se menciona que fue por una
cuestión incómoda). Y sobre todo ello, la gracia. No hay cinta de Bustillo Oro
sin que se tenga el elemento divertido.
María acepta a Juan para escapar
de su terrible destino
María pide perdón de rodillas
a su hijastro Antonio
María abandona el hogar
hacia la incertidumbre
Antonio y Amapola al final
Este
año se celebran los 80 años de la filmación y estreno de Amapola del camino, por lo que había que desenterrarla y hablar sobre ella. En 1937, Bustillo Oro filmó tres películas.
Antes había hecho La honradez es un
estorbo, sátira política que no fue entendida por el público. La siguiente
que se llamaría Huapango sería un
taquillazo inmenso y el inicio, ahora sí, de una carrera prestigiosa, razonada,
fundamentada en su preparación académica (Bustillo Oro estuvo cercano al teatro
y a la literatura de esos inquietantes años treinta) dirigiendo temas y
argumentos que le eran cercanos y queridos, además de comprender lo que el
público quería y esperaba. En el cine mexicano, Bustillo Oro sería, con toda
proporción guardada, nuestro equivalente a Frank Capra en el cine de Hollywood.
Juan Bustillo Oro
(1904 - 1988)
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